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Psicología del desarrollo II CONCEPTOS SOBRE ADOLESCENCIA (Ficha Freud, Lacan, Flesler)


Enviado por   •  7 de Julio de 2021  •  Resúmenes  •  73.853 Palabras (296 Páginas)  •  89 Visitas

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Psicología del Desarrollo II

CONCEPTOS SOBRE ADOLESCENCIA  (Ficha Freud, Lacan, Flesler)

La llamada naturaleza humana no es espontánea, es decir, ser humano no se nace, sino que se hace, el rasgo humano es algo a producir. Hace falta tiempo, pero no tiempo reloj, cronológico ni evolutivo, no es el tiempo continuo, más bien hablamos de discontinuidades.

Tenemos un tiempo que se sucede, continuo, pero dentro de ese tiempo de las sucesiones se producen las discontinuidades.

Hay un tiempo de reversibilidades, que nos hace suponer que hay un pasado, un presente y un futuro, relativo al momento en que uno lo hace mención, puedo recordar lo del pasado en el presente y pensar algo del presente referido al pasado (hace el tiempo reversible).

Y hay un tiempo de cortes, es un momento de corte del tiempo. Estos son tiempos de operaciones de corte de sucesión con algo que se hace antes o después, pero estas operaciones son necesarias para que el tiempo pase, y sin ellas no se produce la subjetividad humana, el tiempo subjetivo, que nos hace sentir que pasa rápido, o lento, según sea placentero o no.

Como efecto de estas operaciones, algo va a producirse, pero es contingente, porque pueden realizarse o no. Queremos decir que no viene producido.

Los fenómenos que se van produciendo en cada edad, en tiempos cronológicos, son producto de operaciones, no se dan naturalmente como dice la psicología evolutiva.

No se trata de etapas que evolucionan, asimilando c/u algo de la anterior y progresando, no se trata de un estado e inmadurez a uno de madurez, el hecho de que un bebé coma, camine, juegue, etc., que un cuerpo haga todas esas cosas, son efecto de operaciones que pueden o no realizarse.

El cuerpo propio no surge naturalmente, la biología sola no nos alcanza para apropiarnos de un cuerpo, para poder moverlo, para gozar con él.

Son necesarias operaciones de lenguaje; y el hecho de que seamos seres hablantes es que la palabra ponga una distancia respecto al objeto que se quiere nombrar. Podemos decir árbol sin poner aquí el objeto para que se entienda.

Esto implica una pérdida: que cuando alguien dice la palabra y el otro dice que entiende, entre el que dice y el que entiende hay una diferencia, porque la palabra no representa estrictamente la cosa, por lo tanto se da un malentendido permanente.  

Entonces hay una ganancia: la palabra que conlleva una pérdida. La primera operación en juego para el hablante: el acceso a este mundo de los hablantes implica una distancia, una pérdida en relación a la inmediatez de la cosa real, del objeto del que se habla.

Si del objeto que hablamos es el cuerpo (para tener un cuerpo hace falta tiempo, no nacemos con un cuerpo) la conformación del mismo comienza antes del nacimiento, y lo hace contradiciendo todo real allí existente.

La embarazada dice que tiene un bebé, es el Otro materno el que empieza donando un cuerpo, donde todavía no lo hay. La madre ya está produciendo un engaño (que no es mentira), es una operación necesaria, primordial, anterior al nacimiento mismo.

Este engaño viste (reprime, vela) algo muy real, con algo imaginario, la mamá imagina que tiene un ser humano, se imagina un cuerpo dentro de su cuerpo, dona un cuerpo donde no lo hay, imagina un cuerpo separado del de ella, tiene algo adentro, cuando en realidad es una prolongación de su propio cuerpo.

Es decir, hay un real que es cubierto por lo imaginario, además lo nombran “bebe”. La problemática se presenta cuando una palabra quiere nombrar la significación, lo que significa ese bebé; por eso el  problema de buscarle un nombre que nombre todo lo que significa.

Esta operación de represión, engaño, velamiento de lo real, es una operación de constitución del cuerpo, que puede o no producirse.

Esto implica ya un anudamiento de ese real que queda cubierto por una imagen, y además que eso sea nombrado. Pero para que esto ocurra es necesario que eso llamado bebé tenga un valor, que la madre tenga una ilusión de valor que eso tiene.

Y para hablar de ese valor hay que comenzar por la equivalencia: pene = niño, pero aquí el signo igual implica lo diferente porque cuando una palabra quiere nombrar al objeto es una diferencia. Ese igual quiere decir que son equivalentes y una equivalencia no es identidad, implica una no identidad.

Equivalentes quiere decir que son intercambiables que puede venir uno en lugar del otro, uno por otro.

Lo que hace equivaler a un pene con un niño es el articulador, llamado Falo; corresponde a una función: de creer que efectivamente hay un objeto, que es el falo. ¿Y que es el falo? Falo no hay. Es una creación de un articulador que hace pensar que algún objeto va a ser el objeto que efectivamente es, es decir que ese objeto, es “el objeto” y ya no hace falta buscar otros, que es el de la satisfacción, ya se dijo que no hay en el lenguaje ninguna palabra que represente efectivamente al objeto. El falo quiere decir eso, que se cree que hay un objeto que puede procurar la satisfacción y sin embargo nadie vio un falo.

El falo se representa en las diferentes culturas un pene erecto, pero un pene siempre erecto es lo que no hay, de allí que un pene no es un falo. Entonces el pene es la sustitución del falo y puede funcionar gracias a que no es. Es decir, que el deseo surge justamente gracias a que no hay ningún objeto que sea el falo, esta es la condición de equivalencias, de que venga un objeto en lugar de otro y de que una embarazada pueda decir: tengo un bebé, quiero algo que viene en lugar del falo.

Se suele hablar de la madre fálica, madre con falo, no la madre castradora, esta no está castrada.

Entonces como ya se dijo, en esta primera operación, el Otro materno dona un cuerpo, es el tiempo en que el Otro materno se ilusiona con que ese bebe le va a traer toda la satisfacción. El niño aparece para la madre como un objeto para su goce.

Tiene que existir esta ilusión para que esa madre lo alimente, y además tiene que suponer ante el llanto del bebé, que tiene hambre. El primer hecho del lenguaje del ser hablante es que le otorgue a ese llanto una significación. Es necesario que ella lo incluya en esa demanda: que al bebé le pasa lo que la mamá dice que le pasa. El Otro sabe e incluye a este ser indefenso en el circuito de su demanda.

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