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Comparacion De Concilios


Enviado por   •  8 de Agosto de 2013  •  1.436 Palabras (6 Páginas)  •  373 Visitas

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1. Preparación Remota y Antecedentes

Antes de entrar en la temática propia, no debemos olvidar las circunstancias que rodearon esta

preparación para el Concilio que estuvo, durante la primera mitad del siglo XX, marcado por dos guerras

mundiales y el logro de un “estatus” definitivo por la Santa Sede en su relación con el gobierno del Estado

Italiano.

Estos fueron los acontecimientos y los Papas:

Benedicto XV – 1914 – Primera Guerra Mundial – 1918

Pio XI – 1929 – Los acuerdos de Letrán

Pio XII – 1939 – Segunda Guerra Mundial – 1945

1.1 La vida de la Iglesia

Se da una verdadera evolución de la Teología entre la Primera Guerra Mundial y el Concilio

Vaticano II, en la que se marca la marcha ascendente de la pastoral hacia la disciplina científica y

teológica, se da nueva importancia y significado a la pastoral general. Se registra también un giro de la

homilética hacia lo kerigmático, la renovación de lo catequístico y una nueva fundamentación de la

liturgia como teología del culto.

1.2 Los movimientos intraeclesiales y su espiritualidad

1.2.1 El movimiento litúrgico

A modo de adelanto y resumen diremos que el movimiento ascensional más espectacular y el más

perceptible de cara al exterior en la primera mitad del siglo XX, correspondió indisdutiblemente a la

Liturgia. Durante este período pasa a ser una ciencia teológica que, antes de la Constitución “Deus

scientiarum Dominus” (1431), quedaba encuadrada entre las disciplinas auxiliares de la Teología, a la

posición de disciplina principal, importante e imprescindible que le asigna el Concilio Vaticano II (Conf.

Sac.Concilium 16).

Retomando el hilo histórico, digamos que sus inicios se sitúan en el siglo XIX y están

estrechamente relacionados con la renovación del monacato Benedictino. 4

Bélgica. La abadía de Maredsous, en 1882 publicó un misal popular “Missel des Fidéles”. Se

entendió el movimiento litúrgico como participación activa de los fieles en la liturgia de la Iglesia.

Sobresalió la figura insigne de la espiritualidad monástica y cristiana de dom Marmión, el gran liturgista.

Alemania. En un primer momento, el movimiento litúrgico está circunscripto a los círculos

universitarios. La dirección espiritual partió de la famosa abadía de María-Laach (1887) en la Renania,

donde sobresale la figura del gran liturgista y padre de la liturgia simbólica Odo Casel.

También ejerció una considerable y permanente influencia en este campo de la formación litúrgica

Romano Guardini (1885-1968).

Francia. Sobresale el abbe Próspero Guéranger, del Monasterio de Solesmes, diócesis de Le Mans,

que realizó una obra notable para su tiempo con sus “Institutionis Liturgiques” y puede que todavía más

con su popular “Année Liturgique”.

“Liturgia popular y pastoral” fueron también los puntales en que se apoyaban las comunidades de

trabajo de los párrocos de las grandes ciudades.

Los Papas. Pio X, entre 1903 y 1904, saca los decretos sobre el canto coral y en 1905 sobre la Comunión

temprana y frecuente.

La encíclica sobre la Sagrada Liturgia, “Mediator Dei”, del 21 de noviembre de 1947, constituía el

punto de partida de la reforma litúrgica promovida por la Curia. En esta encíclica Pio XII hacía suyo el

lema “Participación activa y personal”.

Resumiendo, toda esta preparación culmina en el Concilio que hizo posible la participación activa

de la comunidad, promovida por los Papas Pio X, Pio XI y Pio XII.

1.2.2 Nueva conciencia de la Iglesia y el Movimiento Bíblico

Ya en 1921, había anunciado Romano Guardini “Se ha puesto en marcha un proceso religioso de

incalculable consecuencia: la Iglesia despierta en las almas”. Frente al individualismo y subjetivismo

religioso, afirmaba: “La vida religiosa no procede ya sólo del yo, sino que despierta también en el polo

opuesto, que es la comunidad formada y objetiva”.

No se vivirá ya la Iglesia como institución, como instrumento de Salvación, sino como fruto de la

salvación, como comunidad de vida y de amor, cuyo centro y fundamento es el mismo Cristo. “Cristo, el

Señor, es el YO propio de la Iglesia”.

Aquel conocer a Cristo, aquel salir a su encuentro, no es la diluída versión de la Teología

neoescolástica, o de los catecismos, sino directamente de la Sagrada Escritura, y esto fue posible gracias

al movimiento bíblico. La piedad Cristocéntrica fue despertada y profundizada a través del texto del

Nuevo Testamento. También el estudio de los Padres de la Iglesia recibían un gran impulso, gracias

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