Taller De Educación Sexual Para Adolescentes
Josshanz19 de Agosto de 2013
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Resumen:
La adolescencia es la fase de las dudas y de los descubrimientos y es también en esta época que los futuros adultos se encuentran con los mayores problemas relativamente al descubrimiento de su sexualidad. El ideal será que los jóvenes afronten la sexualidad como una parte integrante de sus vidas, encontrando una posición diferente de ella en relación con la reproducción, pues sólo así podrán ver la sexualidad como una fuente de placer que fomenta la comunicación y la afectividad entre dos personas.
Introducción
La salud sexual se define según la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una integración de los elementos corporales, emocionales, intelectuales y culturales de la persona por medios que le permitan desarrollar su personalidad, la comunicación, el amor y una realización feliz de su sexualidad. (López Fuentes, 1996).
El ser humano nace con capacidad para manifestar una gama ilimitada de comportamientos sexuales. De todos ellos la cultura selecciona en cada etapa de la historia aquellos que considera más idóneos para preservar el modelo económico, cultural, social, y trata de imponerlos a través de la educación, la moral, la religión y la legislación vigente. (López Fuentes, 1996).
La sexualidad se manifiesta en cada etapa de la vida de forma diferente. La adolescencia es una etapa de alta energía sexual, donde la madurez física se alcanza previamente a la psicológica, lo que hace a los adolescentes menos conscientes de las repercusiones de sus actos. En esta época la sexualidad es vivida como una forma de exploración, aventura e incluso desafío hacia los padres y la sociedad. Todo ello recalca la necesidad de orientación que tienen los adolescentes en esta materia, ya que la ausencia de ésta podría conducir al inicio precoz de las relaciones sexuales (López Fuentes, 1996).
Una educación sexual sana es aquella que fomenta tanto la salud del individuo como la construcción de un modelo de comportamiento integral que aporte equilibrio personal, habilidades comunicativas, placer y un buen desarrollo de la afectividad. El problema de la sexualidad en los adolescentes no es que estos sean sexualmente activos, sino que no cuentan con una preparación y orientación para una conducta sexual responsable. El objetivo del taller es describir la información que tienen los adolescentes de enseñanza media en relación a: métodos anticonceptivos, enfermedades de transmisión sexual (ETS), aborto y auto-concepto del adolescente, con esto se busca fortalecer la formación de los adolescentes en el ámbito de la sexualidad, proporcionarles información adecuada que les permita reflexionar sobre algunos aspectos de gran importancia para su vida personal, familiar y profesional. Que reconozcan la sexualidad como parte de la vida, para que se desenvuelvan respecto a ella con actitudes de tranquilidad y madurez, con una visión positiva y puedan tomar decisiones (López Fuentes, 1996)
El embarazo no planeado así como el contagio de infecciones de transmisión sexual (ITS) incluyendo el SIDA, representan un grave problema de salud a nivel mundial. (Fondo de Población de Naciones Unidas, 2002). El embarazo no planeado en la adolescencia, se asocia con conductas como el inicio temprano de relaciones sexuales y el uso inconsciente de métodos anticonceptivos incluyendo el condón (kalmuss, Davidson, Cohall, Laraque, & Cassel, 2003; KIrby, 2001).
Estudios epidemiológicos muestran, que la práctica del sexo no protegido sigue siendo el factor de riesgo más importante para adquirir el VIH/SIDA (ONUSIDA, 2000). Se sabe el uso correcto y sistemático del condón (Heart & Chen, 2004; Moscoso-Álvarez, Rosario, & Rodríguez, 2001) es la mejor forma de prevención cuando se tienen relaciones sexuales.
Desde hace ya varias décadas, se ha identificado a la educación sexual integral como una importante base en el ejercicio de una sexualidad sana, responsable y libre de riesgos en poblaciones jóvenes (Organización Mundial de la Salud [OMS[, 1993). En años recientes, se han utilizado diversas aproximaciones para facilitar la adquisición de conocimientos sobre sexualidad en adolescentes y se ha identificado, que para poder reducir las conductas sexuales de riesgo, es necesario proporcionar información clara y objetiva sobre sexualidad, así como formar a los adolescentes en habilidades que les permitan resistir las presiones que los llevan a ser sexualmente activos sin protección (Kirby, 2002; Organización Panamericana de la Salud [OPS], 2001).
En casi todo el mundo, la mayoría de los jóvenes inician su actividad sexual durante la adolescencia (Alan Guttmacher Institute [AGI], 2005). Anualmente, ocurren en el mundo 10.5% de embarazos en mujeres entre las edades de 15 a 19 años (Fondo de Población de Naciones Unidas, 2002). Por otro lado, la OMSS manifiesta una gran preocupación por el marcado aumento en el número de ITS entre adolescentes; calculan que cada año, el 15% del total de adolescentes a nivel mundial, contrae una ITS. Asimismo se estima que 560,000 jóvenes a nivel mundial, entre los 15 y 24 años, viven con VIH/SIDA (OMS, 2005).
