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Película documental dirigida por Caroline Neil

fmarcantonio26 de Julio de 2011

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El documental dirigido por Caroline Neal fue realizado a lo largo de varios años; cuenta el sueño de crear una orquesta escuela de tango, a la vez que se adentra en la profunda relación que se establece entre el creador e impulsor del proyecto, el contrabajista Ignacio Varchausky y el viejo maestro retirado que debe conducirla, el mítico violinista, bandoneonista y compositor, Emilio Balcarce.

En esta extraordinaria lucha contra el olvido, Ignacio debe convencer a Emilio ya con 82 años, de volver a la sala de ensayo. Emilio tiene que conducir a sus jóvenes discípulos hacia el corazón del tango, presentándoles a sus grandes compositores, a sus orquestas más queridas, y enseñándoles el secreto de detalles casi perdidos de interpretación, en los que vive el sabor real del tango.

El joven músico Ignacio Varchausky, contrabajista, fundador e integrante de la Orquesta “El Arranque” (compuesta por violines, piano, bandoneón y contrabajo), junto a otro integrante de la orquesta, el violinista Ramiro Gallo, se plantea la dificultad que tienen en la actualidad para interpretar las antiguas obras de tango, como las del director Alfredo Gobbi. Les falta el conocimiento y las herramientas necesarias para poder tocarlas exactamente como las orquestas de antaño.

Tienen claro que en los años 40 el ámbito natural de aprendizaje de los distintos estilos del tango eran las grandes orquestas. En esos años los jóvenes músicos comenzaban como aprendices de 3er violín o 4to. Bandoneón, y a medida que crecía su aprendizaje, iban ascendiendo en las filas de la orquesta. Al desaparecer las orquestas ya no quedan referentes para ir a escuchar ni tampoco personas que dicten clases, se pierde ese ámbito natural de aprendizaje.

En consecuencia, Ignacio se plantea la necesidad de armar un nuevo espacio, de crear una Orquesta Escuela en donde se transmita y se enseñe a los jóvenes músicos los secretos de las principales orquestas típicas de los años ’40 y ’50. El considera que nuestra sociedad debería tomar conciencia de lo urgente de la tarea, pues cuando desaparezcan los últimos integrantes de las grandes orquestas, estarán solos. Le es imprescindible rescatar esos conocimientos antes de que se pierdan para siempre. Hay que volver a la transmisión oral.

Para poder cumplir con su objetivo se adentra en la tarea de buscar un maestro que pueda enseñar a través de su experiencia los más destacados estilos y “yeites”, característicos de las orquestas de la época de oro del tango; la persona que será la encargada de la transmisión oral y de la dirección de la escuela.

Ignacio considera que la persona indicada para cumplir con ese rol es el legendario Maestro Emilio Balcarce quien posee una amplia experiencia como violinista, bandoneonista, director, arreglador y compositor.

Conocer a Emilio es como adentrarse en la historia del tango, comenzó a los 16 años tocando el violín, fue integrante de las Orquestas de Aníbal Troilo, Alfredo Gobbi, Leopoldo Federico y Osvaldo Pugliese. Su máxima creación como compositor es la obra La Bordona. En el año 1968 junto a sus compañeros Osvaldo Ruggiero, Víctor Lavallén, Cacho Herrero, Julián Plaza, Aniceto Rossi y Jorge Maciel, forma el Sexteto Tango, orquesta con la que recorre el mundo.

Ignacio insiste e insiste en ubicar y convencer al maestro, ya que lo necesita indiscutidamente para llevar a cabo su tarea, por el perfil casi único que posee el director.

Emilio ya es un hombre mayor y se encuentra prácticamente retirado, le parece muy buena la idea de Ignacio, pero cree que es imposible llegar a conformar una orquesta como las antiguas; él no quiere saber nada con tocar, pero su miedo va mas allá de no poder tocar, se trata de enfrentar la ansiedad que le genera el cambio.

Como Ignacio nota un sesgo de interés en Emilio, para terminar de convencerlo decide ir a visitarlo a su casa en donde conoce a su familia, compuesta por su esposa Lidia, su hija Graciela y sus tres perros, gente de clase media humilde. Después de la cena, Graciela quiere cantar y le propone al padre que la acompañe con el bandoneón. Emilio se resiste pero su esposa lo convence e interpretan juntos el tango “Desencuentro”. Ambas mujeres son la bisagra de aceptación del proyecto por parte del viejo maestro.

