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Estudio Salmo 1


Enviado por   •  13 de Octubre de 2013  •  2.448 Palabras (10 Páginas)  •  1.909 Visitas

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“Estudio de los Salmos”

SALMO 1

Introducción

Este Salmo es una introducción a toda la colección de salmos. Describe lo dichosa que será la persona que vive de acuerdo a la ley de Dios (“Bienaventurado…”, v.1), y lo infeliz que será la que opta por hacer caso omiso a la Palabra de Dios. Podemos estudiar este salmo a la luz de Lev 26 y Dt 28-29, pasajes en los cuales Dios promete bendecir a los que obedecen Su ley, y castigar a los que son desobedientes a ella.

El tema central de este salmo es el contraste entre los “justos” (v.5) y los “malos” (v.4). Los “justos” no son personas completamente perfectas; sino, personas que meditan en la ley de Dios, y procuran vivir de acuerdo a ella. Los “malos” no son personas totalmente perversas; son personas que viven dando la espalda a Dios y a Su ley.

Al escribir este salmo, el salmista tuvo en mente al pueblo de Israel; sin embargo, podemos aplicar el mensaje del Salmo 1 a todo ser humano.

1. EL HOMBRE JUSTO (v.1-3)

El autor describe la forma de vida del hombre ‘justo’ (v.1-2), y el resultado de ésta (v.3). Divide el comportamiento del ‘justo’ en dos partes: lo que NO hace (v.1) y lo que SI hace (v.2).

NOTA: Dios conoce a Sus hijos por nombre; pero nosotros solo podemos conocer quiénes son

verdaderos creyentes por su carácter y comportamiento. Como dijo el Señor Jesús, ‘por

sus frutos los conocerás’ (Mt. 7:16)

a. Su Forma de Vida (v.1)

El ‘justo’:

- “no anduvo en consejo de malos”. En este contexto, el verbo ‘andar’ significa ‘conducirse’, ‘comportarse’ o ‘vivir’. El hombre ‘justo’ no establece su forma de vida sobre la base de las ideas y los consejos de los “malos”. Él es consciente de las cosas que el ‘mundo’ valora, pero no se deja influenciar por ellas al tomar decisiones.

- “Ni estuvo en camino de pecadores”. Aunque el hombre ‘justo’ no puede evitar contacto con los pecadores, no se coloca en su camino, ni se deja influenciar en nada por ellos. Él no se detiene en la senda de los impíos, sino que anda por ese camino ‘angosto’; el camino poco transitado, pero que conduce al cielo.

- “Ni en silla de escarnecedores se ha sentado”. Muchas personas, en este mundo se burlan, escarnecen al que lleva una vida ordenada y sumisa a Dios y a Su Palabra, pero el hombre ‘justo’ nunca adopta esa actitud.

NOTA: Hay una progresión en el pecado, que va de “malos” a “pecadores”, y de “pecadores” a

“escarnecedores”. Todo empieza cuando el hombre olvida a su creador y rehúsa rendirle

el culto que merece. Luego, su falta de temor a Dios, lo lleva a cometer más y más

pecado, hasta que se vuelve totalmente ‘pecador’. Finalmente, con la conciencia

cauterizada, el ‘pecador’ se vuelve burlador – tanto de Dios como de los creyentes.

b. Su Deleite (v.2)

Todo ser humano vive conforme a lo que le deleita; lo que le trae placer. Al hombre ‘justo’, lo que le trae placer - su “delicia”, es “la ley de Jehová”, la Palabra de Dios. Pero observemos un detalle importante. No es tanto que el salmista se deleita en la Palabra de Dios, sino que “su delicia” está en la Palabra de Dios. En otras palabras, el salmista ha tomado una decisión, y esa decisión es que se va a deleitar en la ley de Dios; esa será su delicia. Amar la Palabra de Dios no es solo una emoción, sino una decisión. La emoción viene como consecuencia de dicha decisión.

La emoción por la Palabra de Dios también viene como fruto del nuevo nacimiento. Pedro afirma que el hambre espiritual es una de las evidencias de haber nacido de nuevo (1 Ped 2:2).

NOTA: Es interesante observar que cuando el Salmo 1 fue escrito, la ‘ley de Jehová’

consistía solo en los primeros cinco libros de la Biblia (el Pentateuco). Para el creyente

actual, estos libros no son los más leídos (especialmente Levítico y Números); pero el

salmista los amaba – ¡se deleitaba en ellos!

Aunque la mayoría de cristianos reconocen el valor de la Biblia, son pocos los que la leen ordenada y sistemáticamente. El salmista no solo la leía todos los días, sino que meditaba en ella “de día y de noche”.

El verbo, ‘meditar’ (‘jaga’), significa ‘murmurar’ o ‘hablar’ (ver Sal 35:28 y 71:24, donde el mismo verbo en hebreo es traducido “hablará”). ¡La meditación del judío no era silenciosa! Éste repetía en voz alta la Palabra de Dios, con el fin de concentrarse en ‘exprimir’ cada gota de significado del texto. Era la mejor manera de alimentarse de la Palabra de Dios .

¿Cuál es el beneficio de meditar en la Palabra de Dios? Un autor responde, “En el texto más sencillo hay todo un mundo de santidad y espiritualidad; y si nosotros, en oración, y en dependencia de Dios, nos sentáramos para estudiarla, veríamos muchas cosas en ella que no aparecen en la superficie”. Por ende, todo predicador debe meditar constantemente en la Palabra de Dios. Escuchemos lo que dice Lutero al respecto: “Meditar consiste, en primer lugar, en un análisis detenido de las palabras de la ley, para luego comparar lo que descubrimos con diferentes textos de la Biblia. Usando el tiempo en esta manera, por fin sale un hombre bien instruido en la Palabra de Dios, listo para hablar al pueblo de Dios”.

c. Su Testimonio (v.3)

¿Cuál es el resultado de esta clase de vida – una vida que se aparta del pecado, y se deleita en la Palabra de Dios? El salmista lo compara con un “árbol plantado junto a corrientes de aguas”.

NOTA: El verdadero creyente no es una ‘planta’ (algo vulnerable), sino un “árbol”.

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