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Salud Mental


Enviado por   •  23 de Junio de 2013  •  2.238 Palabras (9 Páginas)  •  250 Visitas

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SALUD MENTAL

La salud mental se define como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.

La dimensión positiva de la salud mental se destaca en la definición de salud que figura en la Constitución de la OMS: “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

En la mayoría de los países, sobre todo en los de ingresos bajos y medios, los servicios de salud mental adolecen de una grave escasez de recursos, tanto humanos como económicos. La mayoría de los recursos de atención sanitaria disponibles se destinan actualmente a la atención y el tratamiento especializados de los enfermos mentales y, en menor medida, a un sistema integrado de salud mental. En lugar de proporcionar atención en grandes hospitales psiquiátricos, los países deberían integrar la salud mental en la asistencia primaria, ofrecer atención de salud mental en los hospitales generales y crear servicios comunitarios de salud mental.

Según el artículo 3 de la ley de salud mental, se la reconoce como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos.

Se debe partir de la presunción de capacidad de todas las personas. En ningún caso puede hacerse un diagnóstico en el campo de la salud mental sobre la base exclusiva de:

a) Status político, socio-económico, pertenencia a un grupo cultural, racial o religioso.

b) Demandas familiares, laborales, falta de conformidad o adecuación con valores morales, sociales, culturales, políticos o creencias religiosas prevalecientes en la comunidad donde vive la persona.

c) Elección o identidad sexual.

d) La mera existencia de antecedentes de tratamiento u hospitalización.

La locura a través del tiempo

Desde los tiempos más remotos se han atribuido causas sobrenaturales a las enfermedades mentales. Su estudio científico no comenzó hasta muy recientemente. Una piedra en la cabeza, una condena del alma, una posesión diabólica, un encantamiento, un delito, una conducta antisocial, un vicio; todas estas cosas han definido a la locura a lo largo de la historia y, sorprendentemente, algunos de estos calificativos han perdurado hasta hace bien poco. De hecho su consideración como enfermedad o deterioro es relativamente novedoso, durante la mayor parte de la historia de la humanidad y en la mayoría de las civilizaciones, a los trastornos psíquicos se les ha considerado una condena; a los enfermos, culpables; y a los encargados de su atención, inquisidores, cuya misión era librar a la sociedad del mal.

El origen del estudio de la locura está íntimamente ligado a la religión. Ya el hombre primitivo atribuyó una causa sobrenatural a la enfermedad mental, lo cual no le privó de abordar cierto enfoque terapéutico. En las antiguas civilizaciones como la hebrea, griega, china y egipcia también hallamos testimonios de prácticas para combatir los espíritus de ciertas personas cuyo comportamiento no se correspondía con el de la mayoría de la población. La única forma de afrontar la locura era expulsando a los demonios del cuerpo.

Durante toda la Edad Media, gran parte del Renacimiento y, en algunos lugares, incluso hasta el siglo XVIII, la locura fue terriblemente incomprendida. El tratamiento de los enfermos lo realizaban principalmente los clérigos en los monasterios. En un primer periodo, el cuidado exigía un trato humanitario y respetuoso, aunque el estudio de las causas del mal se abandonó en manos de la superstición y las creencias en la posesión demoníaca. Con el transcurso del tiempo la visión caritativa del tratamiento mental se fue endureciendo hasta convertirse en habituales de los exorcismos, las torturas y los encierros en los calabozos.

En la Edad Media también llamada “Edad de la Locura”, se empezó a utilizar esta palabra para englobar a personas que no se sabía cómo tratar desde un punto de vista social, y dentro de éste período se referían particularmente a la brujería.

Los locos estaban endemoniados y los médicos dictaminaban que esa persona era una bruja o estaba endemoniada, pasando inmediatamente este tema a ser trabajo de la Inquisición.La Inquisición fue un órgano específicamente creado para tratar esta problemática. Conforme fueron pasando los años el índice de "endemoniados", "poseídos", "brujos" iba en aumento de una manera inversamente proporcional (existen unas estadísticas increíbles del aumento de personas etiquetadas bajo este concepto). Se puede analizar esta situación pensando que realmente había más número de brujas y poseídos que personas normales o que realmente había algo que no funcionaba, que se estaba haciendo un uso, desde los estamentos de poder, de una etiqueta para combatir una serie de personas que iban en contra de un estado de cosas "oficial", aceptado por la burocracia, la Iglesia y los señores feudales.

El médico medieval debía distinguir entre individuos afectados de enfermedad natural e individuos afectados de enfermedad diabólica. El médico actual entre personas que sufren enfermedades corporales y aquellos que sufren enfermedades mentales. En cualquier caso el poder es de las autoridades médicas que pasan a juzgar. Uno de los rasgos más terribles de la creencia general en la brujería, era el hecho de que nadie sabía con certeza quién era bruja.

En el Renacimiento, el español José Luis Vives (1492-1540) negará rotundamente el origen sobrenatural del mal psíquico, y sus contemporáneos Frenel y Paracelso establecerán estrechas relaciones entre el cuerpo y la mente. Sus voces, sin embargo, no tuvieron fuerza suficiente para evitar que al loco se le siguiese tratando como a un endemoniado y a la loca como a una bruja.

En el SIGLO XIX el que realizaba prácticas masturbatorias era un perverso o alguien que no tenía control sobre las pulsiones y por lo tanto, sobre sí mismo. Por aquel entonces el psiquiatra salvaba al "paciente" de la masturbación aunque éste no deseara tal salvación. Otra etiqueta que el poder ha utilizado para castigar y reprimir a las personas ha sido el término de "Homosexual", tanto en el sentido difamatorio (lo cual conlleva ya una escala de valores definidos y sexistas) como por la manifestación

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