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Dios Y El Mundo


Enviado por   •  3 de Septiembre de 2012  •  1.767 Palabras (8 Páginas)  •  476 Visitas

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empieza a estudiar electricidad cuando ya había cumplido los cuarenta años. Gauguin llega a descubrir la pintura a la edad de treinta y cinco años, y Fra Angélico comienza a pintar a los cuarenta y seis.

La edad más bien puede convertirse en una ventaja, porque a mayor edad, mayor experiencia; y a mayor experiencia, mayor diversidad de ideas relacionables. Por eso, si se fuera a determinar la edad promedio de las más grandes creaciones de la humanidad, tal vez estaría situada alrededor de los sesenta años.

Ya está suficientemente demostrado que, dentro de las mismas condiciones, la efectividad intelectual de los hombres puede ser la misma, cualquiera que sea la raza a la que pertenezcan.

El racismo va desapareciendo con celebridad de los centros de investigación de todo el mundo.

Pero, curiosamente, lo que ya no se cree de las razas se sigue creyendo de las personas en particular. Constituye una especie de "racismo individualizado" la posición que considera que los hombres tienen, desde el momento de nacer y por obrar de la misma naturaleza, una capacidad intelectual diferente.

Es cierto que de hecho la afectividad intelectual de los hombres es distinta, pero su capacidad es semejante.

Esa posición, si se analiza pormenorizadamente, envuelve en el fondo un pesimismo radical inconsciente en la mayoría de los casos y muy difícil de detectar en todos ellos, que no se compagina con los principios de los cuales la humanidad se siente más orgullosa y sobre los que aspiramos a construirla civilización del futuro

Es necesario romper las ataduras de que la inteligencia está prefijada al nacer.

En contra de esta afirmación podría argumentarse que hasta el presente lo más grandes logros de la civilización de le deben a la raza blanca. Este es un hecho indiscutible

¿A qué se debe? Para responder es necesario preguntarse, en primer lugar, por la razón de la existencia misma de la raza blanca.

Y puede afirmarse que ésta existe porque el organismo humano necesita vitamina D. Una piel que, por falta de una sustancia llamada melanina, sea blanca, absorbe en mayor grado los rayos ultravioletas provenientes del sol, imprescindibles por la formación de esa vitamina y escasos en las regiones cercanas a los dos polos de la tierra; y, por otra parte, una piel oscura sirve de protección en las regiones tropicales, donde esos rayos exceden de lo necesario.

Por la misma falta de sol, para los hombres de la raza blanca ha sido muy duro a través de los siglos el esfuerzo por la obtención del vestido, la alimentación y la vivienda, indispensables para poder subsistir. Para ellos la vida ha sido más difícil que para los miembros de cualquier otra raza.

Han tenido que luchar más

Y porque han tenido que luchar más- y no por ser blancos- han progresado más.

Es el medio externo, como acicate, y no la naturaleza, lo que ha condicionado su transitoria superioridad.

La ciencia está por rechazar definitivamente la creencia, en un tiempo muy en boga, de que la capacidad mental es una resultante del peso o del tamaño del cerebro. Puede haber, sí, reacciones cerebrales distintas, por que el flujo sanguíneo que llegue a cada cerebro sea diferente, por razones atinentes a la condición general de los individuos.

Pero definitivamente, la historia de la evolución de la efectividad mental del hombre no es la misma historia de la evolución de la especie.

Así fue en el pasado y así será en el futuro.

Los gemelos provenientes de un mismo huevo y cuya combinación de genes es idéntica, desde el punto de vista hereditario, son como si se tratara de la misma persona repetida, o, si se prefiere, cortada en dos partes exactamente iguales. Si la inteligencia de una persona dependiera en forma determinante de la herencia, entonces gemelos de ese tipo, aun educados en medios diferentes, deberían tener un mismo grado intelectual o, al menos, muy aproximado.

Y, muy al contrario, en estudios científicos realizados aparecen diferentes notables, según el tipo de enseñanza recibida.

Aun aquellos que creen que la inteligencia depende en buena medida de la disposición hereditaria, admiten que más importante todavía es la formación recibida al comienzo de la vida.

Nunca puede perderse de vista la importancia vital que para cualquier aprendizaje, en primer lugar el de la vida misma, tienen los siete primeros años de la existencia de un ser humano.

El niño está capacitado para aprender de todas las fuentes de conocimiento que tiene a su alrededor.

De hecho lo hace mientras crece en el proceso de perfeccionamiento más asombroso que los ojos humanos puedan contemplar.

Pero, a medida que va pasando el tiempo, se le van cerrando caminos.

Por razón de lo que podríamos llamar "primer envoltorio cultural", nuestros sentidos se encuentran cerrados frente a multitud de estímulos externos, que para otros hombres con diferente formación son plenamente perceptibles.

Aquellos están allí, a las puertas de nuestra corporeidad y para nosotros es lo mismo que si no existieran.

Un niño normal al que, recién nacido, se le cortara todo contacto con el ambiente humano que requiere para su desarrollo natural, no sólo no lograría nunca ser un hombre normal, sino que ni siquiera evolucionaría como un ser humano. Y ese mismo niño, en el medio que le es propio, seguiría siendo un niño como todos los demás.

Ya dijo Pascal que la naturaleza es una primera costumbre.

Algo tan importante en el hombre, como su aptitud para comunicarse, se atrofia irremisiblemente si no es ejercitada en sus primeros años, y lo mismo sucede con las demás cualidades innatas si, mediante el aprendizaje, no se hacen efectivas a tiempo.

En la primera etapa de la vida no hay aprendizaje sin alguna forma de enseñanza. Necesitamos

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