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Resumen 1923 Dos artículos de enciclopedia. Psicoanálisis y teoría de la Libido (solo el Cap. 1)


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2022  •  Resúmenes  •  3.924 Palabras (16 Páginas)  •  62 Visitas

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Psicoanálisis es el nombre: 1) de un procedimiento que sirve para indagar procesos anímicos difícilmente accesibles por otras vías; 2) de un método de tratamiento de perturbaciones neuróticas, fundado en esa indagación, y 3) de una serie de intelecciones psicológicas, ganadas por ese camino, que poco a poco se han ido coligando en una nueva disciplina científica.

Entre 1880 y 1881, el doctor Josef Breuer, de Viena, conocido como internista y fisiólogo experimental, se ocupó del tratamiento de una muchacha que había contraído una grave histeria mientras curaba a su padre enfermo, y cuyo cuadro clínico se componía de parálisis motrices, inhibiciones y perturbaciones de la conciencia.

Obedeciendo a una insinuación de la propia paciente, mujer de gran inteligencia, la puso en estado de hipnosis y así obtuvo que por comunicación del talante y de los pensamientos que la dominaban recobrara en cada oportunidad una condición anímica normal.

Ambos, Breuer y Freud, publicaron entonces, en 1893, una comunicación provisional, «Sobre el mecanismo psíquico de fenómenos histéricos», y en 1895, un libro, Estudios sobre la histeria (reimpreso en 1922 en cuarta edición), donde llamaron «catártico» a su procedimiento terapéutico.

En primer lugar: los síntomas histéricos poseen sentido y significado, por cuanto son sustitutos de actos anímicos normales; y en segundo lugar: el descubrimiento de este sentido desconocido coincide con la cancelación de los síntomas y así, en este punto, investigación científica y empeño terapéutico coinciden.

La «catarsis» se lograba entonces, en el tratamiento, por apertura de la vía hasta la conciencia y descarga normal del afecto.

Es verdad que la desaparición de los síntomas se producía paralelamente a la catarsis, pero el resultado global demostró ser por entero dependiente del vínculo del paciente con el médico; se comportaba, por tanto, como un resultado de la «sugestión», y si este vínculo se destruía, volvían a emerger todos los síntomas como si nunca hubieran tenido solución. Por estas razones, el autor se decidió a abandonar la hipnosis.

El que esto escribe intentó entonces esforzar también a sus pacientes no hipnotizados a que comunicasen asociaciones, y ello con el objeto de hallar por medio de ese material la vía hacia lo olvidado o lo caído bajo la defensa.

Más tarde notó que ese esforzar no era necesario, pues en el paciente casi siempre emergían copiosas ocurrencias, sólo que las apartaba de la comunicación, y aun de la conciencia, en virtud de determinadas objeciones que él mismo se hacía.

La «regla técnica fundamental», ese procedimiento de la «asociación libre», se ha afirmado desde entonces en el trabajo psicoanalítico.

El autor escogió para este modo de tratamiento, que ahora podía extenderse a muchas otras formas de perturbación neurótica, el nombre de psicoanálisis.

Este psicoanálisis era, en primer lugar, un arte de la interpretación, y se proponía la tarea de ahondar en el primero de los grandes descubrimientos de Breuer, a saber, que los síntomas neuróticos son un sustituto, pleno de sentido, de otros actos anímicos que han sido interrumpidos.

La interpretación de las operaciones fallidas y de las acciones casuales

Fue un triunfo para el arte interpretativo del psicoanálisis, logra demostrar que ciertos actos anímicos debían comprenderse de igual modo que los síntomas de los neuróticos. Los fenómenos correspondientes, el olvido temporario de palabras y nombres por lo demás bien conocidos, el olvido de designios, los tan frecuentes deslices en el habla, en la lectura, en la escritura, la pérdida y el extravío de objetos, muchos errores, actos en que la persona se infiere un daño en apariencia casual y, por último, movimientos que se ejecutan como por hábito, como sin quererlo y jugando, melodías que uno «canturrea» «inadvertidamente», y tantos otros de ese tipo: Se demostró que todo eso que se sustraía de la explicación fisiológica cada vez que se la había intentado, estaba rígidamente determinado y se lo individualizó como exteriorización de propósitos sofocados de la persona, o como resultado de la interferencia de dos propósitos, uno de los cuales era inconsciente de manera duradera o temporaria. Esto amplio en forma insospechada el campo del deternismo anímico, redujo el abismo que se había supuesto entre el acontecer anímico normal y el patológico, en muchos casos se obtuvo una cómoda visión del juego de fuerzas anímicas. También se obtuvo un material apto para hacer que dieran crédito a la existencia de actos anímicos inconscientes. En el tratamiento analítico, la interpretación de las operaciones fallidas se asegura un lugar como medio para descubrir lo inconsciente, junto a la interpretación de las ocurrencias, enormemente más importante.

La interpretación de los sueños

Abrió paso a un nuevo acceso a lo profundo de la vida anímica. De esta interpretación procede lo más y lo mejor que sabemos acerca de los procesos que ocurren en los estratos inconscientes del alma. Gracias al psicoanálisis no se confía en el ingenio de los sueños, sino que transfiere la tarea en su mayor parte al soñante mismo. Al sueño recordado como contenido onrico manifiesto se contraponen los pensamientos onricos latentes hallados por interpretación, este proceso puede llamarse “trabajo del sueño”.

A los pensamientos onricos latentes lo llamamos también restos diurnos.

La teoría dinámica de la formación del sueño

No es aportada por los pensamientos oníricos latentes o restos diurnos, sino por una aspiración inconsciente, reprimida durante el día, con la que los restos diurnos pudieron ponerse en conexión, y que a partir del material de los pensamientos latentes compuso para sí un cumplimiento de deseo. Si se prescinde de la contribución inconsciente a la formación del sueño, y se reduce este a sus pensamientos latentes, en él puede estar subrogado todo cuanto ocupó a la vida despierta: una reflexión, una advertencia, un designio, una preparación para el futuro próximo o aun la satisfacción de un deseo incumplido. El carácter irreconocible del sueño manifiesto se debe al transporte de los pensamientos onricos a otro modo de expresión. Es natural suponer que la «censura del sueño», a la que hacemos responsable en primera línea por la desfiguración de los pensamientos oníricos en el sueño manifiesto, es una exteriorización de las mismas fuerzas anímicas que a lo largo del día mantuvieron a raya, reprimida, la moción inconsciente de deseo.

El

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