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EL CATOLICISMO EN EL AÑO 2013


Enviado por   •  8 de Febrero de 2014  •  1.507 Palabras (7 Páginas)  •  224 Visitas

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¿GUERRA ‘SANTA’?

Después de siglos de avance tecnológico y científico, ahora que el ser humano está viendo la vida y el mundo con ojos más maduros, cuando dejó atrás la esclavitud en muchas de sus formas, volvió sus ojos a la dignidad de la mujer y defiende el respeto a la pluralidad de credos y modos de pensar, reaparece la intolerancia violenta vestida de santidad. Otro de los derechos aparentemente ya ganados por el progreso de la humanidad, la vida, es de nuevo menos importante que una religión o filosofía. Si la vida es el principal derecho – solo los vivos tienen derecho a los derechos -, ¡qué podemos esperar de las demás prerrogativas que hemos ganado durante la historia, como consecuencia natural del estado del ser humano y sus relaciones con respecto a los demás! La supuesta santidad de una guerra es un evidente retraso e impronta de actitudes arcaicas, que evocan siempre a las especies inferiores y, por lo tanto, denigran al hombre. Si la razón es una de las características distintivas del ser humano, ¿porqué seguir utilizando la violencia, que es típica de los animales? ¿Acaso no es la idea avanzar?¿Acaso no hemos comprendido todavía la historia de la humanidad? Se ha demostrado una y otra vez que los desenlaces de toda conflagración son destrucción material, psicológica, moral y espiritual. ¿Acaso hemos olvidado que sólo el homo sapiens superó ese instinto primario que veía competidores, en ves de colaboradores? ¿Acaso la voluntad de la persona humana no es capaz de refrenar la ira y el deseo de venganza, para dar paso al diálogo, el arrepentimiento sincero, el perdón y el olvido, atributos propios del individuo racional y espiritual? Y racionales y espirituales son tanto los agresores como los agredidos ¡Es hora de crecer, no de disminuir!. Doctor Mauricio Rubiano Carreño

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¡MÁS GRANDES QUE LAS TORRES!

Seguimos asombrados, estupefactos, atónitos, aterrados... con un asombro que no pasará en muchísimos años por la tragedia que nos ha tocado a todos y que nos ha herido tanto. Con los criminales atentados a las Torres Gemelas de nuestra Ciudad de New York y con la destrucción de parte del edificio del Pentágono, no sólo han sufrido los directamente afectados por la tragedia (heridos físicamente y muertos) sino que sufren familiares y amigos de las víctimas pero sufrimos todos los que habitamos esta ciudad y area de los Estados Unidos, sufrimos también todos los que habitamos esta Nación y todos los hombres y mujeres de buena voluntad que detestamos toda clase de violencia, de odios, de divisiones entre los seres humanos aquí o en cualquier rincón del planeta. Estos atentados han herido a la humanidad entera porque tocan y afectan los más profundos valores cultivados y logrados por la humanidad en tantos siglos de tarea por la civilización de los hombres. Porque no sólo se atentó contra la vida muchos seres humanos ni contra símbolos del poderío militar o la grandeza económica de nuestra Nación sino que - y sobre todo - se atentó contra valores universales tales como el respeto a la vida, a la libertad y a los más elementales derechos de todo hombre. Me correspondió ser testigo de esta inconmensurable tragedia. Me correspondió estar cerca y presente en el momento justo de la hecatombe, del caos, de ese Apocalipsis imborrable. Y quiero dejar aquí mi testimonio: la certeza de que si bien fue enorme el horror y la muerte causados por la violencia más grande y más imponente que aquellas Torres Gemelas fue la cadena de solidaridad humana que inmediatamente se registró en el lugar dantesco de los fatídicos acontecimientos; si bien unos pocos causaron tanto daño más grande y más elocuente fue el bien que millones empezaron a hacer y hacerse los unos a los otros en medio del clamor, del llanto, de la humareda, de las explosiones, del derrumbe, del polvo, de la huida, de la desesperanza, de la desolación, de tantas pérdidas, de la nada. No olvidaremos los aviones, el fuego, las columnas de humo, los gritos de terror, el pánico, el ruido de las sirenas, las carreras, el desastre...imposible olvidar tanto horror, tanto miedo....Pero será más provechoso y más aleccionador para la memoria de esta Nación y para la posteridad y generaciones venideras que no olvidemos el bien causado por tantos y tantas que arriesgaron u ofrendaron efectivamente sus vidas por salvar vidas de hermanos desconocidos pero al fin y al cabo ciudadanos de la misma patria

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