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Trabajo. Nuevos fundamentos del psicoanálisis


Enviado por   •  23 de Agosto de 2022  •  Trabajos  •  3.078 Palabras (13 Páginas)  •  52 Visitas

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CARRERA DE ESPECIALIZACIÓN EN CLÍNICA PSICOANALÍTICA CON NIÑOS Y ADOLESCENTES

Universidad Nacional de La Plata – Facultad de Psicología  – 2017 -

SEMINARIO: Nuevos fundamentos del psicoanálisis.

 PROFESORA: NORMA NAJT

 ALUMNA: Legarreta Pereyra Ma. Berenice

 “Sin simpatía no hay curación”

Sandor Ferenczi

El recorrido iniciado en el primer seminario de la carrera de posgrado en Clínica Psicoanalítica con niños y adolescentes, tuvo como principal objetivo  transitar por los diferentes fundamentos teórico-metodológicos de la clínica psicoanalítica con niños y adolescentes.  

El nombre del seminario es tomado de Jean Laplanche, quien propone revisar críticamente los principales conceptos que fundan la práctica analítica, “lo que funda al ser humano”[1].  Con “lo nuevo” alude al sentido de la construcción necesaria que se realiza ante cada nueva lectura, ante cada nuevo paciente.  Dice “Entre el término nuevo y el término fundamento hay, entonces, un movimiento: el hecho de retornar sobre los fundamentos para renovarlos. Remontarse hasta la fuente.”

El seminario propone una lectura desde los textos originarios que conceptualizaron la práctica, que crearon los cimientos para la clínica psicoanalítica con niños. Un remontarse a las fuentes sólidamente.

Así es que realizamos un recorrido por los principales autores que aportaron con su práctica y sus concepciones teóricas a la construcción de una clínica psicoanalítica con niños. Haciendo hincapié en los principales conceptos de Donald Woolf Winnicott. 

Se destacó la importancia de las conceptualizaciones acerca de lo que se espera de un niño a cada edad, para hacer inteligibles las variaciones del desarrollo, es decir el imprescindible estudio de la psicología evolutiva para poder abordar diagnósticos que nos permitan un trabajo clínico ético.

Se distinguieron los aportes de S. Freud, M. Klein, A. Freud, M. Mahler, E. Erikson,  D. Winnicott, F. Dolto, M. Mannoni, P. Aulagnier; H. Wallon, J. Piaget, A. Gesell, R. Spitz, entre los más destacados.

El siguiente trabajo tendrá por objetivo transitar por los principales conceptos de D. W. Winnicott, a modo de introducción teórica a la carrera de especialización y como una forma de aprehender lo trabajado en éste primer seminario.  

“A partir de entonces el psicoanálisis de niños se revela como una empresa realizable. Al mostrar que con un niño es posible interpretar, el análisis de Juanito se constituye como el primer análisis del género”[2].

Maud Mannnoni 

Hay un primer momento en la construcción de los fundamentes del psicoanálisis con niños, que tuvo como iniciador las teorizaciones que realizará Freud sobre el niño Juanito (1909), quien a sus cinco años padecía de fobia a los caballos. Este trabajo fue por intermedio del padre del niño [Max Graf], siendo que Freud solo lo vio en contadas ocasiones, pues era el padre del niño quien frecuentaba a  Freud.

Juanito le permitió a Freud convalidar sus teorizaciones sobre la sexualidad infantil, el complejo de Edipo, los procesos inconscientes, entre otros constructos teóricos que hasta el momento sólo eran inferidos por el análisis de los pacientes adultos.

Una de las primeras psicoanalistas de niños fue Hug Hellmuth, reconocida como tal por Anna Freud, Melanie Klein, Maud Mannoni. Ella tropieza con las dificultades que se discutían en esa época, a saber la utilización de una metodología educativa ante las dificultades de la asociación libre que presentaban los niños.  

Estas nociones eran compartidas por Anna Freud. No así por Melanie Klein (1919), quien en términos generales, su trabajo se dirigía a penetrar en los aspectos inconscientes del paciente. Ella introduce el juego   como equivalente a la asociación libre y estableciéndose como una técnica propia del psicoanálisis con niños. Estas propuestas tendrán transcendentes controversias.

“El interés del proceso de Winnicott es que reconduce constantemente al analista a una posición de humildad, recordando que no es él quien detenta el saber. La verdad, deja él entender, surge entre el paciente y el analista, no le pertenece a nadie. Existe, recuerda Winnicott, una “política del análisis”, en el sentido de que el analista debe entregarse continuamente a su subversión, tanto en el plano de la terapéutica como en el de la enseñanza y las instituciones.”[3]

Maud Mannoni

Donald Winnicott hace de la controversia la construcción del pensamiento. Fue estudioso de Melanie Klein[4] al punto de considerar que su ruptura con los postulados klenianos era necesaria para avanzar en la búsqueda de nuevos conocimientos. Así se considera a Winnicott dentro de la postura intermedia.

Plantea que el trabajo del pensamiento tiene la exigencia de frustrar. Del mismo modo que Freud planteaba el odio como el acceso a la ley simbólica.

La frustración para Winnicott es clave para el buen desarrollo emocional del bebé. Plantea que una madre lo bastantemente buena [holding] se adaptara casi por completo a las necesidades del bebé, para luego sobrevenir en la tarea no más sencilla de la experiencia de desilusión. Experiencia clave para el desarrollo del niño, ya que tiene por función hacer reales los objetos para el niño.

“…es la constitución progresiva de la ausencia. La madre ausente hace nuestro interior, y “nuestro verdadero sí” es la relación, mantenida viva, con esa ausencia, sin lo cual falta el sentimiento de ser y de vivir.”[5]

Conceptualiza tres categorías en el proceso de maduración del niño: dependencia absoluta; dependencia relativa; hacia la independencia. En donde a diferencia de M. Klein y A. Freud el medio externo y el rol de la madre son decisivos para la evolución del yo y del self.

“Esta adaptación a los procesos de la maduración del infante es sumamente compleja, les plantea a los padres exigencias enormes y, al principio, es la propia madre la que constituye el ambiente facilitador. En ese momento ella misma necesita respaldo, y quienes mejor se lo brindan son el padre del niño (digamos su esposo), la madre, la familia y el ambiente social inmediato. Esto absolutamente obvio, pero no por ello menos cierto, y es necesario decirlo.”[6]

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