En materia de anticoncepción, de aproximadamente 26 millones de mujeres de entre 15 y 19 años que hay en el mundo, casi el 11% son sexualmente activas y no desean quedar embarazadas, pero no usan un método anticonceptivo. El uso del condón en los adolescentes, no supera el 8% en ningún país en desarrollo (AGI, 2005).
En México, se estima alrededor de los 16 años (Encuesta Nacional de la Juventud [ENSA], 2000). En el año 2000, ocurrieron en México más de 500,000 embarazos en menores de 19 años, de los cuales 360,000 llegaron a término, representando el 17% del total de nacimientos del país (Consejo Nacional de Población [CONAPO], 2000) Respecto a las ITS, ocupan uno de los cinco primeros lugares de demanda de consulta en el primer nivel de atención médica y se ubican entre las diez primeras causas de morbilidad general en el grupo de 15 a 44 años de edad (NOM-039-SSA2-2002). En cuanto al SIDA, muestra una tendencia al aumento en el grupo de jóvenes de 25 a 34 años; en 1988, el SIDA fue la causa de muerte número 18 en éste grupo de edad, en tanto que en1992 ya ocupaba el lugar 5. Entre los hombres el SIDA como causa de muerte pasó del lugar 11 al 4 en 1991. En 1988 el SIDA no aparecía dentro de las primeras 20 causas de muerte en el grupo de mujeres, pero en 1992 ya ocupaba el lugar 12. Actualmente, representa la cuarta causa de muerte en varones mexicanos de 25 a 34 años yen mujeres la sexta para el mismo grupo de edad (Centro Nacional para la Prevención y Control del SIDA [CENSIDA], 2003).
Sin duda, un aspecto clave del bienestar en las relaciones es el ser capaces y tener habilidades para expresar de forma asertiva lo que deseamos y lo que no deseamos, así como la capacidad para negociar y llegar a acuerdos sobre nuestras interacciones. En este caso, se trata de entrenar a los y las adolescentes, para que puedan aprender a ser asertivos y negociar sus interacciones sexuales (Dion y Dion, 1993; Furman y Flanagan, 1997).
El estudio de la violencia en las parejas de los adolescentes es crucial. Por una parte, en esas primeras relaciones amorosas es dónde van a formarse sus ideas iniciales sobre qué esperar de una relación de pareja y cómo comportarse en la intimidad, algo que va a repercutir en su vivencia de la etapa adulta (Dion yDion, 1993; Furman y Flanagan, 1997); por este motivo, implementar programas preventivos precozmente puede constituir un valioso recurso para intervenir eficazmente sobre este grave problema (González y Santana, 2001b; Wolfe et al., 2003). Por otra parte, también hay que tener presente que este tipo de escenarios conflictivos pueden suponer un serio riesgo para el bienestar psicológico y físico de los jóvenes y, además, afectar negativamente a sus relaciones sociales, entre ellas, las que establecen con los iguales (Sussman, Unger y Dent, 2004).
Muchos profesionales coinciden en señalar que es fundamental que esas primeras experiencias sean positivas, pero esto es algo que desafortunadamente no siempre sucede. En uno de los pocos estudios realizados con jóvenes españoles, se halló que el 7.5% de los chicos y el 7.1% de las chicas reconocieron haber empujado o pegado a su pareja en una o más ocasiones (González y Santana, 2001 a). Además según los resultados de otra reciente investigación, un buen número de adolescentes parecen admitir la existencia de agresiones sexuales en sus relaciones de pareja (Fernández Fuentes y Fuentes Martín, 2005).
Es de sorprender la escasez de estudios que aborden este problema, posiblemente se deba a la carencia de un instrumento de evaluación adecuado para jóvenes tenga mucho que ver con ello. De entre las diferentes pruebas existentes, posiblemente las más usadas han sido el Phychological Maltreatment Women Inventory (PMWI) (Tolman, 1989), la Sexual Experiences Survey (SES) (Koss y Otros, 1982) y, sobre todo, la Conflict Tactics Sacale (CTS) (Straus, 1979). Inicialmente estas herramientas fueron diseñadas para adultos, algo que ha suscitado las críticas de diferentes investigadores; se argumenta que las relaciones de los jóvenes y las de los adultos no son equiparables; suelen ser muy diferentes en cuanto a duración, compromiso, grado de intimidad sexual y forma de resolver los conflictos (Furman y Wehner, 1997). Por eso, es bastante probable que estos instrumentos no evalúen adecuadamente lo que sucede a estas edades (Molidor y Tolman, 1998). Más concretamente, el PMWI sólo analiza la violencia de naturaleza psicológica y la SES se centra exclusivamente en las agresiones sexuales, por lo que si lo que se
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