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Fanatismo religioso Débora Malamud


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2015  •  Ensayos  •  1.599 Palabras (7 Páginas)  •  342 Visitas

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Fanatismo religioso

Débora Malamud

Al intentar definir el concepto fanatismo, encuentro que, según La Real Academia Española, el fanático es aquel “que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas. Preocupado o entusiasmado ciegamente por algo”.

Ahora bien, ¿qué tan cercano a nuestras vidas es esto? Muchos de nosotros nos autodenominamos fanáticos de grupos de música, equipos de fútbol o artistas, pero, ¿hasta qué punto somos capaces de defenderlo? ¿Estamos realmente convencidos de que aquello de lo que somos fanáticos es lo mejor y únicamente válido? ¿Acaso no estamos desvalorizando o menospreciando totalmente las opiniones de los demás?

Sin defender el dogmatismo y maniqueísmo que ser realmente fanático implica, no se tornaría grave si manejáramos nuestro fanatismo respetando los límites de nuestros derechos, los cuales terminarán cuando empiecen los de los demás. Lo terrible está en salirse de esos límites, al tener la necesidad de hacer justicia por mano propia, y llegar a utilizar la violencia en nombre del supuesto bienestar de toda una sociedad y de sus valores consagrados.

A lo largo de la historia y en la mayoría de los casos, lo recientemente descripto se da en el marco de las religiones. Quiero encargarme aquí de definir el llamado fanatismo religioso.

Empezaré diciendo que fanatismo viene de Fanum, que significa templo. Por lo tanto fanático es aquel que pertenece al templo o, también, el protector del templo.  Esto demuestra que si bien el término es sumamente abarcativo (como los ejemplos anteriormente nombrados), su relación con la religión es muy estrecha.

Mayormente se manifiesta en la defensa de dogmas, dioses, o libros con historias indiscutibles e inmodificables y que, por lo tanto, son consideradas sagradas. La religión venera a un dios todopoderoso e incuestionable, en nombre del cual está permitido hacer cualquier cosa con uno mismo y con los demás. Aparentemente, en estos casos, la justicia se torna más importante que la vida, y es por ello que aparece lo que Amos Oz[1] llama el gen del mal, como componente siempre presente en la naturaleza humana. Este gen del mal produce que el fanático se sienta convencido y responsable de aniquilar todo aquello que considera malo, obligando, así, a cambiar las creencias, opiniones y modos de vida de los demás, tan sólo por el hecho de pertenecer y querer que todos “pertenezcan” también a lo que uno pertenece.

Es éste, creo, un punto de suma importancia en la construcción de una mejor definición del término. Aquel que quiere inculcar ciertas creencias, se siente salvador de los demás, ya que lo que transmite es una verdad única y válida para la humanidad. Lucha en pos de lo que cree correcto, y hará todo lo posible por “salvar” lo que lo rodea del mal, utilizando cualquier medio, sea el más violento y sangriento de todos, que siempre justificará su objetivo.

El Cristianismo

Entre los siglos XI y XIII se llevaron a cabo expediciones militares con el supuesto motivo de liberar los considerados Santos Lugares del dominio musulmán. Cientos de nobles fieles obedecieron el mandato de la Iglesia Católica, y así fue como en nombre de Dios, y de lo que era únicamente correcto,  se organizaron las más sangrientas y terribles matanzas del medioevo, conocidas como Las Cruzadas.

Aunque los objetivos de fondo de la Iglesia Católica fueron el expansionismo de la nobleza feudal, el control del comercio y el afán hegemónico del papado sobre las monarquías y las iglesias de Oriente, lograron sumar miles de fieles participantes de Las Cruzadas bajo el lema “Dios lo quiere”, convencidos de estar luchando por un territorio que les pertenecía y una fe que era la verdadera. Cabe recalcar, para entender el fanatismo religioso presente en estos hechos, que se predicaba en contra de musulmanes y judíos por ser considerados enemigos de Cristo,  y que por lo tanto, era deber del cristianismo enfrentárseles y convertirlos a la fe cristiana. Es decir, los cruzados eran justamente los liberadores del territorio santo y los encargados de la purificación de quienes no respondían a la Iglesia Católica. De esta manera creían estar mejorando a la humanidad entera, sea cual fuese el medio y el costo. 

Aparentemente se entendió que el mandato cristiano al que hacían mención los predicadores, significaba tanto convertir al infiel como darle muerte, lo que ocurrió, y de manera brutal, en la mayoría de los casos.

El Judaísmo

El asesinato del Primer Ministro israelí Itzjak Rabin, el 4 de noviembre de 1995, después de una manifestación a favor de la paz en la plaza central de la ciudad de Tel Aviv, es un claro ejemplo de lo que un fanático es capaz de hacer por la defensa de sus ideas. Estamos ante un caso en el que la religión en sí no fue el motivo del crimen, ya que ambos, asesino y asesinado, eran judíos.  

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