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Gaudium eco

jtpeiranofDocumentos de Investigación16 de Mayo de 2022

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APUNTES PARA COMPLEMENTAR LA CLASE 13 DE ABRIL DE 2022.

LA IGLESIA EN LA QUE (NO) CREEMOS.

Presentación de los principales títulos de Gaudium et Spes, para tener presente un esquema de los grandes asuntos que aborda.

CONSTITUCIÓN PASTORAL GAUDIUM ET SPES

SOBRE LA IGLESIA EN EL MUNDO ACTUAL

PROEMIO

EXPOSICIÓN PRELIMINAR: SITUACIÓN DEL HOMBRE EN EL MUNDO DE HOY

PRIMERA PARTE: LA IGLESIA Y LA VOCACIÓN DEL HOMBRE

CAPÍTULO I: LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA

CAPÍTULO II: LA COMUNIDAD HUMANA

CAPÍTULO III:: LA ACTIVIDAD HUMANA EN EL MUNDO

CAPÍTULO IV: MISIÓN DE LA IGLESIA EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO

SEGUNDA PARTE: ALGUNOS PROBLEMAS MÁS URGENTES

CAPÍTULO I: DIGNIDAD DEL MATRIMONIO Y DE LA FAMILIA

CAPÍTULO II: EL SANO FOMENTO DEL PROGRESO CULTURAL

CAPÍTULO III: LA VIDA ECONÓMICO-SOCIAL

CAPÍTULO IV: LA VIDA EN LA COMUNIDAD POLÍTICA

CAPÍTULO V: EL FOMENTO DE LA PAZ Y LA PROMOCIÓN

DE LA COMUNIDAD DE LOS PUEBLOS

CONCLUSIÓN

APUNTES DE CLASES.

Nota: Estos apuntes son básicamente un reordenamiento —en 7 puntos— de los números de la constitución Gaudium et Spes, con el fin de presentar aquellos temas que considero relevantes para asimilar la novedad de la propuesta eclesiológica presente en este documento, y a la vez, distinguir el concepto de Iglesia que está detrás. Como hemos señalado, es una comprensión que se define desde la misión o el servicio que la Iglesia representa para la humanidad.  

1. LA IGLESIA AL SERVICIO DE TODO LO HUMANO.

“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”. (GS 1).

Comentario:

¿No es hermoso que en esta primera línea de la constitución dedicada al servicio del mundo aparezcan los pobres y los sufrientes como el gran horizonte de servicio de la Iglesia?

Así inicia la constitución Gaudium et Spes. Se invita a los discípulos de Cristo a no sentirse ajenos a nada humano.

Esto es muy profundo porque en la clase anterior afirmamos que la Iglesia es un misterio, una compleja realidad de un elemento divino y otro humano; hemos enfatizado también que ella es un regalo de Dios, todo nace de su llamado. Pero, precisamente, por ser una realidad que tiene este elemento divino, es que está llamada a asumir todas las experiencias humanas. Particularmente si son experiencias de sufrimiento.

Aquí tenemos que aprender algo…

Comúnmente entendemos que las cosas que tienen que ver con Dios o con lo divino son necesariamente lejanas o distantes de las realidades humanas, como si lo divino y lo humano tuvieran que estar siempre separados o no se pudieran juntar nunca.

Esta forma de entender las cosas ya no corre desde el día en que comprendimos que Jesucristo se hizo presente en este mundo como Dios y hombre verdadero. Aquí está el reencuentro pleno de lo divino y lo humano; dos naturalezas que desde aquel día no las consideramos opuestas, sino todo lo contrario, sabemos, por Jesucristo, que lo más humano coincide con lo divino.

Por esta razón, la Iglesia está llamada a conectar con todo lo humano, con los sueños de la humanidad, con lo que esperan los hombres y mujeres, pero también, con todo lo que padecemos, con nuestros sufrimientos y angustias; nada humano puede ser ajeno a la vida de la Iglesia.

“… la misión de la Iglesia es religiosa y por lo mismo plenamente humana” (GS 11).

