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Guia Para La Catequesis


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2012  •  4.336 Palabras (18 Páginas)  •  434 Visitas

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Guía para Catequesis

Parte II

El Decálogo

“¿Qué debo hacer para conseguir la vida eterna? El Señor respondió: si quieres entrar en la vida eterna, guarda los mandamientos.” (Mt 19, 16).

Las características de los Diez Mandamientos son:

• Inmutables: Dios los estableció, no pueden cambiarse.

• Absolutos: no dan pie a ningún tipo de relativismo, ni a la ética de la situación, es decir, se deben cumplir en su totalidad.

• Universales: son para todos los seres humanos, hombres y mujeres, sin excepción.

• Actuales: fueron para ayer, son para hoy y serán para mañana y siempre.

El Decálogo se encuentra en Ex. 20, Dt. 5 y Ex. 34, y en el nuevo testamento podemos ver como Jesús, en su ley evangélica confirmó los diez mandamientos y los perfeccionó con su palabra y con su ejemplo.

Los 10 mandamientos son:

1- Amarás a Dios sobre todas las cosas: Ex 20, 2-6.

“Adorarás, al Señor tu Dios”

“A él solo darás culto”

“No habrá para ti otros dioses delante de mi”

“No te harás escultura alguna”.

2-No tomarás el nombre Dios en vano: Ex. 20,7

“No pronunciarás el nombre del señor tu dios en falso”

El nombre de Dios es Santo se debe respetar y honrar.

3- Santificar las fiestas: Ex. 20, 8-12

Guardar el día del Señor.

Asistir a la Santa Misa los domingos y las fiestas de precepto.

4- Honra a tu padre y a tu madre: Ex. 20, 12

Respeta y ama a tus padres.

La unidad familiar.

5- No matar: Ex. 20, 13.

No atentar contra la vida, no asesinar, no al aborto, no al suicidio.

Este mandamiento nos habla acerca del respeto a la vida humana y a la dignidad de las personas.

6- No cometer actos impuros: Ex. 20, 14

No cometer ningún tipo de actos impuros: adulterio, homosexualidad, pornografía, etc.

Este mandamiento nos invita a la fidelidad del matrimonio y a la castidad, y nos recuerda nuestra vocación a la santidad.

7- No robar: Ex. 20, 15

Respetar los bienes ajenos.

Todos los seres humanos tenemos derecho a la propiedad privada, si robamos atentamos contar este derecho.

8- No dar falsos testimonios, ni mentir: Ex. 20, 16

Toda mentira sea pequeña o grande es mentira. Las mentiras no se justifican.

Con este mandamiento sabemos que debemos dar testimonio de la verdad, vivir en la verdad. Jesús dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Entonces, debemos ser testimonio de Cristo.

9- No consentir pensamientos ni deseos impuros: Dt. 5, 21

Nos exhorta a la purificación de la mente y del corazón.

“Crea en mí, Oh Dios, un corazón puro renueva en mi interior un firme espíritu” Sal. 50, 12.

10- No codiciar los bienes ajenos: Ex. 20,17

“No codiciarás los bienes de tu prójimo… ni su esclavo, ni su esclava, ni su toro, ni su asno, ni nada que sea de él”

No codiciarás los bienes de tu amigo, ni su teléfono, ni casa, ni su carro, ni su ropa, ni nada que sea de él.

La llamada

Para comenzar, es importante resaltar el inmenso

Amor que el Señor nos brinda día a día, el cual es

Incondicional y nada en este mundo se puede comparar con él.

El Señor nos muestra de muchas formas que nos ama, pero el mundo nos ha cegado tanto que no lo podemos ver así lo tengamos al frente. Él quiere que lo amemos, pero anhela aún más que nos dejemos amar por Él. Dejarse amar por Dios es arrancarse la autosuficiencia y dejar que Él disponga de todo nuestro ser: nuestros defectos, nuestras virtudes, etc. El Señor nos acepta tal cual somos, pero ¿aceptamos al Señor? Nosotros somos quienes colocamos mil barreras o más para esquivar el amor que Dios nos brinda, incluso utilizando excusas sin base: los estudios no me dejan tiempo, el trabajo es muy agotador… y así le restamos importancia con las cosas del mundo a Aquél que fue clavado en el madero por ese mismo amor que nos sigue brindando hoy después de tantos años.

Dios nos llama por nuestro nombre: El Señor nos habla de manera personal, en lo más profundo de nuestro corazón, porque es allí donde quiere hacer morada. Existen en las Sagradas Escrituras muchos ejemplos del llamado de nuestro Señor, pero nos concentraremos en uno de ellos, el llamado a Zaqueo (Lc 19, 1-10). Él era un recaudador de impuestos odiado en toda Jericó porque no era honesto en su labor, pero que sentía un gran vacío en su corazón y no estaba en paz con su conciencia. Un buen día, Jesús entró en Jericó y una gran multitud salió a su encuentro, entre la multitud estaba Zaqueo, que como todos, intentaba ver a Jesús y no lo lograba porque era bajo de estatura. Subió a un árbol para poder verlo y fue así que Jesús se encontró con él. Vemos un detalle importante en la

Primera parte de esta lectura, la constante

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