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Reflexividad y Autorrelatos del sujeto cognoscente: desde la subjetividad a la subjetividad objetiva

karinyermanyEnsayo2 de Junio de 2020

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Reflexividad y Autorrelatos del sujeto cognoscente: desde la subjetividad a la subjetividad objetiva

INTRODUCCIÓN

El concepto de subjetividad está vinculado a una cualidad; lo subjetivo. Este adjetivo, que se origina en el latín subiectivus, se refiere a lo que pertenece al sujeto, estableciendo una oposición a lo externo, y a una cierta manera de sentir y pensar que es propia del mismo…En este sentido, puede afirmarse que la subjetividad es una propiedad opuesta a la objetividad. Mientras que la primera se sustenta en la opinión y los intereses propios del sujeto, la objetividad implica tratar a los conceptos como si fuesen cosas, de manera distante y con la menor implicación personal posible (Pérez y Gardey, 2008).

Este concepto de subjetividad atiende a las formas tradicionales de representación de la actividad científica, en general herederas del positivismo, donde se contraponen un “sujeto” que conoce y un “objeto” que se busca conocer. En las ciencias sociales, se ha llegado a entender esta relación como una correspondencia entre sujetos, donde el investigador y el investigado se influyen mutuamente. Considera al individuo humano en su entorno, como una totalidad portadora de la síntesis de lo objetivo y lo subjetivo, en un contexto de interinfluencias donde, al mismo tiempo en que se incorpora la realidad a la subjetividad, también se traslada el producto de la subjetividad a la realidad. Es decir, como señala Vigotzki (según se citó en Capote, 1999) lo ínter e intrapsicológico tienen una unidad de origen que los vincula sistémicamente en un continuo de su desarrollo.

Heidegger (según se citó en Ortiz, 2013) señala que la subjetividad humana no se reduce a la afectividad que comporta, igual que no se reduce a la conciencia. La subjetividad sería entonces el fundamento último de lo que es cierto. Y lo cierto sería lo que la subjetividad desde sí misma pone en la realidad. (p.81)

Según Guber (2011)para que el investigador pueda obtener un profundo conocimiento de la realidad social, del comportamiento humano, las razones detrás de este comportamiento, los significados que se enlazan con dicha realidad e incluir la perspectiva de sus miembros, es necesario que esté atento y someta a un análisis permanente las tres dimensiones de !a reflexividad: la reflexividad del investigador en tanto miembro de una sociedad o cultura; !a reflexividad del investigador en tanto investigador, con su perspectiva teórica, sus interlocutores académicos, sus hábitos disciplinarios y su epistemocentrismo; y las reflexividades de !a población que estudia.(p.46)

 Para Harding (según se citó en Cruz, Reyes y Cornejo, 2012) la mayor objetividad se produce al dar cuenta de las posiciones de partida y las relaciones en que nos inscribimos, considerando nuestra parcialidad y contingencia. El carácter responsable del conocimiento situado donde el sujeto cognoscente reconoce que la producción del saber es parcial, porque se construye desde una posición epistemológica y atravesado por coordenadas de experiencias e identidades, presupone el ejercicio de una “reflexividad fuerte donde  el sujeto de conocimiento no se desvincula del proceso de investigación y los efectos que provoca” (García Dauder, según se citó en Cruz, Reyes y Cornejo, 2012, p. 258).

Los relatos de vida dan cuenta de lo social inscrito en lo individual, del sujeto como producto y productor de lo social. Así, por medio de ellos se logra la aprehensión de las dimensiones sociales, políticas, ideológicas e institucionales que ella porta…Las historias de vida constituyen un recurso de indudable valor en la metodología cualitativa, puesto que nos sitúan en la reconstrucción de las acciones pasadas y nos permiten no sólo observar cómo los sujetos reconstruyen las representaciones sociales en sus prácticas individuales, sino también aprehender la relación -dinámica, dialéctica y dialógica- entre lo subjetivo y lo social. (Brinkmann, 2009, p.368).

El autorrelato le permite al investigador tener un profundo conocimiento de sí mismo. El centro del análisis no está en el autorrelato como un simple relato del transcurrir de la vida, sino como una potencia movilizadora de la conciencia, como un “proceso que subyace en la en la interacción con un otro y que genera un proceso de aprendizaje” (Rendón y Rendón, 2015, p. 18).

El autorrelato al poder estar dirigido hacia el mismo investigador y/o hacia otros,  le permite ejercitar una reflexividad fuerte; moviliza su conciencia, le permite tener un profundo conocimiento de sí mismo, sobre sus condiciones personales, sobre los esquemas de actuar, pensar y sentir asociados a su posición social que condicionan su actitud ante los otros; tomar decisiones en el trascurso de la investigación considerando lo que puede vivenciar el sujeto investigado; experimentar qué y cómo nombrar y narrar a un otro y a sí mismo, asumirse como parte del “objeto de estudio”, revisitar parte de su propia vida, manifestar su dimensión afectiva y ejercer un cuidado del otro y de sí mismo  en la producción y análisis de los autorrelatos.

