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De Que Nos Salva El Cristo?


Enviado por   •  20 de Marzo de 2015  •  1.424 Palabras (6 Páginas)  •  165 Visitas

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“Cree en el Señor Jesús y serás salvo.” (Hechos 16:31)

Esas inolvidables palabras son del apóstol Pablo y de Silas, y fueron dirigidas a un carcelero de la ciudad macedonia de Filipos. A fin de entender qué relación hay entre la fe en Jesús y la salvación de la muerte, primero debemos entender por qué morimos. Veamos lo que dice la Biblia sobre el tema.

El ser humano no fue hecho para morir

“Jehová Dios procedió a tomar al hombre y a establecerlo en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara. Y también impuso Jehová Dios este mandato al hombre: ‘De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás’.” (Génesis 2:15-17.)

Adán y Eva, jóvenes en el jardín del Edén

Dios puso al primer hombre, Adán, en el jardín de Edén, un hermoso paraíso terrenal lleno de animales y plantas. Adán estaba rodeado de árboles frutales y podía alimentarse de cualquiera de ellos. Sin embargo, Jehová le había dicho que había un árbol específico del cual no podía comer. Dios le advirtió que si comía de ese árbol, moriría.

¿Qué entendió Adán con esa prohibición? Él sabía lo que era la muerte, pues había visto morir animales. Si Adán hubiera sido creado igual que ellos, la advertencia de Dios no habría tenido mucho sentido, pues de todos modos le esperaba la muerte. No; el primer hombre entendió que si obedecía a Dios y respetaba aquel árbol, viviría para siempre.

Hay quienes piensan que el árbol es un símbolo de las relaciones sexuales, pero se equivocan, pues Jehová les dijo a Adán y a Eva: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla” (Génesis 1:28). Se trataba de un árbol real. Jehová lo llamó “el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo” debido a que representaba su derecho a determinar lo que es bueno y lo que es malo para el hombre. Si Adán no hubiera comido el fruto de ese árbol, hubiera demostrado no solo su obediencia, sino también su agradecimiento con el Creador por las muchas cosas buenas que había recibido de él.

Adán murió porque desobedeció a Dios

Dios le dijo a Adán: “Te pusiste a comer del árbol respecto del cual te di este mandato”. Y añadió: “Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás” (Génesis 3:17, 19).

Adán y Eva, viejos y fuera del paraíso

Adán comió de un árbol prohibido para él, y Dios no tomó a la ligera su desobediencia, pues se trataba de una rebelión, una terrible falta de agradecimiento por todo lo que Jehová había hecho por él. Al comer del árbol, Adán rechazó a Jehová y decidió tomar su propio camino, lo cual tendría consecuencias gravísimas.

Tal como Jehová le había advertido, Adán murió con el tiempo. Dios lo había formado del polvo del suelo, y le dijo que volvería al polvo del suelo. El primer hombre no siguió vivo en otra forma o en otro lugar. Acabó tan muerto como el polvo del cual había salido (Génesis 2:7; Eclesiastés 9:5, 10).

Morimos porque somos descendientes de Adán

“Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.” (Romanos 5:12.)

Personas alrededor de un ataúd en un cementerio

La desobediencia de Adán, su pecado, tuvo terribles consecuencias. Para empezar, Adán perdió su vida, pero no una vida como la nuestra, de 70 u 80 años: perdió la oportunidad de vivir para siempre. Además de eso, dejó de ser perfecto, por lo que todos sus hijos nacieron imperfectos.

De Adán, todos hemos heredado la imperfección, es decir, la tendencia a pecar, y un cuerpo que con el tiempo muere. Pablo describió muy bien nuestra situación con estas palabras: “Yo soy carnal, vendido bajo el pecado. ¡Hombre desdichado que soy! ¿Quién me librará del cuerpo que está padeciendo esta muerte?”. Él mismo respondió: “¡Gracias a Dios mediante Jesucristo

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