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Fiestas Judias

EmmanuelleBros9721 de Junio de 2014

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FIESTAS JUDIAS Y LA VERDAD PRESENTE

¿La verdad presente para hoy incluye las fiestas judías?

“Por eso siempre os recordaré estas cosas, aunque vosotros las sabéis, y estáis confirmados en la verdad presente” (2 Pedro 1:12).

La Biblia enseña claramente que a través de toda la historia de nuestro mundo, Dios, a su debido tiempo, ha dado una verdad presente para una generación en particular. Su salvación dependía en prestar atención y obedecer esa verdad presente, por otro lado su destrucción sería el resultado de desobedecerla y rechazarla.

Siempre ha habido verdades aplicables a todas las épocas y por lo tanto deben ser predicadas y aceptadas por los hijos de Dios en todo tiempo, como ser: el amor, la esperanza, el arrepentimiento, la obediencia, el agradecimiento y la alabanza. Estas verdades son oportunas siempre pero cuando Dios ve una necesidad especial para determinada generación él le da una verdad presente, la cual debe ser obedecida a fin de obtener la salvación.

Por ejemplo, en los días de Noé, Dios le dio una verdad presente que era un mensaje urgente: “Así dijo Dios a Noé: ‘Decidí poner fin a todo ser viviente, porque toda la tierra está llena de violencia a causa de ellos. Por eso los destruiré con la tierra. ‘Hazte un arca de madera de ciprés’” (Génesis 6:13, 14).

Sin duda, muchos que tenían mucha fe en Dios se perdieron en el diluvio porque que no hicieron caso ni obedecieron la verdad presente de un diluvio.

Al profeta Jonás se le dio una verdad presente para transmitir a los habitantes de la ciudad de Nínive. Así que, de acuerdo a la Palabra del Señor, Jonás se levantó y fue a Nínive: “Y Jonás se levantó, y fue a Nínive conforme a la orden del Eterno. Nínive era una ciudad muy grande, de tres días de camino para recorrerla. Jonás entró en la ciudad, y caminó un día pregonando: ‘De aquí a cuarenta días la ciudad de Nínive será destruida’” (Jonás 3: 3, 4).

Note cuán diferente fue la reacción de ellos en comparación con la de los antidiluvianos: “Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor. La noticia llegó hasta el rey de Nínive. Y él se levantó de su trono, se quitó su vestido, se cubrió de cilicio, y se sentó sobre ceniza. Mandó anunciar en Nínive: ‘Por orden del rey y de sus grandes: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna, no se les dé alimento, ni beban agua. Sino cúbranse de cilicio todos los hombres, y clamen a Dios con toda su fuerza, y conviértanse cada uno de su mal camino, de la rapiña que está en sus manos. Tal vez Dios se aplaque, y desista del furor de su enojo, y no perezcamos’. Cuando Dios vio lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino, tuvo compasión, y no les mandó lo que les había dicho” (Jonás 3: 5-10).

Juan el Bautista fue llamado por Dios para predicar a los judíos que el Mesías había venido a Israel, como lo había prometido, pero ellos rechazaron esa verdad presente: “Vino a lo que era suyo, y los suyos no lo recibieron” (Juan 1: 11).

El resultado trágico está registrado en las palabras de Cristo: “Y cuando se acercó y contempló la ciudad, dijo llorando: ‘¡Oh, si al menos conocieras en este día, lo que toca a tu paz! Pero ahora está encubierto de tus ojos’” (Lucas 19: 41, 42). “Vuestra casa os queda desierta” (Mateo 23:38).

Hoy, en este tiempo del fin, Dios ha dado la última verdad presente en su mensaje de advertencia, como se encuentra en el Apocalipsis: “¡Reverenciad a Dios y dadle honra, porque ha llegado la hora de su juicio! Y adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas... ¡Ha caído, ha caído la gran Babilonia!... Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe su marca en su frente o en su mano, éste también beberá del vino de la ira de Dios” (Apocalipsis 14: 9, 10).

Ahora es el tiempo de dedicar nuestras energías a la verdad presente pues, su aceptación o rechazo significa la diferencia entre la vida y la muerte. Por eso Satanás realiza grandes esfuerzos para engañar al remanente de Dios, haciéndoles perder su precioso tiempo en requisitos que Dios dio en el pasado y en previas exigencias divinas que no tienen nada que ver con la verdad presente que Dios nos ha dado para el tiempo final.

Elena de White resume esta tragedia diciendo: “Nuestros hermanos necesitan comprender los oráculos de Dios; necesitan tener un conocimiento sistemático de los principios de la verdad revelada, que los preparará para sobrellevar aquello que está por sobrevenir a la tierra, e impedirá que sean llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina” (Testimonios selectos, t. 4, p. 71).