En el autorrelato del sujeto cognoscente, éste se desplaza desde el lugar tradicional del investigador distante del “objeto” y, por tanto, de la operación propia de una concepción moderna de la producción del conocimiento científico, a saber: la representación “desinteresada” del objeto. Con dicho desplazamiento se asume que operó lo que Haraway (1997) apunta como “difracción”, es decir, más que un “reflejo” del objeto de estudio, una producción de él a partir de la articulación semiótico-material y política entre sujeto investigador y objeto. (Cruz, Reyes y Cornejo, 2012, p.269)

Como señala Rendón y Rendón (2015) “la necesidad de encontrar un orden y un sentido a la vida, son la base de todo proceso de investigación autobiográfica” (p.18).

DESARROLLO

Capote (1999) señala que la Subjetividad puede tener diferentes facetas referenciales: a) es ante todo una dimensión de la Realidad que tradicionalmente se ha definido por oposición a la Objetividad, pero que reclama una redefinición más propia como objeto de estudio; b) puede ser considerada también como una forma particular de reflejo que tiende a integrar contenidos con funciones y procesos psicológicos en un todo, que se conforma a partir de formas específicas de contacto con la realidad y es expresión del funcionamiento del sujeto como un todo; y c) se puede hablar de Subjetividad también cuando se hace referencia al producto subjetivo.(p.18)

La Subjetividad como forma particular de reflejo puede ser considerada una refracción de la realidad, pues este concepto trae a colación y enfatiza lo que el sujeto aporta en la construcción de su representación de la realidad. Por tanto, podemos decir que la Subjetividad es un producto que se construye a partir de dos tipos de elementos: los propiamente psicológicos, que apuntan hacia el interior de los sujetos, y los sociales, que señalan un movimiento, una proyección hacia fuera, hacia la acción del sujeto en su proyección hacia un universo activo que sirve a la vez de fuente para la obtención de nuevas impresiones y que garantiza, como contexto, las direcciones de la interactividad donde se realizan estas construcciones.(Capote, 1999, p.19)

La realidad objetiva depende de la subjetividad, puesto que no es un hecho o dato separado de su entorno o de la experiencia humana. Necesita de ella para configurarse conceptual y comprensivamente. “La mente no se limita a reflejar el mundo, sino que lo presenta ante el propio sujeto mediante configuraciones conceptuales, las cuales no son un reflejo mecánico, dogmático y fotográfico de la realidad objetiva, sino que configuran expresiones de éste, que surgen en las relaciones sujeto-sujeto”(Ortíz, 2013, p.82).

En el campo de la investigación social cualitativa se ha descartado la posibilidad de un conocimiento independiente de los investigadores, asumiendo que todo conocimiento es “portador de características del sujeto que conoce, y por tanto, irrevocable e intrínsecamente subjetivo” (Breuer 2003, p.2). Existe una coproducción del conocimiento; toma la comunicación entre el investigador y el investigado, las subjetividades de ambos y las reflexiones del investigador sobre sus acciones, observaciones, sentimientos e impresiones en el campo. Todo se transforma en datos, forman parte de la interpretación y son documentadas en diarios de investigación o protocolos de contexto. (Flick, 2007, p.20.)

El conocimiento es un producto social, y “su proceso de producción colectivo está atravesado e influenciado por los valores, percepciones y significados de los sujetos que lo construyen” (Galeano, 2004, p.18) y localizado según contextos socio-históricos y geopolíticos. Desde esta perspectiva, el conocimiento daría “cuenta del carácter construido de los significados, de las normas, de las orientaciones, de la producción y reproducción del mundo social por vía de las prácticas sociales entre las que se encuentra el lenguaje” (Vasilachis de Gialdino, 2009, p.11).

Para Harold Garfinkel (según se citó en Guber, 2011), fundador de la etnometodología, el mundo social no se reproduce por obra de las normas internalizadas, sino en situaciones de interacción donde los actores son ejecutores activos y productores de la sociedad a la que pertenecen. Las normas, reglas y estructuras no proceden de un mundo exterior, independiente de las interacciones sociales, sino que se constituyen en las interacciones mismas. “Los actores no siguen las reglas sino que las actualizan, y al hacerlo interpretan la realidad social y crean los contextos en los cuales los hechos cobran sentido…Para los etnometodólogos, el vehículo por excelencia de reproducción de la sociedad es el lenguaje” (p.42).

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