Problemas Axiológicos.

Cuando escuchamos sobre los problemas fundamentales de la axiología pensamos que son aquellos que encontramos en los libros, en revistas, artículos y en congresos filosóficos; pero no solo sólo están presentes ahí. Los problemas axiológicos se encuentran presentes a cada momento de la vida diaria, incluso se podría decir que las cuestiones filosóficas más complicadas se debaten a diario en la calle.

Como bailarina me encuentro ante un gran debate y discusiones continuas a la hora de concursar; pues un panel de jurados se conforma por tres o cuatro personas, todos bailarines ejecutantes o maestros. Ellos tienen ciertos criterios para ponerle la calificación a una bailarina, ellos te califican la técnica que tiene, la intensidad de los movimientos, la comunicación, el estilo, el físico y por último que tenga un nivel apropiado a la categoría. Se supone que ellos tienen esta rúbrica para poder calificar las mismas cosas, pero yo no veo apropiado calificar eso, pues dependiendo de la persona pueden variar las calificaciones. Estoy de acuerdo que califiquen la técnica, eso está bien para estilos como la danza clásica, danzas polinesias, danzas árabes u otros estilos de baile que tienen una historia y hay antecedentes que dicen que así se deben de hacer los pasos; pero si hablamos de la danza contemporánea, los estilos urbanos o del estilo libre no podemos calificar la técnica, pues no existe tal cosa en esos tipos de baile. Al respecto de la intensidad del movimiento podríamos decir que está bien que lo califiquen, pues un bailarín tiene que poner cierto grado de fuerza al interpretar su baile, pero la única persona que sabe cuánto esfuerzo pone el bailarín es él mismo, a veces decimos que “Lo hizo muy fuerte”, pero no podemos saber eso, la fuerza se mide con otras herramientas, no es algo que a simple vista lo podamos ver, eso quiere decir que cada juez va a interpretar de su propia manera la intensidad que el bailarín le pone a su baile. Si nos referimos a la comunicación entre las dos o más personas que interpretan un baile y decimos que no hay comunicación entre ellas, no podemos saber si eso es cierto o no, pues no sabemos la intención del coreógrafo y si nos referimos a un solista, no podemos decir que no tiene comunicación con el público, podemos decir que la persona no trasmitió algo, pero ese concepto es muy amplio, pues es un arte el cual puede trasmitir múltiples emociones y cada quien puede captar una emoción diferente. Refiriéndonos al estilo es otro concepto muy amplio para poder calificar, pues como juez tienen un tipo de danza y cada quien tiene su propio estilo; poniéndolo en otra situación más entendible, podemos decir que en la escuela existen diferentes materias, diferentes temas dentro de las materias y al momento de estudiar cada quien tiene sus formas de hacerlo, pues en la danza es lo mismo, existen muchas modalidades, en cada modalidad hay un género y cada persona tiene su propia forma de interpretar lo que baila, cada quien le pone su estilo y eso es lo que a un bailarín lo hace único. Antes del gobierno de Ivonne Ortega no eran aceptadas las personas con sobre peso o no con las medidas estereotipadas en Bellas Artes, la ex gobernadora fue quien dijo que se le tenía que dar oportunidad a todas las personas de poder entrar a la modalidad que quisieran sin importar el físico; eso fue solo para entrar a clases, pues aparte de que las maestras en cada academia eligen a las personas que van a concursar y les dicen que deben de tener ciertas medidas de cuerpo, también al momento de calificar los jueces evalúan eso; pero no hay nada escrito donde diga que el físico debe ser “tal” para ser una bailarina. Por último te califican que lo que hagas esté de acuerdo con la categoría en la cual concursas; si califican llegar hasta cierto nivel, también sería apropiado quitar puntos si se pasan de ese nivel para la categoría, otra opción podría ser que dejen de medir las categorías por edad, pues todos los bailarines son diferentes, cada quien tiene cosas facilidades y dificultades diferentes e igual depende de la modalidad que estés interpretando. El punto de todo lo anterior se puede resumir con preguntas; ¿Qué sucede con las modalidades que no tienen técnica? ¿Cómo miden la intensidad y fuerza con la vista? ¿Quién informa previamente de las intenciones del coreógrafo? ¿Cómo se califica el estilo si es algo que nos hace únicos? ¿Por qué el físico se califica si lo que haces es bailar? ¿Qué sucede si tienen la misma edad pero no el mismo nivel? Todas estas preguntas las podemos responder sencillamente, pero nuestras respuestas no van a ser las mismas; cada quien tendrá su punto de vista al respecto de cada cosa. Ahora enfoquémonos en los jueces, supongamos que son 3 jueces lo que tienen que calificarte, uno te califica poniéndote todo positivo, el otro te pone todo negativo y el tercero decide ponerte todo positivo; por mayoría vas a ganar, puedo hay dos que te calificaron positivo, pero eso no quiere decir que al tercero le hayas gustado o que haya cambiado de parecer, simplemente no va a poder hacer nada al respecto.

De gustibus non disputandum, es un adagio latino que logra poner fin a las discusiones o a los desacuerdos en cuestión de opinión, pero no consigue resolver el problema. En otras palabras se puede definir como las conocidas frases de “Para gustos los colores”, “En gustos se rompen géneros” o en mi opinión el más entendible “Sobre gustos no hay nada escrito”. Quien afirma esta tesis le da un valor íntimo a su opinión respetando el valor que las demás personas le dieron.

Si todos tuviéramos una mentalidad subjetiva del gusto y cada persona tuviera su propia manera de ver las cosas el mundo sería un caos, no habrían pautas, reglas, normas; cada quien tendría en mente que lo que hace está bien, pero eso no quiere decir que para los demás lo vaya a estar, muchas acciones chocarían y causarían conflictos, pero cada quien vería lo que hace como algo bueno. ¿Pero quién pone esas pautas, reglas y normas? ¿Quién decide

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