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RELACIÓN DE LA MUERTE CON LA PSICOLOGÍA


Enviado por   •  25 de Mayo de 2015  •  2.132 Palabras (9 Páginas)  •  147 Visitas

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RELACIÓN DE LA MUERTE CON LA PSICOLOGÍA

Significado de la muerte.

El sentido de la muerte se encuentra en la vida misma, en cuanto sabemos que vamos a morir, dirigimos nuestros esfuerzos hacia la vida intensamente vivida, el morir nos enseña a amar, querer, recordar. La muerte postergada hacia la eternidad no puede sino constituir el más absurdo de los absurdos. En cuanto ésta dejaría de ser fuente de vida, vivir en el más acá, requiere la certeza de la finitud. La muerte es un espejo en el cual contemplamos nuestra vida entera, la historia personal se perfila hacia un proyecto común de todos los hombres, de los que están y los que vendrán, el dialogo del espíritu con el corazón, resuelven su acuerdo de vida en un instante, el corazón ofrece energía para la acción, y el espíritu ofrece un viaje hacia el crecimiento. Entender esto, significa entender que la vida misma no es más que un periodo pequeño de nuestra existencia.

La vida cobra sentido en cuanto se revela como un tránsito, morir es cambiar de estado y el bien morir puede ser entendido en términos de desprenderse finalmente de todo lo material que nos confina a este mundo para facilitarnos el paso a la eternidad. El bien morir es estar dispuesto con humildad a despedirse de la vida, entregar la existencia que nos fue dada, sin rencores ni arrepentimientos, sin culpa y sin dolor.

¿Por qué vivir si sabemos que vamos a morir ?

Porqué en la vida encontramos el significado de la existencia y en la muerte encontramos el significado de la vida, el convencimiento de nuestra muerte nos impulsa a trabajar, a hacer, a producir, sin posponer inútilmente nuestro destino. La presencia de la muerte nos pone frente a nuestra responsabilidad, que es la de hacer de la vida el sentido mismo de la existencia.

La pena de muerte y el duelo.

Toda muerte exige un duelo, o sea una elaboración e integración del acontecimiento de la muerte como parte de la vida de un sujeto, se debe asimilar hasta el punto de reconstruir la vida sin el ser amado, recordándole con amor y cariño, y comenzar el desarrollo de una vida normal, cumpliendo con todas la exigencias sociales.

La muerte es un hecho muy duro, tanto como para quien lo vive como para los que lo rodean (sobrevivientes). Estos últimos deben aceptar su aflicción, o sea el hecho objetivo de la perdida y el cambio de su condición social de vida en cuanto a la desaparición de la persona muerta. Así una esposa debe asumir su condición de viuda, por ejemplo.

Una cultura debe estar dispuesta a resolver el problema del dolor de sus miembros por medio de rituales y ceremonias, y en resumen por medio de espacios para elaborar la pérdida con un gran soporte social. Por ello sus condiciones de luto serán primordiales para lo que a salud mental se refiere. Esta acción eminentemente cultural permite abordar la muerte desde una mirada social de reconocimiento de sus miembros, como una pérdida total de la cultura y no una difusión particular sin importancia. Las culturas deben estructurar el dolor por medio de tradiciones y ritos que ayuden a sobrellevar el dolor.

La forma en que sentimos la pérdida como algo muy doloroso tiene gran importancia. La persona afligida debe aceptar la dolorosa realidad, para ello debe dejar el vínculo con la persona fallecida, organizar la vida sin esa persona y desarrollar nuevos intereses y relaciones. Para poder describir una pena normal debemos mencionar las etapas que subyacen en ella:

• Fase inicial: (varias semanas) la muerte se vive como algo impactante e increíble, los sobrevivientes se sienten muy abrumados, aturdidos y confundidos. Estas condiciones constituyen en algún aspecto una defensa de los dolientes para protegerse de sus reacciones intensas. Todo este periodo está acompañado de un fuerte correlato fisiológico, emocional y psicológico que vulnerabili en demasía al individuo. Tiene accesos de náuseas y un profundo sentimiento de vacuidad por la impotencia ante la vida.

• 2º fase: (6 meses o más) persiste la preocupación por la persona fallecida. Realiza un gran esfuerzo por entender la muerte sin lograrlo debido a que no es capaz de aceptarla, en esta etapa hay mucho llanto, insomnio, fatiga, pérdida de apetito, etc. este periodo de crisis es necesario, pues en medio de este dolor se evalúa emocionalmente la relación que en vida tuvo con el fallecido. Para elaborar la muerte esto es esencial, dado que en este periodo se rescata la intensidad de las emociones compartidas y se tiñen los recuerdos para revivirlos hasta la eternidad.

• Fase final: el tiempo es muy variable, esta es el periodo de la resolución, la persona reanuda el interés por sus actividades diarias, recordando al muerto con cariño y tristeza en vez de dolor y nostalgia. Se asume la idea de que la vida continúa y de que existen otros motivos por los cuales luchar.

Cuando deformamos el dolor que sentimos por el fallecido nos arriesgamos a vivir una pena patológica, es muy probable que a la base de ésta exista un desorden de la personalidad o una relación altamente dependiente u hostil con el fallecido. Muchas veces se vivencia la pena de esta manera debido a las circunstancias traumáticas en que pudo ocurrir el episodio de muerte y la prestancia social de apoyo deficiente que pudo sufrirse. Esta forma distorsionada de elaborar la pérdida puede traer con sigo la presencia de hiperactividad compulsiva, identificación patológica con la persona muerta, deterioro físico, depresión, culpa, ira, etc.

La muerte de un ser querido es una de las situaciones más duras que tiene que enfrentar un ser humano. El duelo no es una enfermedad. La enfermedad sería no hacerlo. El duelo es doloroso, y no podemos hacer nada para evitarlo. No hay atajos, no hay una varita mágica. El dolor es el precio que pagamos por crear lazos estrechos y amar a otras personas. Si no nos doliera perder lo que queremos, si no amaríamos por no enfrentar ese dolor, dejaría de tener sentido toda nuestra existencia.

Aunque el proceso de duelo se pone en marcha de manera natural en todas las personas, hay situaciones que pueden hacer más difícil, más duro, más largo el camino de la recuperación.

Cómo fue la muerte. No es lo mismo una muerte esperada a la que nos hemos ido preparando, que una muerte repentina. Y si la muerte es inesperada, no es lo mismo que la causa sea una enfermedad, por ejemplo, un infarto, que algo traumático o violento cómo un accidente. Todavía será más difícil si ha sido por un suicidio o como consecuencia de un asesinato…

Cómo

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