Paradigma Conductista
dannyrs114 de Octubre de 2013
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El enfoque conductista tuvo sus orígenes en las primeras décadas del presente siglo. Fue J. B.
Watson su fundador, quien expuso su programa y concepción a partir de un texto seminal
escrito por él mismo en 1913, La psicología desde el punto de vista de un conductista. El
autor de formación funcionalista (Escuela de Chicago) supo entender los tiempos de aquellos
años al proponer un nuevo planteamiento teórico-metodológico, cuyas principales influencias,
en boga por aquel tiempo, fueron una concepción fixista del darwinismo, el empirismo inglés,
la filosofía pragmatista y la concepción positivista de la ciencia (véase Chaplin y Krawiec,
1979; Yaroshevsky, 1979).
OBJETIVOS
Al finalizar el capítulo el alumno:
1. Analizará los componentes del paradigma conductista.
2. Analizará las proyecciones de aplicación del paradigma al campo educativo.
HERNÁNDEZ Rojas Gerardo. Módulo Fundamentos del Desarrollo de la Tecnología Educativa (Bases
Psicopedagógicas) Coordinador: Frida Díaz Barriga Arceo. México: Editado por ILCE- OEA 1997.
Según Watson, la psicología para alcanzar un estatuto verdaderamente científico no debía
ocuparse del estudio de la conciencia (los procesos inobservables), sino nombrar a la
conducta (los procesos observables) como su objeto de estudio. Asimismo era necesario
rechazar el uso de métodos subjetivos como la introspección y utilizar en su lugar, métodos
objetivos como la observación y la experimentación, empleados por las ciencias naturales
(véase Rubinstein, 1974).
El conductismo desde sus inicios aparentemente rompía de manera radical con muchos de los
esquemas de la psicología precedente, aunque a decir verdad existían importantes
antecedentes dentro de la psicología (por ejemplo, Pavlov y Thorndike, entre otros) los cuales
fueron tomados por los conductistas como base sólida para su trabajo teórico-metodológico.
El planteamiento de Watson tuvo un buen acogimiento en los círculos académicos y logró un
éxito cuasi inmediato, sobre todo en los años veinte. Diez años después del manifiesto
conductista de 1913, la propuesta de Watson rápidamente se diversificó, con el cual se contó
por esos años de un numeroso grupo de escuelas disímbolas entre sí (véase Pozo, 1989;
Rubinstein, 1974). Algunos años después creció el movimiento neoconductista con cuatro
derivaciones que disputaban la supremacía académica. Estos cuatro nuevos planteamientos
fueron el conductismo asociacionista de E. Guthrie, el conductismo metodológico de
C. L Hull, el conductismo intencional de E. L. Tolman y finalmente el conductismo
operante de B. F. Skinner.
Con el paso de las décadas, especialmente durante los años cuarenta hasta los sesenta el
conductismo skinneriano se desarrolló y protagonizó la escena académica al grado de
constituirse como la corriente hegemónica dentro de la disciplina psicológica.
La propuesta skinneriana, también llamada análisis experimental de la conducta (AEC), se ha
caracterizado por hacer una feroz defensa de los aspectos más radicales de la corriente
conductista (el antimentalismo y el ambientalismo extremo). Según el autor estadounidense,
la conducta de los organismos puede ser explicada mediante las contingencias ambientales,
sin tomar en cuenta toda posibilidad causal-explicativa a los procesos internos de naturaleza
mental.
A partir de los sesenta, el paradigma conductista comenzó a acumular una serie de
anomalías, difícilmente explicables desde la óptica ortodoxa y la corriente dejó de tener la
fortaleza, como tradición de investigación, que hasta entonces ostentaba. Empero el
conductismo,
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