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Etapas De La Iglesia

gustavovalle127 de Junio de 2015

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Etapas de la Historia de la Iglesia:

Para estudiar la historia, se acostumbra dividirla en períodos. Tal división es útil, pues nos ayuda a entender los cambios que han tenido lugar de un tiempo a otro, y a ordenar nuestros conocimientos dentro de un marco de referencias. Es importante entender, sin embargo, que esas divisiones tienen algo de artificial, y que por tanto es posible dividir la misma historia de varias maneras distintas.

Hecha esa aclaración, la historia que aquí hemos de bosquejar puede dividirse en los períodos que indicamos a continuación. A cada uno de esos períodos le dedicaremos un capítulo de este libro.

1. La iglesia antigua. Desde los inicios del cristianismo hasta que Constantino les puso fin a las persecuciones (Edicto de Milán, año 313).

Fue un período formativo que marcó pauta para toda la historia de la iglesia, pues hasta el día de hoy seguimos viviendo bajo el influjo de algunas de las decisiones que se tomaron entonces.

El cristianismo surgió en un mundo que tenía ya sus propias religiones, sus culturas y sus estructuras políticas y sociales. Dentro de ese marco, la nueva fe se fue abriendo camino, pero al mismo tiempo se fue definiendo a sí misma.

La primera y más importante tarea del cristianismo fue definir su propia naturaleza ante el judaísmo del cual surgió. Como se ve en el Nuevo Testamento, buena parte del contexto en que tuvo lugar esa definición fue la misión a los gentiles.

Pronto el cristianismo tuvo sus primeros conflictos con el estado, y fue dentro de ese contexto que la nueva fe tuvo que determinar su relación con la cultura que le rodeaba, así como con las instituciones políticas y sociales que eran expresión y apoyo de esa cultura.

Esos conflictos con el estado produjeron mártires y «apologistas». Los primeros sellaron su testimonio con su sangre. Los apologistas trataron de defender la fe cristiana frente a las acusaciones de que era objeto. (Y algunos, como Justino, fueron primero apologistas y a la postre mártires.) Fue en ese intento de defender la fe que se produjeron algunas de las primeras obras teológicas del cristianismo.

Pero había además otros retos a la fe: lo que la mayoría de los cristianos llamó «herejías» —es decir, doctrinas que hacían peligrar el centro mismo del mensaje cristiano. Fue principalmente en respuesta a esas herejías que surgieron el canon (o lista de libros) del Nuevo Testamento, el credo llamado «de los apóstoles», y la doctrina de la sucesión apostólica.

Tras los apologistas vinieron los primeros grandes maestros de la fe —personas tales como Ireneo, Tertuliano, Clemente de Alejandría, Orígenes y Cipriano. Estos escribieron obras cuyo impacto se deja ver todavía.

Por último, es importante señalar que, a pesar de la escasez de documentos al respecto, es posible saber algo acerca de la vida cotidiana y del culto cristiano durante estos primeros años.

2. El imperio cristiano. Desde el Edicto de Milán (313) hasta la deposición del último emperador romano de Occidente (476).

Con la «conversión» del emperador Constantino, las cosas cambiaron radicalmente. La iglesia perseguida se volvió la iglesia tolerada, y pronto vino a ser la religión oficial del Imperio Romano. Como consecuencia de ello la iglesia, que hasta entonces estuvo formada principalmente por personas de las clases más pobres de la sociedad, se abrió campo entre la aristocracia.

El cambio no fue fácil, y hubo cristianos que respondieron de muy diversas maneras. Algunos se mostraron tan agradecidos por la nueva situación, que se les hacía difícil adoptar una actitud crítica ante el gobierno y la sociedad. Otros huyeron al desierto o a otros lugares apartados y se dedicaron a la vida monástica. Algunos sencillamente rompieron con la iglesia mayoritaria, insistiendo en que ellos eran la verdadera iglesia. Tampoco faltó la reacción de los paganos, que deseaban volver a la vieja religión y su antigua relación con el estado.

Los más destacados líderes del cristianismo adoptaron una postura intermedia: siguieron viviendo en las ciudades y participando de la vida de la sociedad, pero con un espíritu crítico. Fue así que, librada de la constante amenaza de persecución, la iglesia produjo algunos de sus mejores maestros —razón por la cual se puede llamar a este período «la era de los gigantes». Fue una época en que se escribieron grandes tratados teológicos, así como importantes obras de espiritualidad y la primera historia de la iglesia.

Pero esta época también produjo fuertes controversias teológicas —sobre todo la que giró alrededor del arrianismo y la doctrina trinitaria.

Terminó este período con las invasiones de los «bárbaros», pueblos germánicos que invadieron el Imperio Romano y se asentaron en sus territorios. En el año 410, los godos tomaron y saquearon la misma Roma. Y en el 476 el último emperador (Rómulo Augústulo) fue depuesto.

