Un Pequeño Gallo - Ferenczi

Ferenczi – Un pequeño gallo

El caso se trata de un niño que tenía entonces cinco años, el pequeño Arpad, que había tenido hasta los tres años y medio un desarrollo mental y físico regular y había sido un niño completamente normal; hablaba corrientemente y daba muestras de gran inteligencia en sus palabras.

Bruscamente sobrevino un cambio. Durante el verano de 1910, la familia acudió a un balneario austríaco donde ya había estado el verano precedente, y alquiló una habitación en la misma residencia. Desde la llegada, el comportamiento del niño cambió de manera singular. A partir de aquel momento su interés se centró en una sola cosa: el gallinero que había en el patio de la granja. Al amanecer acudía junto a las aves, las contemplaba con un interés infatigable e imitaba sus ruidos y sus andares. Incluso lejos del gallinero, no hacía otra cosa que cacarear y cloquear y contestaba preguntas con ruidos de animales.

Esta rareza del pequeño Arpad persistió durante todas las vacaciones. Cuando la familia regresó a Budapest, él volvió a utilizar el lenguaje humano, pero su conversación era casi exclusivamente sobre los gallos, las gallinas y los pollos. Su juego habitual, que repetía muchas veces por día, era el siguiente: hacía gallinas y gallos doblando papel de periódico y los ponía a la venta, después cogía un objeto cualquiera (en general una escobilla lisa) a la que llama cuchillo y ponía su “ave” bajo el grifo (donde la cocinera tenía la costumbre de matar los pollos) y cortaba el cuello de su pollo de papel. Mostraba cómo sangraba el gallo e imitaba perfectamente con el gesto y con la voz su agonía.

Quería presenciar cuando los mataban; sin embargo, tenía mucho miedo a los gallos vivos.

Sus padres le habían preguntado muchas veces por qué tenía miedo del gallo y Arpad contaba siempre la misma historia: cierto día había entrado en el gallinero y había orinado en su interior; un gallo de plumaje amarillo le picó el pene, e llona, la criada, le curó la herida. Luego le cortaron el pescuezo al gallo y murió.

Este incidente que había ocurrido durante el verano primero que pasaron en el balneario, cuando Arpad tenía dos años y medio.

La parte curiosa de la cuestión era que los efectos posteriores de este acontecimiento se habían manifestado en el niño luego de un período latente de todo un año, en su segunda visita a la residencia de verano; no había ocurrido nada en el ínterin. Se les preguntó a los padres si durante este período latente, el niño no había sido amenazado con seccionarle su pene por haber estado jugando con sus genitales, frente a lo cual la respuesta fue que actualmente el niño era afecto a jugar con su miembro por lo que frecuentemente era castigado y era posible que alguien bromeando hubiese amenazado con cortárselo.

Podemos considerar probable la siguiente suposición: la amenaza experimentada en el ínterin fue la que lo excitó tanto al volver a la escena de la terrible primera experiencia, en la que el bienestar de su miembro había estado en peligro de modo similar. No puede excluirse una segunda posibilidad: su primer temor había sido exagerado por amenazas de castración previas y la excitación al volver al gallinero debería ser atribuida a un aumento de la libido que había experimentado mientras tanto.

La entrevista personal con el niño no resultó anormal. Tomó un gallo de bronca, dibujó un gallo en un papel, y siguió jugando. Tuve que pedirle a la vecina (paciente de Ferenczi) que lo observara y anotase gestos y comentarios curiosos.

Dibujaba exclusivamente aves de largo pico, por lo que se podría ver la dirección que él buscaba sublimar su interés patológicamente fuerte por estos animales. Soñaba mucho (con aves), se asustaba fácilmente, y sus curiosas acciones y dichos desplegaban un inusitado placer en fantasías sobre la cruel tortura

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