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Enviado por   •  7 de Junio de 2015  •  1.553 Palabras (7 Páginas)  •  187 Visitas

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1. Vino al mundo un Maestro nacido en la Tierra Santa de Indiana,

criado en las colinas místicas situadas al este de Fort Wayne.

2. El Maestro aprendió lo que concernía a este mundo en las escuelas

públicas de Indiana y luego, cuando creció, en su oficio de mecánico de

automóviles.

3. Pero el Maestro traía consigo los conocimientos de otras tierras y

otras escuelas, de otras vidas que había vivido. Los recordaba y puesto

que los recordaba adquirió sabiduría y fuerza, y la gente descubrió su

fortaleza y acudió al él en busca de consejo.

4. El Maestro creía que disfrutaba de la facultad de ayudarse a sí

mismo y a de ayudar a toda la Humanidad, y puesto que lo creía, así fue,

de modo que otros vieron su poder y acudieron a él para que les curase

de sus tribulaciones y sus muchas enfermedades.

5. El Maestro creía que es bueno que todo hombre se vea a sí mismo

como hijo de Dios, y puesto que lo creía, así fue, y los talleres y los

garajes donde trabajaba se poblaron y atestaron con quienes buscaban

su sabiduría y el contacto de su mano y las calles circundantes con

quienes sólo

anhelaban que su sombra pasajera se proyectara sobre

ellos y cambiara sus vidas.

6. Sucedió, en razón de las multitudes que varios capataces y jefes de

talleres le ordenaron al Maestro que dejara sus herramientas y

siguiera su camino, porque el apiñamiento era tal que ni él ni los otros

mecánicos tenían espacio para trabajar en la reparación de los

automóviles.

7. Se internó pues en la campiña y sus seguidores empezaron a llamarlo

Mesías, y hacedor de milagros, y puesto que lo creían, así fue.

8. Si estallaba una tormenta mientras él hablaba, ni una sola gota de

agua tocaba la cabeza de uno de sus oyentes, y quienes estaban al

fondo de la multitud escuchaban sus palabras con tanta nitidez como

los primeros, aunque en el cielo retumbaran rayos y truenos.

Y siempre les hablaba en parábolas.

9. Y les dijo: "En cada uno de vosotros reside el poder de prestar

consentimiento a la salud y a la enfermedad, a las riquezas y a la

pobreza, a la libertad y a la esclavitud. Somos nosotros quienes las

domeñamos y no otro."

10. Un obrero habló y dijo: "Es fácil para ti, Maestro, porque a ti te

guían y a nosotros no, y no necesitas trabajar como trabajamos

nosotros. En este mundo el hombre debe trabajar para ganarse la

vida."

11. El Maestro respondió y dijo: "Una vez vivía un pueblo en el lecho de

un gran río cristalino.

12. "La corriente del río se deslizaba sobre todos sus

habitantes;

jóvenes y ancianos, ricos y pobres, buenos y malos y la corriente seguía

su camino ajena a todo lo que no fuera su propia esencia de cristal.

13. "Cada criatura se aferraba como podía a las ramitas y rocas del

lecho del río, porque su modo de vida consistía en aferrarse y porque

desde la cuna todos habían aprendido a resistir la corriente.

14. "Pero al fin una criatura dijo: ‘Estoy harta de asirme, aunque no lo

veo con mis propios ojos, confío en que la corriente sepa hacia donde

va. Me soltaré y dejaré que me lleve a donde quiera. Si continúo

inmovilizada, me moriré de hastío.’

15. "Las otras criaturas rieron y exclamaron:’ ¡ Necia ! ¡Suéltate y la

corriente que veneras te arrojará, revolcada y hecha pedazos contra

las rocas, y morirás más rápidamente que de hastío!’

16. "Pero la que había hablado en primer término no les hizo caso, y

después de inhalar profundamente se soltó; inmediatamente la

corriente la revolcó y la lanzó contra las rocas.

17. "Mas la criatura se empecinó en no volver a aferrarse, y entonces la

corriente la alzó del fondo y ella no volvió a magullarse ni a lastimarse.

18. "Y las criaturas que se hallaban aguas abajo, que no la conocían,

clamaron: ‘¡ Ved un milagro! ¡ Una criatura como nosotras, y sin embargo

vuela! ¡ Ved al Mesías que ha venido a salvarnos a todas!’.

19. "Y la que había sido arrastrada por la corriente respondió:

‘No soy

más Mesías que vosotras. El río se complace en alzarnos, con la

condición de que nos atrevamos a soltarnos. Nuestra verdadera tarea

es éste viaje, ésta aventura ’.

20. "Pero seguían gritando aún más alto: ‘¡ Salvador!’, sin dejar de

aferrarse

...

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