Resumen de: Los Criterios de Salud Mental Ana Quiroga.

Resumen de: Los Criterios de Salud Mental

Ana Quiroga

Introducción 

El tema de los criterios de salud y enfermedad fue intensamente trabajado por Enrique Pichon-Riviere y por Ana Quiroga a fines de la década de los 60. Se llevó a cabo procesando diversas experiencias en relación con vicisitudes de un orden social en cambio. Ese acontecer obligaba a repensar esa particular forma de relación de sujeto-mundo, al que llamamos salud mental

Después de la muerte de Pichon-Riviere la autora ha continuado con la tarea desde aquellos ejes fundantes, intentando profundizarlos y enriquecerlos.

Criterios de salud y enfermedad su rol en la vida social

La reflexión da las concepciones de salud mental y su rol en la vida social  opera como un hilo conductor para penetrar en ese campo al que ha caracterizado como complejo y confuso, como también es esquivo y confuso, este es impactado por los procese de crisis y transformación que sufre la vida social.

Estas transformaciones y sus efectos subjetivos generan nuevos interrogantes y demandas.

Estamos ante el hecho que nos muestra la emergencia de nuevas formas de vinculación, modalidades y de nuevas patologías. Están ligadas al pánico, la sobreadaptacion, el narcisismo y la autodestrucción.

El criterio de salud mental como hilo conductor que puede guiarnos en este campo, se caracteriza por ser complejo, difuso, confuso y conmocionado por el acontecer social y subjetivo.

Pichon-Riviere afirma  que “la elaboración de un criterio de salud mental es a nuestro juicio el punto de partida posible y necesario para analizar y evaluar, tanto las estructuras asistenciales y las situaciones institucionales, como los puntos de urgencia en esas estructuras o situaciones.”

La concepción de salud mental es el encuadre o eje coherentizador de las políticas en salud mental, así como de las distintas operaciones técnicas y elaboraciones teóricas.

Al abordar la temática de las concepciones de las salud, nos encontramos con distintas cuestiones problematizadoras del campo. Toda concepción de salud mental implica una concepción de sujeto, del mundo y de la historia, nos encontramos con diversidad de concepciones o diversidad ideológica.

En este terreno equívoco donde la salud mental no solo  hay  indefinición y crisis de definiciones, sino  que también hay definiciones contradictorias.

La salud mental se funda como proceso y como representación social. En esta construcción no participan solo el conjunto de organizaciones que se ligan de forma explícita, como hospitales, servicios, etc.

La institución de la salud está presente de un modo u otro en todas las instancias de la vida social.

La salud mental es un hacer y deshacer que tiene como escenario la vida cotidiana. Esta es un proceso conjunto, como lo es la relación del sujeto consigo mismo y con el mundo.

Es importante comprender la dialéctica entre hechos, procesos y relaciones sociales con un sistema de representaciones sociales. Las representaciones sociales surgen de un orden de fenómenos distinto al plano de lo simbólico, y la conceptualización.

La concepción de salud mental es una representación incluida en un sistema. Es una presencia que puede ser explícita o implícita, pero alcanza siempre una enorme vigencia normativa.

En la escena social coexisten y se confrontan distintas concepciones de salud mental, de lo normal y de lo patológico

Se analizan los distintos escenarios de experiencia, espacios vinculares, grupales e institucionales en los que nos formamos como sujeto.

Estas concepciones presentes en la vida social tienen una alta eficacia en la construcción de la subjetividad, particularmente en la que hace referencia a la identidad, la pertenencia social y a la autoestima.

La normativa de la salud mental  es socializadora e incorporada como ley no escrita en las experiencias sociales. También está fuertemente relacionada con las relaciones sociales y las problemáticas del poder.

Se llama psiquiatrización, a la adjudicación de locura a los que quieren revelar los aspectos siniestros de un sistema.

Hemos comprendido también por una experiencia social que ratifica y potencia el aporte clínico, hasta el punto que se extendido una relación de poder perversa que se expresa en la desmentida sistemática de la percepción y la marginación de quien percibe y denuncia  relaciones y conductas patogénicas, los cuales quedan aislados, como ocurre en las familias y en las instituciones. Esto genera en el sujeto un daño psicológico, ya que se  niega la capacidad cognoscente del sujeto.

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