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TEMAS DE DESARROLLO HUMANO: MI ESPOSO ME GOLPEA ¿ES MI CULPA?


Enviado por   •  26 de Agosto de 2012  •  1.231 Palabras (5 Páginas)  •  718 Visitas

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TEMAS DE DESARROLLO HUMANO:

MI ESPOSO ME GOLPEA. ¿ES MI CULPA?

No, no es tu culpa, jamás, bajo ningún punto de vista es tu culpa. Ni siquiera si fuiste una niña golpeada por tu padre era tu culpa. Es más importante de lo que parece: nunca nadie, ningún ser humano merece ser golpeado. Jamás, haga lo que haga, hay motivo suficiente para justificar que alguien golpee. Esta sería la base de la discusión, porque –por desgracia- partimos de un conocimiento erróneo en principio. Partimos de la base de que hay gente equivocada por ser pequeña o por ser menor de edad, o en este caso por ser mujer, es lo mismo. ¿Quién merece recibir golpes para aprender? Bajo aquel precepto de que la letra con sangre entra, que uno es torpe, que no aprende y que sólo a palos va a acabar haciendo lo que se debe. Perdón, no es lo que se debe, es lo que espera el golpeador enfermo; de alguna manera aquí nos pasa algo parecido a lo del celoso, que cree que tiene razón en sus demandas, en vez de reconocer que quien exige o manifiesta el poder en esta situación es una persona enferma, absolutamente enferma y le estamos siguiendo la corriente como si no lo fuera, como si tuviese razón. Pero en este caso hay algo más grave. Enfermo es el golpeador y enferma es la persona golpeada en la medida en que calla, que lo acepta, o que sospecha que hay justificación para ser víctima.

Habría que partir de la base de que todos los seres humanos, absolutamente todos, sin diferencia de género, hombres y mujeres, tenemos los mismos derechos, los mismos deberes y merecemos el mismo respeto. Que el hecho de nacer varón no da licencia para golpear, ni el hecho de nacer hembra amerita nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia recibir golpes. Esto es un error de la cultura, un error grave, terrible, porque si examinamos hasta nuestras propias leyes, esta actitud es una aberración, es un delito. En la Constitución, que es más moderna que muchas de nuestras actitudes, se dice que todos, sin diferencia de sexo, de género, de religión, color, olor, sabor, tenemos los mismos derechos. Luego, entonces no se vale a la hora de la vida cotidiana andar pensando que por ser mujer puede golpearte el marido; sin embargo, a veces la tradición es tan atroz que pesa más que las leyes.

Hay una parte en el cerebro que no acaba de elaborar esta evolución, y sigue dirigida por ideas ancestrales heredadas del pasado, en el que ser golpeada formaba parte de la condición femenina, o ser golpeador formaba parte de los atributos de la virilidad. Por mucho que las leyes lo prohíban, en la práctica cotidiana se sigue pensando de alguna manera que esto es lícito. En un conflicto entre vecinos, yo misma he llegado a escuchar: ni que fuera usted mi marido para poder pegarme. Creo que es más atroz lo que se dice del hecho mismo de que le peguen o no. Es como si todavía hoy en día las mujeres fueran ciudadanas de segunda, acostumbradas al maltrato como un hecho normal. Esto es terrible y de normal no tiene nada. Respecto de la mítica culpa femenina qué podemos decir, nada más insistir que nadie merece ser golpeado salvo el profesional que se sube a un ring, y hasta eso sería discutible. No olviden que el golpeador es el enfermo, un individuo que se siente impotente y reacciona negativamente. Nietzsche decía que cuando se acaba la dialéctica de las palabras, empieza la dialéctica de los puños, pero no debería ser así.

El golpeador es un sujeto que no puede consigo mismo, que se queda aterrado, confundido, al

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