El Libro De Eli
Enviado por • 9 de Octubre de 2013 • 1.107 Palabras (5 Páginas) • 355 Visitas
La crisis mundial imaginada por el autor de esta película tiene que ver, sobre todo, con la guerra por la verdad, las creencias y el poder de las religiones. El fin del mundo, construido por el mismo hombre, que perdió su propia dirección, es, en realidad, una autoflagelación. ¿Para qué destruir el mismísimo mundo que habitamos? ¿Por qué esta humanidad se hace tanto daño a sí misma? Ante la falta de respuestas, el hombre de la supuesta gran civilización rebosa de tanta soberbia y orgullo, que ni siquiera logra darse cuenta de que se está autoaniquilando.
El fundamento de este film se basa en torno a este mundo que hemos construido en la seguridad material y en la lucha por el poder. Es tan grande la irracionalidad que plantea la avaricia del poder, que nadie puede sentirse seguro, cuando existe una persona hambrienta, sedienta de ocupar cargos y dominar gente.
La crisis de la humanidad, hoy, es el exceso. Ya no se instruye ni se prepara para la escasez, la templanza, el ahorro, el equilibrio. La cultura de hoy se identifica con el comprar, vender, acumular, ganar, poseer sin importar el hombre que hay detrás de cada negociado. Todo lo que podemos lo gastamos, todo lo que vemos lo queremos tener. Lo terrible es que la gente vive endeudada, no por alimentos, sino por bienes materiales como celulares, centros musicales, computadoras, etcétera... La humanidad, en su gran mayoría, ha perdido el Norte. El libro de Eli, de mirada apocalíptica, nos hace pensar en cómo estamos y hacia adónde vamos. Cuando el protagonista, Eli, intenta definir la razón de la destrucción, sólo apunta a dos aspectos: el consumo material excesivo y la lucha por el poder, en este caso, religiosa: “Teníamos más que lo que necesitábamos, no sabíamos diferenciar lo que era valioso de lo que no lo era”. Hoy, justamente, estamos atentando contra lo valioso que es la vida, la persona, la familia, Dios; y lo hacemos con nuestra desatención, nuestro estrés, falta de amor, ausencia de compromiso. Echamos a las patadas a Dios de nuestras vidas y vamos por más.
No podemos valorar lo que somos o lo que tenemos hasta que perdemos lo mínimo, lo accesorio, quizá lo insignificante. Un corte de Internet nos puede provocar un preinfarto, una suspensión momentánea de la electricidad nos hace sentir inútiles. ¿Qué necesitaríamos, de verdad, si, por un error humano, perdemos todo lo que creemos imprescindible? La gente tira de todo a la basura, incluso comida que se puede aprovechar muy bien. Los supermercados desechan productos que pueden alimentar a miles de personas, pero no lo advertimos. Como relata el personaje del film: “Tirábamos cosas que la gente hoy mataría por tener”. Vivimos ensimismados en nuestra propia hartura de todo y, a la vez, en un vacío existencial.
En este largometraje, lo único que queda por proteger y cuidar es la “Biblia”. Es tan importante ese “libro de los secretos” para el personaje principal, que lo hizo suyo y propio; dialogaba, oraba cuando lo leía, lo estudiaba, lo disfrutaba. “Conozco ese libro, ese libro contiene un gran poder... por eso, después de la guerra, lo quemaron”, dice el antagonista del film (Gary Oldman), que quiere obtener el libro para doblegar a una humanidad que subsiste en la miseria más completa y espantosa que se puede imaginar.
Un aspecto interesante de esta obra es la falta de educación de esta incipiente civilización posapocalíptica. La gran mayoría de los jóvenes no sabe leer y desconoce, casi por completo, la cultura del mundo, a estas alturas, “preapocalíptico”, treinta años antes. “Imaginate si la gente tuviera palabras exactas para pronunciar las cosas que necesita... para dar nombre a sus situaciones”. La palabra ha muerto con la humanidad, y el hombre vive de la violencia y el sinsentido, de la lucha por sobrevivir y de la reconstrucción del desastre, juntando escombros, restos, recuerdos. El hombre del posapocalipsis no tiene fe, no posee palabra, no sabe lo que es amar.
La “Biblia” es el libro que puede sembrar esperanza en la nueva civilización, que pretende empezar de nuevo, aun en las ruinas y la pobreza extrema. La Biblia: “No es cualquier libro, es uno que va directo al corazón de la gente”. Tal vez, de tanto leer la Biblia, hemos sido anestesiados de anomia espiritual. A lo mejor, nos han transmitido el aburrimiento que sienten los que dicen vivirla, pero apenas la conocen. No es que hallemos gente enamorada de la Biblia por todas partes. Sí hay muchos lectores, repetidores, estudiosos, expertos. Pero enamorados al extremo de la Palabra de Dios son pocos, insignificantes, en extinción.
Los hombres que no entienden nada de religión creen que, con ella, se puede dominar, adquirir prestigio, usar a la gente de fe sencilla. Quizás el mal uso de la religión nos condujo o nos conducirá a la perdición. Podemos perder todo lo que somos y tenemos tan sólo en un abrir y cerrar de ojos. Aunque nuestro protagonista (Denzel Washington) sea mitad ángel y mitad “Rambo”, busca el bien y no el mal. La película plantea la posibilidad de un final religioso del mundo. “Algunos afirmaron que el motivo principal de la guerra anterior fue la Biblia” y, por eso, la quemaron. Ésta es una nueva oportunidad para crear, con la Biblia, aquello que verdaderamente es su objetivo: la paz, la unión, el amor. La Palabra de Dios, según El libro de Eli, debe sobrevivir a las miserias humanas. Por eso, ese personaje casi angelical escudará a la “Biblia” hasta un lugar donde será protegida: “Una voz me indicó que llevara el libro al oeste”.
A decir verdad, la humanidad que sobrevive al final del mundo es básicamente inhumana. Ya no se recuerda ni el bien, ni la fe, ni la cultura, ni la palabra. Sólo Eli se afana por algo desconocido en este nuevo escenario de escasez, muerte y confusión. Aun en los más horribles eventos que le toca atravesar, no baja los brazos y reza: “Por la fe andamos, no por los sentidos”. Cansado y herido por defender el libro de los secretos, Eli siente que, a pesar de cuidarlo tanto, no es suficiente, falta algo: “Me obsesioné tanto con leerlo, que me olvidé de vivirlo... haz para los demás, más de lo que haces por ti”. Llegar a vivir la “Palabra de Dios es un desafío escaso y casi en extinción, en la sociedad y en las Iglesias de nuestros tiempos. Pero mientras exista un ejemplar de la “Biblia” en el mundo, quizás alguno se convierta, quizás el fermento sea bueno y se reproduzca.
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