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HACEDORES DE LA PALABRA DE DIOS


Enviado por   •  6 de Marzo de 2015  •  7.310 Palabras (30 Páginas)  •  339 Visitas

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Hacedores de la Palabra de Dios.Texto: Santiago 1:18-27:

«Por su propia voluntad nos hizo nacer mediante la palabra de verdad, para que fuéramos como los primeros y mejores frutos de su creación. Hay que poner en práctica la palabra

19 Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse;20 pues la ira *humana no produce la vida justa que Dios quiere.21 Por esto, despójense de toda inmundicia y de la maldad que tanto abunda, para que puedan recibir con humildad la palabra sembrada en ustedes, la cual tiene poder para salvarles la vida. 22 No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica.23 El que escucha la palabra pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en un espejo24 y, después de mirarse, se va y se olvida en seguida de cómo es.25 Pero quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla. 26 Si alguien se cree religioso pero no le pone freno a su lengua, se engaña a sí mismo, y su religión no sirve para nada.27 La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es ésta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo.»

Introducción: El mundo se compone de dos grupos: los religiosos, y los que no son religiosos. Entre los religiosos están los oyentes, o los que son por tradición, y los practicantes. Dentro del Evangelio es similar: están los oyentes, los que son por tradición y los practicantes. Es así como comenzamos nuestra lección en esta noche. Trataremos los siguientes temas:

(1) Los dos oidores.

(2) La Palabra de Dios nos cambia.

(3) Hay que poner en práctica la Palabra de Dios.

Lección:

1. Los dos “tipos” de oidores. —El SEÑOR JESÚS en el Sermón del Monte, mencionó a los que “oían” y ponían por obra sus Palabras.

a. A esto le llamó “los dos cimientos”. Mateo 7:24-25 dice:

i. «Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca.25 Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca.»

ii. Aquí el SEÑOR está hablando de los que ponen por práctica lo que escuchan.

(1) Dentro de ésta categoría, hay una variedad de “oidores”. O sea, de diferentes personas. Recordemos que el tiempo que la Epístola fue escrita, poca gente tenía una copia de alguna parte de las Escrituras. Los Judíos escuchaban la Palabra en la Sinagoga, o en la Iglesia, que en aquel tiempo se celebraban los cultos en casas.

(2) Esos que ponen atención, son los que al oír la Palabra de Dios, hacen la decisión de entregar sus vidas al Salvador, y permaneciendo en la OBEDIENCIA de la Palabra de Dios.

iii. Noten la importancia de escuchar la Palabra de Dios. Romanos 10:17 dice: «Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo.»

(1) Noten que la Palabra de Dios es oída, y puesta por obra al hacer la decisión de entregar su vida al Salvador.

b. El oidor que nunca hace una decisión. —Este, ha oído el Evangelio, pero nunca se ha comprometido. En este caso, el ejemplo es el MAL oidor, que el SEÑOR usa en el texto que hemos estado leyendo. Mateo 7:26-27 dice:

i. «Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena.27 Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y ésta se derrumbó, y grande fue su ruina.»

ii. Este es el que oye el mensaje pero no lo pone por obra, porque no hace la decisión.

iii. Al no hacer su decisión, su cimiente está fundada sobre la arena. Eso hace a sus creencias que sean frágiles y movedizas, conforme a la Palabra de Dios.

(1) Esto quiere decir que cuando vienen las pruebas, su “casa”, o su cimiente, se mueve y se derrumba, porque está fundado sobre la arena.

(2) Quiere decir que su “Fe”, se derrumba porque nunca puso por obra lo que escuchó.

(a) Esto es que nunca hizo la decisión.

(b) Donde no hay una decisión, existe una “Fe” sobre arena movediza.

c. Tenemos otra categoría y es: El oidor que se “convierte”, pero no cambia.

i. Se mira en el espejo. —El espejo es la Palabra de Dios.

ii. Acepta su condición pero no actúa.

iii. ¿Por qué algunos no cambian? = Por no actuar conforme a la Palabra de Dios.

iv. Este es el “necio” o “insensato” de la Parábola de los dos cimientos que ya hemos leído.

2. La Palabra de Dios nos cambia. —El oír y estudiar la Palabra de Dios nos purifica. Para purificarnos tenemos que hacer una decisión de seguir a JESUCRISTO. Después de la decisión, entonces el SEÑOR empieza a limpiar o purificar nuestra vida a través de la Palabra de Dios. Juan 17:17 dice: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad..

a. La fe viene por el oír. Romanos 10:17 dice: “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo.”

i. Mientras que muchos piden y cantan al SEÑOR que les dé “fe”, la Biblia nos enseña que viene por el oír, o el escuchar la Palabra de Dios.

3. Hay que poner en práctica la Palabra. = “El discípulo, decían los rabinos, aprende lo que debe hacer, no solamente lo que debe aprender, o enseñar”[1]

a. Un “hacedor” es uno que “practica” la Palabra de Dios.

b. Pronto para oír “Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse”

i. “Dos oídos se nos son dados, observan los rabinos, y una lengua encerrada”[2]

ii. Una falla nuestra es el hablar más de los que oímos.

iii. Es mejor escuchar más la Palabra poderosa de Dios, y hablar menos.

c. Noten que los otros dos puntos de estos versos, siguen al fruto de la Palabra de Dios, la cual debe producir cambios en nuestras vidas.

i. Lento para la ira.

ii. Desechando la inmundicia (vv. 21). Esto es desechar el pecado, o sea, la vieja forma de vivir.

(1) La amistad con el mundo es enemistad con Dios. Santiago 4:4 dice:

(a) «¡Oh gente adúltera! ¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Si alguien quiere ser amigo del mundo se vuelve enemigo de Dios.»

(2)

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