Efectivamente, pasamos por tiempos donde lo divino se presentó de tal manera que Dios y la Iglesia más que compañeros de la humanidad eran presentados como jueces. Dios solía ser representado como una realidad lejana, solemne, y que principalmente se dedicaba a juzgar a la humanidad; una realidad aplastante la verdad. Esto nunca más, ya no podemos vivir de estas imágenes  que eran más fruto de nuestras proyecciones humanas —de cómo entendemos el poder—, que desde la imagen de Dios que nos presenta Jesucristo en los evangelios.

El criterio o elemento de discernimiento, presente en todas las reflexiones de la constitución Gaudium et Spes, es el hombre y la mujer:

“El Concilio Vaticano II, tras haber profundizado en el misterio de la Iglesia, se dirige ahora no sólo a los hijos de la Iglesia católica y a cuantos invocan a Cristo, sino a todos los hombres, con el deseo de anunciar cómo entiende la presencia y la acción de la Iglesia en el mundo actual” (GS 2)

“Es la persona del hombre la que hay que salvar. Es la sociedad humana la que hay que renovar. Es, por consiguiente, el hombre; pero el hombre todo entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad, quien será el objeto central de las explicaciones que van a seguir” (GS 3).

Gaudium et Spes, afirmará, en distintos pasajes, la especial dignidad que comparten todos los hombres y mujeres.

“…establecer un orden político, económico y social que esté más al servicio del hombre y permita a cada uno y a cada grupo afirmar y cultivar su propia dignidad”. (GS 9)

“La mujer, allí donde todavía no lo ha logrado, reclama la igualdad de derecho y de hecho con el hombre”. (GS 9).

“El principio, el sujeto y fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana” (GS 25).

“El hombre es el autor, el centro y fin de toda la vida económico social” (GS 63).

“El orden social, pues, y su progresivo desarrollo deben en todo momento subordinarse al bien de la persona, ya que la ordenación de las cosas debe someterse al orden personal, y no al contrario”. (GS 25).

Es tal la dignidad del hombre y de la mujer que “todos los bienes de la tierra deben ordenarse en función del hombre, centro y cima de todos ellos” (GS 12).

¿En qué se basa el Concilio para afirmar esta dignidad? En lo que la Iglesia cree de los hombres y mujeres que habitan este mundo y que es palabra revelada… “La Biblia nos enseña que el hombre ha sido creado “a imagen de Dios”, con capacidad para conocer y amar a su Creador, y que por Dios ha sido constituido señor de la entera creación” (GS 12).

“La igualdad fundamental entre todos los hombres exige un reconocimiento cada vez mayor. Porque todos ellos, dotados de alma racional y creados a imagen de Dios, tienen la misma naturaleza y el mismo origen” (GS 29).

De ahí que se afirmen cosas tan lindas y profundas como: “el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios” (GS 16).

“Dios es el único juez y escrutador del corazón humano. Por ello, nos prohíbe juzgar la culpabilidad interna de los demás” (GS 28)

2. EL PECADO

¿Cómo entiende el Concilio el pecado?

Al inicio de la historia el hombre y la mujer provocados por el demonio abusaron de su libertad, queriendo alcanzar su propio fin al margen de Dios. Afirma el Concilio que si somos honestos descubrimos en nosotros mismos una inclinación al mal y que esto no puede tener origen en Dios… (cf. GS 13)

Confirma luego la división interior que experimentamos, el bien y el mal que conviven dentro de nosotros, y cómo esto representa una verdadera lucha…

Por esta razón, el Señor mismo ha venido en nuestra ayuda, porque la consecuencia del pecado es que los hombres y mujeres no pueden alcanzar por sí mismos la plenitud. (cf. GS 13)

¿En qué consiste esta plenitud? Si fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, nuestra plenitud es recordar que somos esa imagen,  y que vivamos según esa imagen de Dios, a la vista de de la cual fuimos creados. Esta es nuestra dignidad. (Les recomiendo leer con detenimiento el número 22 de Gaudium et Spes porque allí encontrarán un complemento a estas afirmaciones).

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