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Resiliencia

soemgava18 de Noviembre de 2013

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Índice

Introducción…………………………………………………………………….....3

1. Desarrollo del tema…………………………………………………………….4

1.1 ¿Cómo se desarrolla la resiliencia?...........................................................4- 5

2. El apego: plataforma para el desarrollo de la resiliencia…………….....6

3. Desarrollando resiliencia: estrategias………………………………………7

3.1 contexto familiar………………………………………………………………...7- 8

3.2 tutores de resiliencia……………………………………………………………8

3.3 sentido de vida…………………………………………………………………..9- 10

4. Investigaciones sobre resiliencia…………………………………………....11- 12

5. Conclusiones…………………………………………………………………….13-14

Bibliografía………………………………………………………………………….15.

Introducción.

“Los niños son inherentemente vulnerables, sin embargo, a la vez son fuertes en su determinación a sobrevivir y crecer”. Radke-Yarrow y Sherman (1990)

La historia es testigo de la inimaginable capacidad que puede manifestar el ser humano para sobreponerse a tragedias, catástrofes, experiencias límites, etc. El ser humano puede mostrar una altísima capacidad para sobreponerse a devastaciones, deprivaciones, pérdidas y experiencias estresantes y dolorosas, y seguir adelante sin perder el sentido de la vida.

El término resiliencia tiene su origen en el mundo de la física. Se utiliza para expresar la capacidad de algunos materiales de volver a su estado o forma natural después de sufrir altas presiones deformadoras.

Resiliencia viene del latín resalire (re saltar). Connota la idea de rebotar o ser repelido. El prefijo re refiere la idea de repetición, reanimar, reanudar. Resiliar es, entonces, desde el punto de vista psicológico, rebotar, reanimarse, ir hacia adelante después de haber vivido una experiencia traumática.

Se debe resaltar que la resiliencia no es un rasgo personal de un individuo. En el desarrollo de este trabajo de investigación veremos cómo los niños se pueden desarrollar adecuadamente más allá de los riesgos que experimenten debido a diversos recursos, muchos de ellos externos a su propia personalidad, tales como el apoyo de los padres y abuelos o bien de comunidades unidas que funcionen adecuadamente. Señalaremos también como las investigaciones sobre resiliencia soy muy relevantes para todos aquellos que buscan reforzar la excelencia en el desarrollo infantil en el mundo actual.

1. Desarrollo del tema.

Ejemplos tan conocidos en la historia de la humanidad como el de Ana Frank, como el de algunos de los sobrevivientes del holocausto judío a mano de los nazis, o muchos de los niños huérfanos sobrevivientes del bombardeo de Londres durante la segunda guerra mundial, que de alguna manera lograron reorganizar sus vidas y sobreponerse al horror de la guerra y la devastación, ponen de manifiesto la gran capacidad del ser humano para resiliar sus experiencias traumáticas.

Resiliencia no se trata de sufrir y aguantar, más que enfrentar y resistir maltratos, heridas, etc., la resiliencia es la capacidad de recuperar el desarrollo que se tenía antes del golpe. La resiliencia de la persona permite superar el trauma y reconstruir su vida.

De modo que la resiliencia no significa invulnerabilidad al estrés o al dolor, se trata más bien del poder de recuperarse después de experimentar duras adversidades y experiencias estresantes/traumáticas.

1.1 ¿Cómo se desarrolla la resiliencia?

Lo primero que debemos decir, es que no se nace resiliente. La resiliencia no es una característica biológica, tampoco se adquiere como parte del desarrollo natural de las personas, no es una competencia que se desarrolla fuera de contexto, por voluntad de la persona. No la construye la persona por sí sola sino que se da en relación con un ambiente determinado que rodea al individuo.

Por otra parte no hay un patrón para edificarla, sino que cada persona va desarrollándola de acuerdo a sus necesidades, y atendiendo a sus diferencias culturales, en función del contexto donde le toca vivir. En este sentido, el contexto cultural toca un papel fundamental en cómo cada persona percibe y lidia con la adversidad y las experiencias estresantes de la vida. De modo que cada persona desarrolla sus propias estrategias para resiliar las experiencias traumáticas. De cualquier modo depende de cómo se de la interacción entre la persona y su entorno. En palabras del biólogo Maturana es un, “baile entre los dos”.

