Presentación de la autora y su teoría: La teoria psicoanalitica de Bleichmar
MoyanoGuadaResumen10 de Mayo de 2018
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La teoría psicoanalítica de Bleichmar
Presentación de la autora y su teoría:
La doctora Silvia Bleichmar nacida en Bahía Blanca, en 1944, y fallecida en Buenos Aires, el 16 de agosto de 2007. Estudio Sociológica y Psicología en la UBA. Al comprometerse tanto con las luchas estudiantiles de los ’60 la obligaron a exiliarse en México durante la dictadura militar. Realizó el doctorado en psicoanálisis en la universidad de París VII.
Volvió a la Argentina en 1986. En Buenos Aires se dedicó a la clínica psicoanalítica, particularmente la clínica de niños, y fue docente de cursos de posgrados.
Nuestro interés en el estudio de su teoría se debe a que su criterio respecto de “la infancia” como tiempo de constitución psíquica nos permite revisar aquellas funciones mentales que hacen posible el aprendizaje escolar, generando las condiciones favorables o adversas para tal fin.
El concepto de inteligencia ha sido tal vez el más controvertido del siglo XX, dando lugar a metodologías y didácticas de diferentes a la hora de enseñar. El eje de sus investigaciones no ha sido estrictamente el estudio de la inteligencia, pero su teoría aporta importantes fundamentos que deben darse para su funcionamiento eficaz y advirtiendo, que si no se organiza debidamente, surgirán déficits en su modo de operar. Cuando se refiere a la organización del psiquismo es parte sustancial para que haya una madre que satisfaga las necesidades del bebe, que las caricias la mirada, la voz y el afecto, o sea, el deseo de convertirlo en sujeto, es condición necesaria para que el psiquismo incipiente se organice y surja el pensamiento y la inteligencia.
Bleichmanr entiende que la inteligencia humana (no está en contigüidad con la naturaleza sino producto absolutamente inédito, efecto de la intervención sexualizante que produce el otro humano sobre la cría en los cuidados primarios qué realiza, y de los ordenamientos posteriores que regulan estas inscripciones, a partir de la participación de la tópica, a partir de la participación de la tópica psíquica como efecto de la represión originaria.)
Teoría sobre la constitución del psiquismo
El ser humano, con los aspectos biológicos que cuanta al nacer son insuficientes para el desarrollo del psiquismo y la adaptación de la realidad. Deberá intervenir otro ser humano que lo constituya como tal.
Bleichmar toma los escritos freudianos de 1895 “proyecto de psicología” para señalar que los primeros tiempos de vida se produce una ruptura del principio de inercia neural, esto es, la descarga a cero de las tensiones producidas por montantes autoconservativos con los que el niño nace, produciendo una huella nemica y dando origen a una representación incipiente de aspectos parciales del objeto. Psiquismo incipiente además, pues solo surge bajo estas condiciones.
Es cierto que él bebe al nacer llora por necesidades biológicas, pero lo que inaugura el psiquismo, no es la saciedad del hambre, sino el placer del contacto con el pecho, las caricias, la voz y el acompañamiento amoroso que acontece en el acto de la alimentación. Estas diversas sensaciones que implica el contacto erotizante con la madre quedan grabadas en lo que luego se convertirá en el aparato psíquico del niño y cuando el hambre reaparece, el psiquismo incipiente carga nuevamente con energía esta inscripción, produciéndose la alucinación primitiva, reproducción placentera que calma momentáneamente la sensación de tensión y opera de equilibrador del bebe.
Estas primeras representaciones vueltas a activarse o alucinación primitiva corresponde a procesos primarios, son representaciones materiales y son precursoras del desarrollo del pensamiento, la inteligencia y la producción simbólica.
La alucinación primitiva consiste solo en una metabolización de lo exterior, de lo que ingresa al aparato psíquico, dando lugar a representaciones inconscientes singulares y destinadas a la procura de placer y evitación del displacer, siendo precursoras de la fantasía y el pensamiento, por cuanto la función primera, en los comienzos de la vida y cuando aún no hay sujeto, sirven tan solo para calmar la tensión, no para aprehender la realidad. En este sentido, estas representaciones no son subjetivas, no es lo real percibido a través de la visión lo que se inscribe en el aparato psíquico, sino un aspecto parcial del objeto lo que instauro la cámara placentera.
