Peritacion En Psicologia Forense
Henzo9 de Mayo de 2014
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EL LUGAR DEL EXPERTO. ACERCA DE LA PERITACION EN PSICOLOGIA FORENSE
Adelmo Manasseri
La temática que desarrollaremos presenta –como el mismo título lo anticipa- dos aspectos.
El primero es de un orden genérico que si bien incluye a nuestra disciplina la trasciende
porque la experticidad, la demanda de experticidad no se circunscribe a una de ellas, ni
siquiera se reduce a la dimensión científica. Nuestra pregunta acerca del lugar que ésta
ocupa en la actualidad pretende poner de manifiesto interrogaciones acerca de los motivos
y los efectos de lo que bien puede denominarse la exaltación de la figura del experto (la
cual puede constatarse en periódicos, revistas –científicas o no- , en los medios de
comunicación y hasta en la vida cotidiana). El segundo refiere, esencialmente, a la
problemática que atraviesa a quienes recibimos un sujeto que no se acerca
espontáneamente a consultarnos sino que nos llega –en presencia o en ausencia- junto a
requerimientos diversos de la instancia o del ordenamiento jurídico. La llamada entonces
psicología forense o jurídica ( no nos introduciremos en este trabajo en el debate acerca de
que calificativo sería mas adecuado utilizar para caracterizar este campo) recibe preguntas
formuladas y construidas en “otro lugar”, que se espera sean respondidas a través de una
forma de ejercicio de la experticidad que se denomina peritaje. Intentaremos en este
ámbito distinguir situaciones en las cuales se trata solo de responder de otras en las cuales
afirmamos que se torna necesario reflexionar sobre esas mismas preguntas (o demandas),
situarlas, interpretarlas, etc. aunque esto pueda incomodar a lo instituido desde el derecho.
¿Cómo definir, caracterizar entonces al experto?. Comenzaremos afirmando, aunque
parezca tautológico, que un experto es aquel de quien se dice que es un experto. Si la
pregunta fuese en cambio acerca del médico, el abogado o el psicólogo seguramente
nuestra respuesta es otra, ya que comenzaríamos señalando que médicos, abogados o
psicólogos son aquellos que han obtenido ese título. Y esto es así porque el “ser experto”
es, antes que una titulación de habilitación profesional o de certificación académica, un
modo de nominación y reconocimiento exterior a las titulaciones. El hombre de
ciencia que se ha dedicado a estudiar la climatología y que puede con certeza establecer
un pronóstico sobre las consecuencias negativas que a nivel climático ha de sufrir nuestro
planeta (y nosotros con él) por el calentamiento que viene produciéndose en la superficie
de la tierra y conocido como “efecto invernadero” aunque tenga un título –o varios- ha de
ser presentado sin embargo como “experto”, como también ocurre con el personaje que
Kosinsky [1] creara en “Desde el Jardín”. Chance (nombre que no excluye la referencia al
azar) , “el Jardinero”, es un experto en “ese” jardín al cual dio toda su vida hasta un
momento en que ,enviado por fuera de los muros de esa casa que lo contenía.
se ha de convertir a través de frases simples en un consejero imprescindible y valorado en
el mundo de las grandes finanzas y los círculos de poder. Se lo ha nominado como experto
el mundo de las grandes finanzas y los círculos de poder. Se lo ha nominado como experto
para cultivar las ganancias, el poderío. Esta nominación entonces, podrá asociarse a
oficios y a profesiones pero se diferencia de éstos. Los diccionarios suelen sintetizarlo del
siguiente modo: “experto es un entendido en lo que le es propio”.
Un segundo rasgo de esta “figura” lo aporta la raíz común que tiene el término con otros
tales como experiencia, experimento. Por esta vía se pone en evidencia que el
entendimiento que se le reclama o atribuye es fundamentalmente práctico. Desde la
Antigüedad, y a partir de Aristóteles se encuentra constituida una oposición y
diferenciación entre el experto y el sabio, como dominio del caso en el primero y de la regla
en el segundo. La modernidad o actualidad pretende situar una diferencia y en ciertos
sentidos una predilección por el saber hacer antes que por el saber pensar, valorando
menos la especulación o reflexión que la llamada eficiencia, es decir una cierta lógica
utilitarista que se asocia a la condición del experto.