Según el neuropsiquiatra Boris Cyrulnik existen dos factores que propician la resiliencia entre las personas:

• Si la persona en su infancia temprana pudo tramar un principio de personalidad, a través de un apego seguro, el cual se forja en la relación con el otro (cuidador), mediante una interacción e intercambio que teje la resiliencia desde la comunicación intrauterina, pasando por la conexión con el cuidador, especialmente la madre, que provee seguridad afectiva en los primeros años de vida. Este tipo de interacción se convierte en un mecanismo de protección.

• Si luego del “estropicio” (experiencia traumática), se organiza alrededor de la persona, una red de “tutores del desarrollo”, vale decir, la posibilidad de agarrarse o sostenerse de alguien o algo. Este algo o alguien del cual asirse se convierte en un tutor de la resiliencia, que promueve o provoca el desarrollo psicológico sano y funcional después del trauma. Este cuidador actúa como el medio para que el niño desarrolle un sentido de vida e identidad.

2. El apego: plataforma para el desarrollo de la resiliencia.

El apego - la forma como se vinculan el cuidador y el niño a edad temprana, constituye un factor decisivo en la construcción de la personalidad, y en cómo el individuo aprende a regular sus propias emociones. El apego da lugar a los primeros sentimientos y sensaciones positivos (afecto, seguridad, confianza) o negativos (inseguridad, miedo, abandono).

La disposición o necesidad del niño para establecer vínculos estables con sus progenitores o sustitutos de éstos es tan fuerte, que aún ante la presencia de una figura “negativa” éste se establece. En este caso hablamos del apego evasivo, o apego ambivalente, o apego desorganizado. Lo cierto es que la formación del apego ejerce una influencia fundamental para la salud mental y el desarrollo emocional del niño, y tiene un alto impacto en la organización y regulación cerebral. Además tendrá una incidencia determinante en la forma como esa persona en la edad adulta se relacionará y comportará con otras personas. De cómo se vincule el niño a sus cuidadores dependerá el estado de seguridad o inseguridad, ansiedad/temor o estabilidad emocional que desarrollará como adulto. El apego o vinculación afectiva puede ser un predictor de cómo el individuo se comportará de adulto al relacionarse con sus iguales, parejas e hijos. El estilo de apego, pues, comporta un factor de resiliencia psicológica o un factor de riesgo, en cuanto al potencial que tiene para fomentar la salud y bienestar emocional, y el adecuado funcionamiento cognitivo; o por el contrario, por ser la fuente de problemas psicológicos.

3. Desarrollando resiliencia: estrategias.

¿Cómo promover el desarrollo y el forjamiento temprano de los pilares de la resiliencia? O ¿cómo una persona, familia, institución o nación, logra articular y proveer alrededor de la persona que recibió el trauma, los recursos externos que le permitan retomar un tipo de desarrollo más sano y funcional? ¿Qué estrategias se pueden utilizar para promover la resiliencia? Veamos algunos elementos clave en el proceso.

3.1 Contexto familiar

En primer lugar diremos como lo expresa S. Sánchez: “La resiliencia es una característica que se puede aprender como producto de una interacción positiva entre el componente personal y ambiental de un individuo”. Este componente ambiental mencionado por Sánchez, lo constituye, en primera instancia la familia. No hay duda que la mayor responsabilidad para la promoción de la resiliencia recae sobre la familia, es lo que va de la mano con las leyes del desarrollo y la ecología propias del ser humano. Y dentro de la familia, el principal rol promotor de la resiliencia, lo constituye la madre, como cuidadora principal. Es así como la interacción funcional o disfuncional de la madre con el niño, genera en este último los aprendizajes que conformarán la forma de vinculación afectiva y el estilo relacional de fortaleza o debilidad, que será la base para la actuación y respuestas del individuo ante los retos y demandas del entorno. En sintonía con esta línea de pensamiento, los resultados empíricos confirman que el tipo de vínculo afectivo edificado en los primeros años de vida, crean las bases para el desarrollo de una persona capaz y segura, con las fortalezas necesarias para enfrentar y sobreponerse

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