En los primeros tiempos de vida, la búsqueda del contacto con el pecho más que el alimento, desatada en el bebe un trabajo psíquico pulsante, en la búsqueda del alivio inmediato. La alucinación primitiva se separa de la tensión de la necesidad y va exigiendo satisfacciones por si misma (demanda pulsional). La demanda pulsional se constituye en un “verdadero motor del progreso psíquico”.
Bleichmar destaca del “cachorro humano” en el alivio de tensiones. Toda excitabilidad debe evacuarse para que no devenga traumática. Sin embargo a diferencia del animal, aun satisfecha la necesidad autoconservativa , en el bebe quedara un remanente de excitación producto de la implantación de sexualidad ejercida inconscientemente por la madre en el acto de cuidar y perseverar la vida y es la excitabilidad que nunca lograra ser totalmente evacuada, buscando repetir la experiencia placentera que no se sacia y da curso al deseo. Ese remanente de excitación debe encontrar vías de descarga, a estas vías de descargas, Bleichmar las llama “redes colaterales”, o sea, sustitutos del objeto que originalmente fue investido como placentero (el pecho).
Es la madre quien provee de estas redes colaterales en el vínculo totalizador, integrador con su bebe.
La función materna es, entonces paradojal. Por un lado desorganiza a la cría, la altera implantando sexualidad y desadaptándola biológicamente, le imprime erotismo inaugurando la vida pulsional; y por otro lado, modera, pauta y organiza, en función de lo que este semejante, devenido sujeto, habrá de requerir para adaptarse a la realidad.
En este contexto, aquellas sensaciones hostiles, quedaran fijadas al inconsciente por la represión originaria, evitando los modos compulsivos de satisfacción de las pulsiones sexuales y la excitabilidad que produce la estimulación, tanto endógena como exógena que no encuentra ligadura.
No todo lo que entra al aparato psíquico lograra ser una representación de sentido, no todas estarán significadas.
La inteligencia se logra en virtud del modo en que la madre proporciona la postergación de la descarga en la búsqueda de metas permitidas, a través de significantes que irán posibilitando las primeras identificaciones. En madres perturbadas o psicópatas, que no interpretan las necesidades del bebe, el chiquito queda preso de sensaciones displacenteras que, más allá de producir daños físico, obturan la construcción de sistemas mentales más complejos que permitan el surgimiento de lo simbólico.
Por el contrario, la consideración de la madre en el vínculo con el niño, da lugar a la formación de la óptica psíquica, inconsciente- preconsciente/consciente inherente a la construcción subjetiva.
La función materna es condición necesaria para la producción de subjetividad, no solo desadaptara al pequeño bebe respecto de la necesidad autoconservativa implantando erotización, sino que , a través del lenguaje, de lo que la cultura indica, desde su propio aparato psíquico organizado, será quien facilite la transcripción de las primeras representaciones en otras mas complejas y adecuadas para el encuentro y la adaptación con la realidad,
El sujeto será selectivo respecto de lo que atraiga de lo exterior. Cada cosa externa tendrá un significado particular en función de la representación que evoque.
La autora fundamenta que, para que haya inteligencia, tiene que haberse dado este intercambio humano con la madre, resultante de la cual ha quedado un excedente de placer autoerotico que infiere en la adaptación a la realidad, que entorpece la adaptación al medio y que deberá producirse con verdadero esfuerzo psíquico, un sostificado encuentro con la realidad a través de mediatizaciones que permitan la consecuencia de la meta placentera sin que esta altere el cuidado de la vida o el consenso cultural de pautas y códigos que ordenan lo social.
El acceso al aprendizaje formal, el vínculo con docente deberá estar mediado por el afecto y la confianza, y los recursos lúdicos deberán ser parte de las estrategias didácticas, apelando a la articulación de contenidos pedagógicos con las representaciones significativas primarias de las que un niño dispone en su inicio a la escolaridad.
El aparato psíquico no logra equilibrio si no encuentra respuestas de sentido frente al impacto de los diferentes objetos que le presenta la realidad que se le impone.
La organización lógica propia de los procesos secundarios es el producto del preconsciente. Esta organización supone una discriminación Yo no/Yo, adentro, afuera, discriminación finalmente entre en niño y su madre. La represión originaria que ha dado comienzo a lo inconsciente y al preconsciente está formado por dos formaciones simultaneas en las que del lado de lo inconsciente quedaran sepultados las primeras inscripciones sin articulación de sentido que pugnan por satisfacerse de manera perentoria y autoeroticamente, es decir, en el cuerpo; y evita que de este modo que el sujeto este compulsado permanentemente a la descarga.
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