3. La baja Edad Media. Desde la deposición de Rómulo Augústulo (476) hasta el cisma entre Oriente y Occidente (1054).

Puesto que el Imperio Romano había quedado dividido en dos (el Imperio de Occidente, donde se hablaba latín, y el de Oriente, donde se hablaba griego), las invasiones de los «bárbaros» no afectaron a toda la cristiandad por igual. En el Occidente, el Imperio dejó de existir, y fue suplantado por una serie de reinos bárbaros.

Las invasiones de los bárbaros afectaron mucho más a la iglesia de habla latina que a la iglesia de habla griega. En el Occidente latino (lo que hoy es España, Francia, Italia, etc.) sobrevino un período de caos.

Puesto que eran tiempos de dolor, muerte y desorden, el culto cristiano, en lugar de centrar su atención sobre la victoria del Señor en su resurrección, comenzó a preocuparse más y más por la muerte, el pecado y el arrepentimiento. Por ello la comunión, que hasta entonces había sido una celebración, se convirtió en un servicio luctuoso, en el que se pensaba más en los propios pecados que en la victoria del Señor.

Buena parte de la antigua cultura desapareció, y la única institución que preservó algo de ella fue la iglesia. Por eso, en medio del caos, la iglesia se fue haciendo cada vez más fuerte y más influyente. En ese proceso, tanto el monaquismo como el papado tuvieron un papel importante.

Mientras tanto, en el Oriente, el Imperio Romano (ahora también llamado Imperio Bizantino) continuó su existencia por mil años más. Allí, empero, el estado era más poderoso que la iglesia, a la que frecuentemente impuso su voluntad. También tuvieron lugar allí importantes controversias teológicas que ayudaron a clarificar la doctrina cristológica. Estas controversias dieron origen a varias iglesias disidentes o independientes que perduran hasta nuestros días —las iglesias llamadas «nestorianas» y «monofisitas».

A mediados del período, surgió una nueva amenaza en el avance del Islam. Este conquistó vastos territorios y ciudades que hasta entonces habían sido importantísimos en la vida de la iglesia —Jerusalén, Antioquía, Alejandría, Cartago, etc.

Al mismo tiempo que el Islam lograba su mayor expansión territorial, surgía en Europa occidental un nuevo poder político en el reino de los francos, cuyo más poderoso gobernante fue Carlomagno. En el año 800 el papa coronó a Carlomagno como «emperador», con lo cual se pretendía resucitar el viejo Imperio Romano. Aunque el nuevo imperio nunca fue lo mismo que el antiguo, el título (y a veces el poder) continuó existiendo por siglos.

El resultado fue que el cristianismo, que hasta entonces se había movido alrededor de un eje que iba de este a oeste a lo largo del Mediterráneo, ahora comenzó a moverse alrededor de un eje que iba de norte a sur, del reino de los francos a Roma. Sin embargo, mientras en el Occidente la iglesia parecía tener más poder, lo cierto es que se le hacía difícil luchar contra el caos reinante —y que en buena medida las luchas dentro de la misma iglesia contribuían al caos. La medida de orden que se logró tomó la forma del «feudalismo», en el que cada señor feudal seguía sus propias políticas, guerreando cuando le parecía y a veces hasta dedicándose al bandidaje. Era en el Oriente donde se conservaba cierta medida de orden, así como de las letras y los conocimientos de la antigüedad.

Constantinopla, la vieja capital del Imperio Bizantino, quedaba cada vez más reducida en su influencia. Probablemente el más alto logro del cristianismo bizantino fue la conversión de Rusia, alrededor del año 950.

Las relaciones entre Oriente y Occidente se fueron haciendo cada vez más tensas, hasta que por fin vino la ruptura definitiva en el año 1054.

4. La alta Edad Media. Desde el cisma entre Oriente y Occidente (1054) hasta que comienza la decadencia del papado (1303).

La iglesia occidental estaba necesitada de una reforma radical, y ésta surgió por fin de entre las filas del monaquismo. Pronto los elementos monásticos que abogaban por una reforma llegaron a ocupar el papado, con lo cual apareció toda una serie de papas reformadores. Esto empero llevó a conflictos entre las autoridades seculares y las eclesiásticas, y sobre todo entre papas y emperadores.

Fue también la época de las cruzadas, que comenzaron en el año 1095 y perduraron por varios siglos. Y fue también la época en que tuvo lugar buena parte de la «Reconquista» española —el proceso de desalojar a los moros de la Península.

En parte como resultado de las cruzadas, hubo un gran auge en el comercio, y a consecuencia de ello un aumento en la población de las ciudades, que eran por naturaleza centros de comercio. El dinero, que

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