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Psicologia del desarrollo: adolescencia


Enviado por   •  27 de Julio de 2015  •  Informes  •  2.900 Palabras (12 Páginas)  •  159 Visitas

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2015

“La inocencia que perdí se transformó en coraje…

Sé muy bien de dónde vengo pero no sé a dónde voy,

avanzando por instinto, estallado de pasión…”

En la siguiente descripción se propone reflexionar sobre los aspectos más relevantes que hacen a la adolescencia en el desarrollo de la personalidad y los factores que influyen (Aspectos bilógicos y psíquicos, cultura, familia, sociedad, grupo de pares) Para esto se intentara responder la siguiente pregunta: ¿Como cada uno de estos factores, influyen en este proceso del desarrollo? No se niega que exista una psicogénesis o un desarrollo psicológico pero lo que va a decir Lacan es que eso no tiene nada que ver con la cuestión del Sujeto del Inconsciente del que se ocupa el psicoanálisis tal como él lo entiende. Para entender esta construcción se hará un recorrido por la construcción psíquica del sujeto y su etapa adolescente en la cual se centrara esta descripción.

Toda la fisiología del recién nacido, está al servicio de la supervivencia únicamente. La maduración del aparato sensorial y motor. En la etapa de la lactancia se hablara de una simbiosis extrauterina El recién nacido se ve sujeto a un abrumador cambio en su fisiología, tiene que volverse activo para resguardar las necesidades básicas de la vida (respirar, mamar y deglutir) Aparece como factor destacado el desarrollo de la confianza.

El genuino espíritu materno de una madre y su capacidad y deseo de proteger al infante harán al desarrollo de la confianza. El estado general de confianza de una recién nacido implica no solo que uno ha aprendido apoyarse en la mismidad y continuidad de los proveedores externos, sino también que puede confiar en si mismo y en la capacidad de los propios órganos para hacer frente a las necesidades; que se es capaz de considerarse a si mismo lo suficientemente merecedor de confianza como para que los proveedores no necesiten ponerse en guardia o alejarse.

El monto de confianza que se extrae de la experiencia infantil más temprana depende de la calidad de la relación con la madre. La madre crean un sentimiento de confianza en sus hijos, mediante ese tipo de dirección que combina en su calidad la satisfacción sensitiva de las necesidades individuales del bebe con un firme sentimiento de confianza personal, dentro del marco confiado del estilo de vida que caracteriza a su comunidad. Esto constituye la base de sentimientos y seguridades del niño que se combinaran con un sentimiento de estar muy bien, de ser el mismo y de llegar a ser lo que otras personas esperan que llegue a ser.

La confianza es el correlato intra-psíquico del estado pasivo, receptivo y dependiente del infante; desempeña un importante papel en su economía metabólica y psíquica, mantiene la unidad madre-hijo y así protege al infante de la intensidad de los estímulos externos. Esta actúa como una protección emocional, facilita el aprendizaje. De lo contrario el no desarrollo de la confianza hace una situación diferente cuando la posición afectiva de la confianza primaria no puede desarrollarse. Las condiciones que conducen a la perturbación entre la relación madre y el niño mantienen al infante en un estado de tención. La conducta del infante revela la no comunicación entre madre-hijo, este último no confía en que sus necesidades serán satisfechas. Su capacidad para aprender quedara inhibida y en casos extremos en vez de una conducta de aprendizaje desarrolla una conducta refleja.

La adolescencia y la construcción de la sexualidad.

El motor que vehiculiza a la sexualidad puede desarrollarse desde la teoría de la libido, la cual originariamente se entiende como un concepto anatómico. Los órganos productores de libido son las “zonas erógenas”. Allí se estimula y gratifica la necesidad instintiva. “Auto-erotismo”. Es la gratificación lograda por la auto manipulación de la zona donde se percibe la necesidad. En el centro de la organización del desarrollo se haya la zona erógena dominante, dentro de una edad especifica en tal sentido se habla de la fase “oral”, “anal” y “genital” del desarrollo.

La maduración sexual física se acompaña con el reconocimiento del hecho de que a pesar de todos los esfuerzos que se hagan para imaginarse como alguien tan capas como la madre y el padre, ni siquiera en un futuro remoto se podrá ocupar el lugar del padre en las relaciones sexuales con la madre, o el de esta en las relaciones sexuales con el padre. Las profundas consecuencias emocionales de la compresión de este hecho y los temores mágicos asociados con él, estructuraran lo que Freud denomino el complejo de Edipo. Este se basa en la lógica de la evolución que determina que los niños depositan sus primeros sentimientos genitales en las figuras maternas adultas que son las que proporcionan bienestar a sus cuerpos y desarrollan su primera rivalidad sexual en contra de los individuos que son los poseedores sexuales de esas personas maternas.

Para los dos sexos la pubertad será el momento de reactualización de la elección de objeto infantil pero con la particularidad del hallazgo del nuevo objeto por fuera del otro parental. Llegado a la pubertad, es caracterizada por una lucha interna en abandonar las identificaciones al padre, destituirlo del lugar del ideal para así dar lugar a las nuevas identificaciones y a los nuevos ideales representados por nuevas figuras. Dicho momento esta caracterizado fundamentalmente por la rebeldía y la ambivalencia y se manifiesta en el cuestionamiento al padre en su destitución en tanto garante más importante hasta ese momento de la verdad para el niño. Ese momento implica, entre otras cosas el pasaje de esas identificaciones endogámicas a las exogámicas impuestas por la cultura. Freud dice que la pubertad trata de despertar la oleada pulsional. Irrupción de un nuevo ideal que empuja, que desorganiza el modo en que se la venia arreglando al sujeto-niño. Por esto hay que pensar las teorías sexuales infantiles como un modo de conjugar real y sentido, entonces la irrupción pulsional de la pubertad conmociona el modo en que real y sentido se venía conjugando. El despertar de la pubertad trata del encuentro con el otro sexo. Metamorfosis del cuerpo que modifica la relación con los objetos. El otro del saber (figuras parentales) se presenta inconsistente para significar lo que sucede a nivel de cuerpo propio del púber. La relación con los ideales parentales, la posición infantil de creer en el otro se vuelve inestable y dubitativa. En la pubertad aparece otro que no tiene las respuestas.

Lacan dice a propósito de los adolescentes que comienzan

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