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Formacion De La Cocha


Enviado por   •  16 de Abril de 2014  •  1.147 Palabras (5 Páginas)  •  324 Visitas

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El cacique Pucara (Fortaleza) enamorado como estaba de la princesa Tamia (Lluvia de Estrellas), logró por fin conquistarla y formar con ella un lindo hogar donde nacieron tres preciosos párvulos: Chasca (Lucero), Coyllur (Estrella) y Waira (Viento). Los cinco vivían muy felices en ese valle de los Andes que albergaba a siete descollantes ciudades, según testimonio tradicional de los viejos pobladores del sector.

El pintoresco lugar contaba con toda una infinidad de productos del agro y animales para la caza y la pesca; era un paraíso sin par, dotado de ríos y pequeños manantiales que irrigaban de manera placentera las parcelas. En él reinaba la armonía y convivencia entre sus pobladores.

El cacique Pucara, hombre de recia formación, corpulento, de facciones varoniles atractivas, trabajaba incesantemente para mantener con buenos propósitos el porvenir de los suyos y el bienestar en general de su comunidad. La princesa Tamia, joven mujer de cabello negro, liso, con cara de dulzura, de mirada arisca y picaresca, presentaba un lindo cuerpo que ni remotamente figuraba señal alguna de ser madre de tres preciosas criaturas; era la armonía sensitiva de la belleza y juventud de la región con cierta expresividad que a todos encantaba cuando de paso recorría el valle.

El cacique Pucara y la princesa Tamia solían pasear por entre las siete florecientes ciudades de aquel valle y sin lugar a duda despertaban más de una envidia en medio de aquel mundo de convivencia y suprema abundancia. Él, dotado como era de poder y riqueza miraba con altivez y orgullo el despertar de los demás hombres ante su bella esposa, la sabía y la sentía hermosa. Ella, conociendo la debilidad que despertaba entre los hombres, segura de su esposo, coqueteaba con su pelo liso entre sus manos, jugando con la mirada cuando se sentía admirada con donaire.

No podía faltar en tanta singular armonía la presencia de maldad y envidia, y así fue que durante una de las fiestas del Inti Raymi (Baile del Sol), cuando ya los niños de Tamia podían desenvolverse por sí solos, Pucara invitó y llevó a su esposa a una de las siete ciudades donde celebraban las fastuosas fiestas en honor del dios Sol (Inti), allí se divirtieron con toda la pompa que deparaba la ocasión. Pucara conoció nuevos amigos al igual que lo hizo Tamia.

Munani (el amante), bailarín, danzante principal de la comparsa del festejo popular, impresionó grandemente al público en general pero de manera particular dejó caer su gracia y su encanto en la princesa Tamia. Pidió permiso el danzarín Munani, al gran Pucara, para bailar con la princesa Tamia y concedido éste no tuvo reparo alguno, se dio sus mañas y dio con el oído de Tamia para decirle cuanta impresión le había causado mirar sus ojos oscuros, su fino cabello lacio y el negro de sus pestañas. Tamia sonrió, agradeció el cumplido, miró buscando entre la gente a Pucara, al no encontrarlo, susurró algo al oído del danzante Munani. Este se alegró y agradeció a la vez a la princesa Tamia, sonriendo también de manera sutil, apretó con disimulo su mano y terminado el baile llegó hasta donde el gran Pucara, entregó en sus manos a Tamia, la miró sonriente y retirose agradecido.

Para la princesa Tamia los días a partir de aquella fiesta no fueron los mismos, pensaba en el danzante Munani, en sus palabras, en su baile, en su gracia, en todo

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