A su vez, este dominio no podrá sino ser parcial, sobre cierto universo restringido. Si bien
es necesario reconocer que esta característica no se reduce, ni se presenta
exclusivamente en nuestra actualidad no puede dejar de señalarse que la misma la ha
acentuado. Digamos esto de un modo sencillo: se es experto en detalles. Los detectives
que Edgar Allan Poe pone a actuar en “La carta robada” son expertos en descubrir
vestigios que permitan constituir un rastro para descubrir el camino y la vía por la cual el
objeto ha sido escondido, y como tales dividen el espacio a investigar en pequeñas
parcelas para recorrer cada una de ellas dotados de lentes que han de permitir ampliar la
visión (como los microscopios de laboratorio).
Resumimos entonces diciendo que experto es un modo de nominación que subraya en
el entendimiento una dimensión práctica y una parcialización del mismo.
Hoy en día, los expertos parecen ocupar todos los lugares, o para ser mas precisos: en
todos ellos se los refiere y convoca. Esto incluye por supuesto, el ámbito de las ciencias
pero también el de la cultura, el de la vida cotidiana y el de los medios de comunicación.
Cada vez más se oirán en radio o televisión, se leerá en periódicos y revistas sus
comentarios sobre infinidad de temas, en verdad, sobre todos. Asistimos así, entre
maravillados y azorados a la exaltación de esta figura, la exaltación de la figura del
experto. Este fenómeno, que no pretendemos localizar con precisión temporal pero que
signa nuestra actualidad nos sugiere y posibilita algunas precisiones iniciales.
a) ciertas experticidades resultan necesarias y son consecuencia del incesante y
vertiginoso desarrollo de la ciencia y la técnica.
b) Suele acompañarse, aunque no sería imprescindible que así fuese, de un rechazo al
pensamiento y a la reflexión intelectual.
c) Nos induce, imperceptiblemente, a la convicción de que, en un futuro próximo, nada
podremos hacer sin consultar previamente o requiriendo asesoramiento, es decir,
sugiere un orden de subjetividad basado en la pasividad.
sugiere un orden de subjetividad basado en la pasividad.
A esta cualidad hemos de agregar una segunda que encontramos presente también en la
actualidad tal como es el incremento de los índices de “juridización” en el abordaje o
resolución de problemáticas científicas y cotidianas. Con estos términos queremos
nombrar la circunstancia de que cada vez mas las leyes intervienen en nuestros asuntos
cotidianos y que cada vez más los descubrimientos científicos originan nuevas leyes o
nuevos debates parlamentarios. Ejemplo de ello lo constituyen no solo su participación en
las separaciones de pareja, en la crianza de los hijos sino también en la calificación y
otorgamiento de legitimidad o no de nuevas prácticas y formas de fertilización asistida. En
general los avances de la genética, la posibilidad de efectivizar la clonación de humanos
han instalado no pocos debates sobre los límites éticos que deben acompañar a la ciencia
y sus consecuencias sobre la genealogía y la filiación. Recordaremos, a modo de ejemplo,
que la fertilización asistida con “tercer” donante –es decir, alguien exterior a la propia
pareja- ha dado lugar en Europa a un debate en el cual se sentaron dos posiciones
encontradas acerca de la defensa del derecho del sujeto a conocer sus orígenes
(restableciendo entonces un vínculo, un lazo entre ese donante “tercero” y lo que de esta
donación ha nacido) o, por el contrario, la tesis que plantea que este acto debe
acompañarse de una renuncia explícita a la posibilidad de un vínculo posterior. [2]
Ante estas dos características – promoción de expertos, incremento de la “juridización”-
que encontramos en la sociedad y subjetividad actuales la psicología no ha quedado
excluida, muy por el contrario –y pese a ciertas resistencias y reticencias que siguen
estando presentes- es convocada reconociéndole un dominio propio en el cual se sitúa
como experta. A su vez, al interior de ésta van delimitándose y constituyéndose las
especialidades, lugar en el cual ubicamos a la denominada psicología forense, y que ha de
requerirnos cierta capacitación y conocimientos del ámbito jurídico, sus instancias, leyes,
basamentos, etc.
El Derecho se reclama como un discurso científico y propone, a partir de un autor como
Hans Kelsen [3] un agrupamiento y una clasificación de las ciencias que es el clásico y
tradicional, tal como es el de diferenciar en ellas las ciencias de la naturaleza y las ciencias
sociales. Estas últimas estudian, desde distintas perspectivas y especificidades “la
conducta de los hombres en las sociedades”
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