Así es como el diablo está tratando de distraer a los santos para que dejen de proclamar el último mensaje de advertencia de la verdad presente y estén desprovistos de la preparación necesaria para la crisis venidera.

Pidamos al Señor que nos ilumine al considerar este tema. Hay todavía un número cada vez mayor de cristianos sinceros que creen que debemos practicar las fiestas descriptas en el Antiguo Testamento. Por eso necesitamos la guía del Espíritu Santo mientras buscamos la verdad presente para este tiempo del fin.

Un estudio cuidadoso de la Palabra de Dios nos revela que hay cuatro tipos de leyes en las Escrituras, a saber: la ley moral, la ley ceremonial, la ley civil y las leyes de salud.

Las escrituras enseñan que una de estas leyes fue abolida con la crucifixión de Cristo. Al leer los textos bíblicos siguientes descubriremos cuál de estas leyes fue abolida en la cruz.

“Abolió en su carne la Ley de los mandatos y ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un nuevo hombre, haciendo la paz” (Efesios 2: 15).

“Canceló la nota de nuestra deuda, que consistía en ordenanzas desfavorables a nosotros; la quitó, y la clavó en la cruz” (Colosenses 2: 14).

Note que ambos versículos se están refiriendo a las leyes llamadas ordenanzas las cuales fueron abolidas, clavadas en la cruz y eliminadas.

La pregunta es: ¿Cuál de estos cuatro tipos de leyes tratan sobre ordenanzas? Dejemos que la Biblia nos dé la respuesta.

Leemos sobre la Pascua: “Este día os será memorable. Lo celebraréis como fiesta al Eterno durante vuestras generaciones, por estatuto [ordenanza] perpetuo”. “El Señor dijo a Moisés y a Aarón: ‘Esta es la orden [ordenanza] de la Pascua. Ningún extraño comerá de ella’” (Éxodo 12:14, 43).

En estos versículos, la fiesta de la pascua es designada, como una ordenanza, rito o estatuto. Por lo tanto, esta fiesta debía ser abolida. La fiesta que seguía a la pascua era la fiesta del pan sin levadura.

“Guardaréis la fiesta del pan sin levadura, porque en este mismo día yo habré sacado vuestros ejércitos de Egipto. Por eso guardaréis este día en vuestras generaciones por costumbre [ordenanza] perpetua” (Éxodo 12: 17). “Por eso guardaréis este rito [ordenanza] a su tiempo, de año en año” (Éxodo 13: 10).

Siendo que esta fiesta del pan sin levadura también se llama ordenanza, también esta fiesta debía ser abolida. Además leemos sobre otras ordenanzas que involucran ciertos sábados, luna nueva y fiestas solemnes de Jehová, que también se llaman ordenanzas:

El rey Salomón dijo: “He aquí, yo tengo que edificar casa al nombre de Jehová mi Dios, para consagrársela, para quemar incienso aromático ante él, y para la colocación continua de los panes de la proposición, y para ofrecer holocaustos mañana y tarde, los sábados, nuevas lunas y fiestas de Jehová, nuestro Dios; lo que ha de ser [ordenanza] perpetuo en Israel” (2 Crónicas 2: 4).

Leyendo un poco más adelante en 2 Crónicas se nos da los nombres de estos días de fiesta solemnes: “Entonces Salomón ofreció holocaustos al Señor sobre el altar del Eterno, que había él edificado delante del pórtico. Para ofrecer cada cosa en su día, conforme mandó Moisés, en los sábados, nuevas lunas y fiestas solemnes, tres veces al año: a saber, la fiesta del pan sin levadura, de las semanas y de las cabañas” (2 Crónicas 8:12, 13).

Estos versículos identifican claramente que las fiestas solemnes se llamaban ordenanzas. Por lo tanto todas debían ser clavadas en la cruz al ser abolidas por la muerte de Cristo. No debemos dejar pasar el hecho, que estos días de fiestas no deben ser observados por los cristianos de hoy, porque los sacrificios de animales eran una parte compleja de estas ceremonias que señalaban al cordero de Dios que moriría en el calvario. Dios explicó claramente que los sacrificios de animales y las ordenanzas de los días de fiesta terminaron cuando en el servicio del santuario terrenal “el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Mateo 27: 51).

Ningún cristiano que esté en pleno uso de su razón observará las leyes ceremoniales de las fiestas y sacrificios en nuestros días.

El espíritu de profecía confirma que Dios nunca aceptará ese tipo de adoración porque dice:

“El rasgamiento del velo del templo demostró que los sacrificios y los ritos [ordenanzas] judaicos ya no serían aceptados” (Historia de la redención, p. 405).

“Todo el plan del culto de los sacrificios era una predicción de la muerte del Salvador para redimir al mundo. No habría eficacia en estas ofrendas cuando el gran suceso al cual señalaran

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