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PROGRAMA AÑO 2020. DE INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA PSICOANALÍTICA


Enviado por   •  12 de Julio de 2021  •  Síntesis  •  23.602 Palabras (95 Páginas)  •  92 Visitas

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 PROGRAMA AÑO 2020. DE INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA PSICOANALÍTICA.

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  • QUIEN QUIERA COMPLETAR ALGÚN TEXTO SI LES PARECE QUE ESTÁ INCOMPLETO, LO PUEDE HACER
  • NO SE OLVIDEN DE PONER EN VERDE TODO LO QUE SE RESUME.
  • TRATEMOS DE PONER LA MISMA LETRA Y TAMAÑO 12.

UNIDAD 1: La especificidad teórica y clínica del psicoanálisis respecto de otras psicoterapias. La ruptura freudiana con el conocimiento de su época, la constitución de una nueva disciplina y su vigencia. Descubrimiento del inconsciente. La subjetividad contemporánea. Freud y sus discípulos, la senda freudiana. La epistemología de Freud y la epistemología freudiana. El surgimiento del psicoanálisis en Argentina y su impacto sobre diferentes formas de tratamiento del padecimiento psíquico.

  • Freud, S. (1915-16) Conferencia 15 y Conferencia 16, Psicoanálisis y Psiquiatría "Conferencias de introducción al Psicoanálisis", T. XV y XVI, Buenos Aires, Amorrortu, ( Conferencia 16 pag 223 a 234) ( Conferencia 15 en 4522)

15 conferencia. Incertezas y críticas

El sueño no quiere decir nada a nadie; no es un vehículo de la comunicación; al contrario, se empeña en permanecer incomprendido. En todos estos casos, empero, se trata de cosas que tienen que permanecer ocultas, que están destinadas al secreto; es lo que la censura onírica se propone lograr. El soñante nos da la traducción, o bien de un plumazo, por su ocurrencia directa —puede hacerlo, pues es en él donde se ha producido esta formación sustitutiva—, o nos brinda tanto material que la solución ya no exige una agudeza particular, sino que se impone como necesaria. Si el soñante no viene en nuestro auxilio de alguno de estos dos modos, el elemento manifiesto en cuestión permanecerá para nosotros eternamente incomprendido.

Permítanme ustedes que agregue todavía un ejemplo de esta clase, que he vivenciado hace poco. Una de mis pacientes ha perdido a su padre en el curso de su tratamiento conmigo. Desde entonces se vale de cualquier ocasión para hacerlo revivir en el sueño. En uno de sus sueños el padre aparece en un cierto contexto, que no interesa aquí, y dice: Son las once y cuarto, son las once y media, son las doce menos cuarto. Para la interpretación de esta extravagancia sólo acude la ocurrencia de que el padre veía con gusto que sus hijos adultos se reunieran puntualmente en torno a la mesa a la hora de comer. Esto le dio una excelente oportunidad para hacer que el padre muerto perviviera. Lo convirtió entonces en el sueño en el hombre de las horas {Uhrmensch} haciéndole anunciar los cuartos de hora que faltaban para el almuerzo. En este ejemplo, no podrán ustedes apartar de sí el parecido con un chiste, y en realidad ha ocurrido con harta frecuencia que el chiste del soñante se creyera del intérprete. Hay aún otros ejemplos en los que es muy difícil decidir si se está frente a un chiste o frente a un sueño.

Un hombre cuenta como sueño propio que su tío, mientras estaban sentados en el automóvil de él, le dio un beso. El mismo agrega con presteza la interpretación; significa: autoerotismo (un término de la doctrina de la libido, que designa la satisfacción sin objeto ajeno). ¿Acaso este hombre nos gastó una broma presentándonos un chiste que se le había ocurrido como si fuera un sueño? Creo que no; realmente lo ha soñado así. Pero, ¿de dónde viene esta desconcertante semejanza? Esta pregunta, en su tiempo, me distrajo un poco de mi camino, pues me impuso la necesidad de someter al chiste como tal a una indagación a fondo. De ahí resultó, en cuanto a la génesis del chiste, que una ilación de pensamiento preconciente es abandonada por un momento a la elaboración inconciente, de donde después emerge como chiste. Bajo la influencia del inconciente experimenta la acción de los mecanismos que reinan ahí, la condensación y el desplazamiento, vale decir, los mismos procesos cuya participación hemos descubierto en el trabajo del sueño, y a esta comunidad ha de atribuirse la semejanza entre chiste y sueño, allí donde aparece. El «chiste onírico» indeliberado no ofrece nada de la ganancia de placer del chiste. Quizá la profundización en el estudio del chiste pueda enseñarles a ustedes el porqué. El «chiste onírico» nos parece un chiste malo, no nos hace reír, nos deja fríos.

Les cuento un sueño que tuvo importancia histórica, del que con ciertas divergencias informan Plutarco y Artemidoro Daldiano, acerca de Alejandro Magno [cf. pág. 77]. Cuando el rey estaba empeñado en el sitio de la ciudad de Tiro, que se defendía con obstinación (322 a. C.), soñó cierta vez que vio a un sátiro danzando. Aristandros, el intérprete de sueños, que se encontraba con el ejército, le interpretó ese sueño descomponiéndole la palabra «sátiro» en ora Túoog (tuya es Tiro), y por eso le aseguró el triunfo sobre la ciudad. Alejandro se dejó llevar por esta interpretación, prosiguió el sitio y por fin se apoderó de Tiro. La interpretación, de apariencia bastante artificiosa, fue indudablemente la correcta.

Los restos diurnos incitadores del sueño quedan pendientes de los poderosos intereses de la vida de vigilia.

Cuando los dichos del médico y sus incitaciones cobran importancia para el analizado, entonces ingresan en el círculo de los restos diurnos, pueden prestar los estímulos psíquicos para la formación del sueño al igual que los otros intereses del día, no tramitados y teñidos de afecto, y tienen efectos parecidos a los estímulos somáticos que operan sobre el durmiente mientras duerme.

A menudo puede influir al soñante en aquello sobre lo cual ha de soñar, pero nunca instalarle lo que soñará. El mecanismo del trabajo del sueño y el del deseo onírico inconsciente están sustraídos a cualquier influencia ajena. Ya en la apreciación de los sueños por estímulo somático reconocimos que la especificidad y la autonomía de la vida onírica se revelan en la reacción con que el sueño responde a los estímulos corporales o anímicos que se le aportan. Por tanto, en la base de la aseveración aquí considerada, que pretende poner en duda la objetividad de la investigación del sueño, hay de nuevo una confusión, esta vez la del sueño con el material onírico.

Es todo, señoras y señores, cuanto quería contarles sobre los problemas del sueño.

Hemos estudiado el sueño como introducción a la doctrina de las neurosis, y era por cierto más justo proceder de este modo y no a la inversa. Pero así como el sueño es preparatorio para las neurosis, por otro lado su apreciación correcta de él sólo podrá lograrse después de que se conozcan los fenómenos neuróticos.

Conferencia 16: 

El año pasado les expuse la concepción psicoanalítica de las operaciones fallidas y del sueño, ahora querría introducirlos en la comprensión de los fenómenos neuróticos, que tienen mucho en común con aquellos… Procuren ustedes dejar que la concepción psicoanalítica coexista y crezca en paz junto a la popular o a la psiquiátrica, hasta que se presenten oportunidades en que ambas puedan influirse, cotejarse y conciliarse en una decisión final.

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