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Resumen Bauman El gueto como referencia


Enviado por   •  29 de Noviembre de 2015  •  Síntesis  •  2.154 Palabras (9 Páginas)  •  580 Visitas

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Obertura, o bienvenidos a la Comunidad Elusiva

*Primeramente se hace referencia al significado de comunidad en sí

La palabra comunidad produce una buena sensación. La compañía o la sociedad pueden ser malas; no la comunidad. Tenemos el sentimiento de que la comunidad es siempre algo bueno.

La “comunidad” es un lugar “cálido”, un lugar acogedor y confortable. Ahí afuera, en la calle, acechan todo tipo de peligros; aquí dentro en comunidad, podemos relajarnos, sentirnos seguros. En una comunidad, nunca somos extraños los unos para los otros; se trata de que todos intentemos mejorar todavía más y hacer nuestra convivencia aún más agradable.

En una comunidad podemos contar en la buena voluntad mutua. Si tropezamos y caemos otros nos ayudarán a volvernos a levantar. Y siempre habrá alguien que estreche nuestra mano entre las suyas en un momento de tristeza. Cuando nos lleguen malos tiempos, la gente no nos pedirá garantía, no nos preguntará cuándo podemos devolver la ayuda, sino qué necesitamos.

Nuestro deber pura y llanamente, es el de ayudarnos de forma mutua. ¿Quién no desearía vivir entre personas amables y de buena voluntad?. Para nosotros, que vivimos en tiempos despiadados, la palabra “comunidad” tiene un dulce sonido. Lo que evoca esa palabra es todo lo que echamos de menos y lo que nos falta para tener seguridad, aplomo y confianza.

La “comunidad” representa el tipo de mundo al que, no podemos acceder, pero deseamos con todas nuestras fuerzas habitar. La imaginación, a diferencia de las duras realidades de la vida, es un lugar de expansión de la libertad sin trabas.

La “comunidad realmente existente”, nos exigiría obediencia estricta a cambio de los servicios que nos ofrece o promete ofrecernos. El privilegio de “estar en comunidad” tiene un precio: y sólo es inofensivo, en tanto que la comunidad siga siendo un sueño. El precio se paga en la moneda de la libertad.

Es improbable que se resuelva la disputa entre seguridad y libertad.

1. La agonía de Tántalo

Tántalo, hijo de Zeus y de Plutón, estaba en excelentes condiciones con los dioses. Su vida era, según los estándares del común de la gente, despreocupada y alegre.

Los actos imputados a Tántalo eran diversos, pero las razones por las que fue declarado criminal y perdió sus beneficios fueron semejantes: Tántalo fue culpable de adquirir/ comunicar conocimiento que ni él ni los otros mortales como el debían tener. Tántalo no se conformó con ser partícipe de la divina beatitud: en su altanería deseo apropiarse de lo que sólo se podía disfrutar como un don. De ahí que cuando las cosas tiendan a desvanecerse en el momento en que parece que por fin parecen estar a nuestro alcance, nos quejemos de padecer el suplicio de Tántalo.

El mensaje del mito de Tántalo es que uno puede ser feliz, o al menos inconsciente y despreocupadamente feliz, sólo mientras conserve la inocencia: mientras no intenta juguetear con ellas. Y que si uno intenta tomar las cosas en sus propias manos, jamás resucitará la felicidad de la que sólo podía disfrutar en estado de inocencia. Un mensaje muy similar deriva de la historia de Adán y Eva, aquella felicidad de tipo prístino había quedado irrecuperablemente perdida una vez perdida la inocencia.

La pérdida de la inocencia es un punto sin retorno. Uno sólo puede ser verdaderamente feliz mientras no sepa cuán verdaderamente feliz es.

En el libro que se invitaba a la “comunidad” a volver del exilio al que había sido desterrada, se sugería que lo que distinguía a la comunidad de la moderna sociedad, era un entendimiento compartido por todos sus miembros. No un consenso: un consenso no es sino un acuerdo que alcanzan personas con formas de pensar esencialmente distintas, un producto de duras negociaciones. El entendimiento de corte comunitario, no precisa ser buscado, y no construido: ese entendimiento “está ahí”, ya hecho y listo para usar.

El tipo de entendimiento sobre el que se basa la comunidad precede a todos los acuerdos y desacuerdos. Semejante entendimiento es el punto de partida de toda convivencia. Es un sentimiento vinculante, gracias a un entendimiento tal, la gente se mantiene esencialmente unida a pesar de todos los factores de separación.

Muchos años después de que Tönnies señalara el “entendimiento común” como la característica que distingue a la comunidad. Göran Rosenberd acuñó el concepto de “círculo cálido” para captar el mismo tipo de inmersión ingenua en la convivencia humana. Las lealtades humanas que se ofrecen “no se derivan de la lógica social externa”. Esto es exactamente lo que hace cálido el círculo: no hay espacio para el frío cálculo y para el aprendizaje de prioridades que cualquier sociedad existente presenta como “conforme a la razón”. Y es precisamente por eso por lo que la gente aterida sueña con ese círculo; pues dentro del círculo cálido no estarían obligados a demostrar nada.

Al ser tan obvio y natural, el entendimiento compartido, es como dice Tönnies “tácito o intuitivo”. Por supuesto, un entendimiento construido, alcanzado, también puede ser tácito; pero a diferencia de semejantes sedimentos, ese entendimiento compartido característico de una comunidad es tácito de acuerdo a su naturaleza misma.

Como “comunidad” significa un entendimiento compartido de tipo “natural” y “tácito”, no sobreviviría a partir del momento en que el entendimiento se vuelve autoconsciente. Para Heidegger, el entendimiento pasa del estado de zubanden al vorbanden y se convierte en objeto de contemplación. La comunidad sólo puede ser inconsciente… o estar muerta. La comunidad de la que se habla (o más exactamente: una comunidad que habla de sí misma) es una contradicción en los términos.

Robert Redfield estaría de acuerdo con Tönnies en que en una auténtica comunidad no hay motivación alguna para la reflexión, la crítica o la experimentación; pero eso es así porque la comunidad es fiel a su naturaleza sólo en la medida en que sea distintiva respecto a otros grupos humanos, pequeña y autosuficiente (de tal modo que provea todas las actividades y necesidades de las personas que incluya, “la pequeña comunidad cuida de sus miembros desde la cuna hasta la tumba”).

La división entre “nosotros” y “ellos” es tan exhaustiva como disyuntiva, está clarísimo quién es de los nuestros y quien no: la comunicación entre sus miembros es omniabarcante y las señales que esporádicamente llegan “de fuera” se presentan a una luz desfavorable debido a su rareza, superficialidad y negligencia comparativas. Y “autosuficiente” significa: el aislamiento de “ellos” es un punto menos que completo. Estas tres características combinan sus fuerzas para proteger eficazmente a los miembros de una comunidad de los desafíos a sus usos habituales. En tanto que todos esos rasgos se mantengan intactos, es improbable que se dé la motivación para la reflexión.

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