Enfermedad y pecado

Que es el pecado, Muchos lo consideran como la ausencia del bien, de lo que alguna manera es ajeno y extraño a la voluntad divina de Dios. Pero porque entonces se caen en pecado, en lo que atenta en la integridad y la salud.

Porque es inherente a la condición humana, pecado y enfermedad; ahora bien ¿existe alguna relación entre tales aspectos de la vida?

El hombre desde el inicio de los tiempos se ha inquietado por el origen de sus males, de sus dolencias, de la enfermedad. La pregunta atreves de los siglos ha sido la misma sin embargo la respuesta si se ha modificado con la llegada de nuevas eras de nuevas creencias y con la modernización puesto que los temas de salud se han entendido claramente inscritos en los sistemas de creencias.

La connotación de la enfermedad como producto del pecado es tan antigua como el hombre mismo. Aun así, fueron las religiones monoteístas quienes se apropiaron del concepto, la relación antiguamente era conceptuada como tabú, lo prohibido que no es enteramente explicado y que debe mantenerse distanciado. El incumplimiento de ciertas reglas preestablecidas por una deidad superior generaba el caos, la desgracia y el cuerpo experimentaba tales afanes, de manera poco esperadas. También es posible el entendimiento de que son fuerzas malignas quienes actúan en contra nuestra y traen consigo la degeneración de la salud.

Si Él es quien otorga la vida también tiene la facilidad de menguar la salud del hombre. Un dilema que se ha presentado siempre es existencia del bien y el mal. Pero creyendo que este mundo se basa en la existencia de opuestos luz; oscuridad, bien; mal, salud; enfermedad. Caemos en concepciones filosóficas y anti teológicas que conllevan a pensar que la suma bondad de Dios no permitirá la existencia de tales opuestos. Este es otro conflicto que no es nada nuevo para la humanidad, muchas veces parte del pensamiento reflexivo otras veces producto de la experiencia propia o cercana a la enfermedad o la muerte. En el momento en que la enfermedad inicia su camino, la pregunta suele ser que he hecho yo para merecer esto, la gravedad de la falta es en gran medida un factor de complicaciones, si existen faltas mayores y de mayor relevancia en el mundo espiritual que repercuten en nuestro mundo materia; entonces se habla de los pecados que son trans-generacionales, estructurados por omisión o por comisión, y faltas mucho mayores como los llamados pecados capitales. Cuando se es consciente de las fallas u ofensas cometidas la búsqueda por la explicación inicia por buen camino, no es lo mismo el reconocimiento, que la creencia de que las malas acciones no reflejaran nada en la vida terrenal. Porque quien se aleja del pecado por consiguiente se alejará también de la enfermedad. Tal premisa es el verdadero reflejo de quien iniciaba la búsqueda de la salud, es bueno resaltar que, si bien no se conseguía la mejor de la salud física, se debía estar seguro de que la batalla espiritual estaba ganada; y no era motivo para perder la fe en deidad o en el poder de la oración.

“La relación entre enfermedad y pecado cambia tanto como los contextos en que ambas se definen. Quien defina tomara en cuenta el parámetro para el cual es legitimado y montara argumentos que permitan la legitimación”. La relación existente en la curación del enfermo tenía u carácter que se proyectaba como místico, casi mágico. Producto de cosas que escapaban de la comprensión. Actualmente tiene un carácter de simultaneidad, aun estando separadas medicina-ciencia con religión-mística. Todo esto ha permitido que el papel del clérigo que propicia la expiación de los pecados recaiga en parte en el medico quien estaría convertido en un mediador entre ambas corrientes, todo como producto de la secularización puesto que en los sistemas este es un papel que no puede perderse.

No podemos hablar de una secularización totalitaria en los

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