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Sujetos Y Subjetividades


Enviado por   •  14 de Septiembre de 2013  •  3.560 Palabras (15 Páginas)  •  375 Visitas

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MÁSCARAS SUBJETIVANTES Y ENTRAMADOS CULTURALES

La mirada sobre el sujeto de la educación viene minada de muchos retoques, a partir de cambios en el sistema educativo, conflictos de identidad y filiación de hijos de desaparecidos. La autoridad como forma de imposición de los adultos hacia los chicos se debilita por falta de reconocimiento. La violencia comienza a avanzar cada vez más y se hace visible como forma de autoritarismo desmedido.

Se otorga legitimidad a la escuela pública, a partir de la sanción de la Ley Federal de Educación , lo que perfila una infancia heterogénea de experiencias. El hecho de ser conscientes acerca de la importancia que se da a la educación, comporta pensar en valoraciones que fueron cambiando y modificándose a lo largo del tiempo. Se habla de sujetos pensantes y no estáticos, sujetos que tienen historias que los convocan en tantos actos de la vida diaria. Es por ello que resulta complejo imaginar una estructura homogénea, sin movimiento y manipulable.

El desorden social puede volver a organizarse solo, y el sujeto cognoscente está ante una realidad objetiva, la que puede graduar y modificar por sus acciones. La cultura está viva, absorbe y viene absorbida por el hombre, ya desde que entra en contacto con ella y empieza a actuar como protagonista de la historia que va construyendo. Hay reciprocidad de coincidencias y conexiones que van ordenando diferentes miradas. Los individuos se distinguen como individuos pertenecientes a la masa, pero también lo individual se diluye en la desarmonía colectiva.

Se puede pensar en las innumerables historias que hacen eco en los sujetos y que detienen sus pasos o los hacen avanzar, a veces de manera equivocada. Por estas razones, entrar en la cultura es prepararse a fluctuaciones continuas y acciones contingentes marcadas por el azar, por los que conviven en el universo reglado y desarticulado a la vez.

Comenzar a reconocer al otro comporta un importante proceso de exteriorización ontológica. Pensar en la mirada ajena, que aclama y que enriquece la propia, la que busca aceptación en otros sujetos que están ahí, expectantes también, es promover la autoconfianza y entonces, educar para el encuentro, en la intersubjetividad y libertad.

En la actualidad, la constitución del sujeto está vaciada de identificaciones. Las instituciones no toman la voz de los jóvenes que van en la búsqueda de caminos propicios para la integración grupal, donde el reconocimiento de sí está dado por algún referente, por el compañero o integrante del movimiento que se elige para ciertas prácticas. El terreno situacional invita a la fusión de sujetos en ámbitos no reglados por ninguna institución y los rituales se concretan en las necesidades, con valoraciones que involucran a otro u otros.

En cuanto a los establecimientos educativos, al poder y autoridad que se ejerce, a veces en modo silencioso, conviene preguntarse de qué manera se llega a establecer una relación que marca asimetría y genera desconfianza y retracción del sujeto a educar. Las convivencias de poder se encuentran presentes siempre y quedan encubiertas bajo el manto educativo y formador. Es el mismo sujeto, con sus miedos y su indefinida libertad, que se deja poseer en la mirada del otro, en la medida que acepta la irregular asimetría y se deja capturar en la desidia entre el ser y el deber ser.

Dominación, autoridad y poder siempre presentes, en todos los espacios de relaciones humanas: escuela, trabajo, juegos, amistades, etc. La promoción del orden en las escuelas y en las aulas se ajusta al “gobierno de las almas y los cuerpos”. Tiene que ver con un orden social que es necesario mantener, que es moralmente necesario establecer y que encubre autoritarismo y poder, sin compromisos intersubjetivos autorizantes, por el contrario, dominantes. Es pertinente decir que “el hombre verdaderamente libre sólo quiere lo que puede y hace lo que le conviene” : aleación entre individuo y sociedad.

Bajo los disfraces en que se oculta la autoridad, se torna conveniente pensar en la educación de sujetos que se autogobiernan en la relación con otros, en la promoción de actitudes razonadas y pasibles de violencia e imposición de voluntades. Se habla de formaciones morales, inculcación de valores que se ajustan a lo que quiere la sociedad en un cierto contexto. Y las formas correctas de tomar posición en la vida están condicionadas por lo bueno y lo malo, por lo justo y lo injusto, por lo conveniente o lo inconveniente.

El autoritarismo se despliega en todas las relaciones y trae consecuencias sobre el individuo cuando toca su psicología: los resortes subjetivos internos. De manera que ciertos modos de hacer conllevan a prácticas de sometimientos, aunque cabe diferenciar la necesidad de guiar y contener que se desarrolla en familia, en la escuela, etc. con la presión arbitraria de obediencia subordinante y con una figura legitimada.

La moral toca la puerta de cada persona, en los roles que adopta y con los actores que se ingieren en las relaciones sociales. Las ideas se cristalizan en deberes de conducta que se autoimponen como la resignación del ser y la exaltación del deber ser. Esto funciona así en la vida familiar, profesional, educativa, etc. La escuela y los docentes refuerzan las intenciones de identidad social colectiva, de ser para la aceptación, de aprender de algo, de actuar para una réplica correcta. Estímulo-respuesta y actos controlados forjan seres inanimados y vulnerables.

Se profesan condicionales manifestados por el adulto para el control de ciertas conducciones y ejercicio de influencias: premios, vigilancia y castigos. Los miedos constituyen el motor que lleva hacia respuestas dictaminadas y fijadas en algunas circunstancias, donde el dolor físico o de otra índole impregna la marca, perpetuando así la “idea fija” , el recuerdo de lo prohibido del deber hacer. La escuela se coloca modelando representaciones a través de mensajes, donde género, patriotismo, comportamiento, costumbres y otras tradiciones vienen asimiladas como foco de referencia única.

Se trata de que el docente dirija su atención en promocionar cuestiones de enseñanza de manera diferente y favorecer el aprendizaje de una historia con sentido, lo que conlleva un sentimiento más cercano al patriotismo y a otras insignias demarcadas sin razón. De la misma manera, es necesario fortalecer el armado de diálogos con los chicos, incluirlos en el aula y despertar interés, aportando significación a todo lo que se quiere transmitir: rol docente orientador y guía de prácticas sociales, fuera de ser solamente un “policía de la moral”.

En cuanto a la enseñanza/aprendizaje en la escuela, los chicos traen ideas previas, que los maestros deben considerar como importantes

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