Cuando Ignacio comienza con el proyecto el país andaba de mal en peor. Se encontraba atravesando la profunda crisis del 2001 que produjo un quiebre importante en la cotidianeidad de la sociedad, era un momento difícil donde muchas instituciones se encontraban cuestionadas, la inseguridad financiera y social era generalizada. Razón por la cual era difícil conseguir la financiación para la creación de la orquesta escuela, sin embargo era más que prioritario seguir intentando hasta conseguirla.

Ignacio y Ramiro deciden tocar con su orquesta la obra “Redención” de Alfredo Gobbi; un tango que nunca fue grabado. Al no poseer los arreglos del tango comienzan la difícil tarea de hacer la desgrabación. La Sra. Nélida Rouchetto, de la Casa del Tango, les comunica que ha encontrado en los archivos el arreglo original del tango, que había sido guardado por el Sr. Mario de Marco (arreglador de la Orquesta de Alfredo Gobbi) “para cuando volvieran las orquestas”. Esto le genera a Ignacio una esperanza, lo interpreta como una señal de que toda va a mejorar. Ya han pasado tres años del inicio del proyecto.

Simultáneamente la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Bs. As. les otorga los fondos para la financiación del proyecto, con la condición de que en el plazo de una semana tengan la orquesta formada con 12 músicos.

Contando ya con los fondos para el proyecto, se abocan a la tarea. Su necesidad inicial es organizar una reunión con los grandes maestros: E. Balcarse, J.Plaza, Leopoldo Federico, Carlos García, Ernesto Franco, y Horacio Cabarcos, para delinear la forma de concretar el proyecto.

Emilio está excitado y nervioso, los miedos se hacen notar, este cambio le genera ansiedad propia de la incertidumbre de lo que vendrá. No cree en la posibilidad de armar la orquesta en tan poco tiempo, se pregunta por dónde se empieza, quiénes van a tocar, qué van a tocar, cómo lo van a tocar, con qué estilo; entre todos se disparan varias ideas y consensúan que tienen que empezar con la obra mas significativa de Emilio: “La Bordona” y obviamente con él como director. Esto marcará el regreso de Emilio como director después de 42 años con una orquesta de gente joven.

Ignacio se ocupa de invitar a los músicos que van a integrar la orquesta. Al no ser una escuela de instrumentistas, sino de estilos, se va a estudiar con los arreglos originales más significativos de los ’40 y ’50. Si el aprendizaje es el esperado para los músicos y maestros, al cabo de un año la prueba piloto habrá tenido éxito, y en el segundo año se hará una convocatoria abierta con audiciones para que ingresen nuevos músicos.

Los ensayos se realizan en la confitería “La Ideal”, declarado Bar Notable por el gobierno de la ciudad, y en funcionamiento desde 1912, lugar ideal para una orquesta notable, con goteras y un dejo a humedad.

Desde el principio, el proyecto cuenta con 2 asistentes: Ramiro Gallo en primer violín y Horacio Romo en primer Bandoneón, dos músicos jóvenes pero con mucha experiencia dentro del tango como profesionales y que servirán como una excelente guía en las filas de la orquesta, ya que serán de alguna forma el espejo en el cual los otros músicos se reflejarán. Este proyecto no es privativo de este grupo de músicos, sino que la idea es preservar el saber para las generaciones futuras.

Emilio se aboca a transmitir a los alumnos el conocimiento de los estilos más significativos de aquellas orquestas, a partir de los arreglos originales de las mismas. Los alumnos van recogiendo la enseñanza de lo que no está escrito; formas de expresión, apoyaturas, acentos, matices, “yeites” y la espontaneidad que se recoge en los ensayos para enriquecer las melodías.

Importantes maestros de distintos instrumentos apoyan la tarea como invitados para enseñar los diferentes estilos, por ejemplo: Pepe Libertella en bandoneón.

Y como dijo Ignacio, 1- «Emilio Balcarce es realmente un maestro, pues enseña; su música y el amor por la música enseñan, su tango y su amor por el tango enseñan. Nos enseña sin darse cuenta, y no se da cuenta porque muy raramente se propone enseñar nada, sino simplemente compartir lo que él sabe y siente. Cada acento, cada arrebato, cada efecto que él pide, es una forma de acercarnos más a lo que él denomina “expresión porteña” y que de a poco empezamos a entender. Hablar de Emilio es hablar de lo mejor que tiene el tango; ese Tango que tanto orgullo nos da disfrutar y compartir con el mundo sabiéndolo nuestro».

Ignacio planifica y lleva adelante su sueño. Emilio enseña y lucha contra sus miedos. La necesidad conciente de uno y la inconsciente del otro es el motor que impulsa este vínculo. Este es un proyecto para las generaciones venideras…

Ramiro Gallo funda el Quinteto denominado

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