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Resumen Tres Ensayos Sobre Sexualidad


Enviado por   •  26 de Septiembre de 2012  •  4.559 Palabras (19 Páginas)  •  1.234 Visitas

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1.-LAS ABERRACIONES SEXUALES(*)

PARA explicar las necesidades sexuales del hombre y del animal supone la Biología la existencia de un «instinto sexual», del mismo modo que supone para explicar el hambre de un instinto de nutrición. Pero el lenguaje popular carece de un término que corresponda al de «hambre» en lo relativo a lo sexual. La ciencia usa en este sentido la palabra libido.

LIBIDO:

*falta en absoluto en la infancia

*se constituye en el proceso de maduración de la pubertad

*se exterioriza en los fenómenos de irresistible atracción que un sexo ejerce sobre el otro

*su fin esta constituido por la cópula sexual, o los actos que conducen a ella.

La persona de la cual parte la atracción sexual la denominaremos objeto sexual, y el acto hacia el cual impulsa el instinto, fin sexual. La experiencia científica nos muestra que tanto respecto al objeto como al fin existen múltiples desviaciones, y que es necesaria una penetrante investigación para establecer las relaciones que dichas anormalidades guardan con lo considerado como normal.

(1) DESVIACIONES RESPECTO AL OBJETO SEXUAL

A la teoría popular del instinto sexual corresponde la poética fábula de la división del ser humano en dos mitades -hombre y mujer-, que tienden a reunirse en el amor. Causa, pues, una gran extrañeza oír que existen hombres y mujeres cuyo objeto sexual no es una persona de sexo contrario, sino otra de su mismo sexo. A estas personas se las denomina homosexuales; o mejor, invertidas, y el hecho mismo, inversión. Su número es muy elevado, aunque sea difícil establecerlo con alguna exactitud.

A) LA INVERSIÓN

Conducta de los invertidos.- Los invertidos se conducen muy diferentemente unos de otros:

a) Son invertidos absolutos; esto es, su objeto sexual tiene necesariamente que ser de su mismo sexo, no siendo nunca el sexo opuesto objeto de su deseo sexual, sino que los deja fríos o despierta en ellos manifiesta repulsión sexual.

Los invertidos absolutos masculinos son, en general, incapaces de realizar el acto sexual normal o no experimentan placer alguno al realizarlo.

b) Son invertidos anfígenos (hermafroditas psicosexuales); esto es, su objeto sexual puede pertenecer indistintamente a uno u otro sexo. La inversión carece, pues, aquí de exclusividad.

c) Son invertidos ocasionales, o sea que bajo determinadas condiciones exteriores -de las cuales ocupan el primer lugar la carencia de objeto sexual normal y la imitación- pueden adoptar como objeto sexual a una persona de su mismo sexo y hallar satisfacción en el acto sexual con ella realizado.

Los invertidos muestran asimismo múltiples diferencias en lo que respecta a su manera de juzgar el peculiar carácter de su instinto sexual. Para unos, la inversión es algo tan natural como para el hombre normal la orientación heterosexual de su libido, y defienden calurosamente su licitud. Otros, en cambio, se rebelan contra ella y la consideran como una compulsión morbosa.

Esta teoría entraña dos asertos, que deben ser juzgados independientemente: el innatismo y la degeneración.

Degeneración.- El empleo arbitrario del término «degeneración» suscita en este caso, como en todos, múltiples objeciones.

Ha llegado a ser costumbre atribuir a degeneración todos aquellos síntomas patológicos que no son de origen traumático o infeccioso. La clasificación de Magnan de los degenerados ha hecho compatible un diagnóstico de degeneración con el más perfecto funcionamiento del sistema nervioso. En tales circunstancias puede preguntarse qué utilidad y qué nuevo contenido posee aún tal diagnóstico. Parece más apropiado, por tanto, no hablar de degeneración: primero, en aquellos casos en que no aparecen juntas varias graves anormalidades y, segundo, cuando no aparece gravemente dañada, en general, la capacidad de existencia y funcionamiento.

Varios hechos nos demuestran que los invertidos no pueden considerarse en este sentido como degenerados:

1º Porque se halla la inversión en personas que no muestran otras graves anormalidades.

2º Porque aparece asimismo en personas cuya capacidad funcional no se halla perturbada, y hasta en algunas que se distinguen por un gran desarrollo intelectual y elevada cultura ética.

3º Porque cuando se prescinde ante estos pacientes de la propia experiencia médica y se tiende a abarcar un horizonte más amplio se tropieza, en dos direcciones distintas, con hechos que impiden considerar la inversión como signo degenerativo.

Innatismo.- El innatismo sólo se ha aceptado, como puede suponerse, para la primera y más extensa categoría de los invertidos, y precisamente por la afirmación de tales personas de no haberse manifestado en ellas en ninguna época de su vida otra distinta dirección del instinto sexual. La existencia de las otras dos clases, en especial de la tercera, es difícil ya de conciliar con la tesis de un carácter congénito. De aquí la tendencia de todos los representantes de esta opinión a separar de los demás el grupo de los invertidos absolutos, lo cual implica la renuncia a establecer un juicio de valor general sobre la inversión.

Esta sería, pues, en unos casos de carácter innato y, en otros, habría aparecido de modo distinto.

La opinión contraria a ésta sostiene que la inversión es un carácter adquirido del instinto sexual. En defensa de esta hipótesis se alegan los hechos siguientes: 1º En muchos invertidos (aun en los absolutos) puede señalarse una impresión sexual que actuó intensamente sobre ellos en las primeras épocas de su vida, y de la cual constituye una perdurable consecuencia la inclinación homosexual. 2º En otros muchos puede revelarse la actuación de determinadas influencias exteriores de la vida, que en época más o menos temprana han conducido a la fijación de la inversión (trato exclusivo con individuos del mismo sexo, vida común en la guerra o prisión, peligros del comercio heterosexual, celibato, debilidad sexual, etc.). 3º La inversión puede ser suprimida por sugestión hipnótica, cosa que constituiría un milagro si se tratase de un carácter congénito.

Desde este punto de vista, puede negarse, en general, la existencia de una inversión congénita.

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