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LA CONDICIÓN DEL HOMBRE ANTE DIOS


Enviado por   •  29 de Diciembre de 2011  •  4.110 Palabras (17 Páginas)  •  1.731 Visitas

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La condición del hombre ante Dios

Es muy importante entender la situación real del hombre natural, es decir, del hombre sin Cristo.

La gran tragedia del ser humano sin Dios, es la de no conocer su situación real ante Dios.

Por lo general, el hombre sin Dios vive en la vida según su creencia: o bien creyendo que esta vida es todo lo que hay, y que después no hay nada; o bien creyendo los postulados de su religión particular.

"El hombre en sí, es la expresión enfática del egoísmo”

Si nos damos cuenta, el hombre no deja de “creer”; eso es innato en él, puesto que es un ser espiritual. Por tanto, le sería muy beneficioso prestar atención y tomar en cuenta lo que el verdadero Dios ha dicho a través de Su libro, la Biblia.

La Biblia, el libro de Dios, en definitiva dice dos cosas que deberían ser del conocimiento de todos los hombres:

El hombre - en sí - está eternamente condenado (Jn. 3: 19; Ro. 3: 23)

El hombre requiere de la salvación que sólo Dios puede proveer para salir de esa condenación (Jn. 3: 16; Ro. 3: 24)

El hombre natural, es decir, el hombre sin Cristo (1 Corintios 2: 14) está condenado, porque está separado de Dios por causa de su pecado.

El hombre sin Cristo está separado de Dios por el pecado, y su final eterno es el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda (Ap. 21: 8)

Pecado es vivir conforme a la voluntad de uno, sin considerar la voluntad de Dios.

Aunque ese hombre haya vivido una vida sin excesos, comportándose aceptablemente a los ojos de la sociedad en la que está; respetando las leyes naturales y civiles, y buscando su felicidad sin perjuicio de terceros, e incluso haciendo felices a otros en el contexto de un sano altruismo - todo lo cual en su conjunto sería testimonio más que aceptable según el baremo de este mundo civilizado – aún y así estaría eternamente condenado, y llegado el momento de expirar, iría al infierno sin remisión.

Aunque ese hombre haya vivido tal y como lo expuesto justo arriba, añadiendo a ello el haber sido fiel cumplidor de los mandamientos de una religión determinada, buscando a su manera y albedrío el agradar a su Dios; sacrificándose por los suyos, y aún por otros desconocidos – aún y con todo - estaría eternamente condenado, y llegado el momento de expirar, iría al infierno sin remisión.

Todavía podemos dar un tercer caso, el de un hombre creyente nominal que siempre ha ido a la iglesia cristiana, que periódicamente lee la Biblia y ora, que jamás dice palabras malsonantes, es servicial, está involucrado en diversas actividades evangelísticas, dando un testimonio cristiano más que aceptable, etc. etc. pero que jamás nació de nuevo verdaderamente (Jn. 3: 3); por lo tanto, ese hombre o mujer, estaría eternamente condenado, y llegado el momento de expirar, iría al infierno sin remisión.

Espero que este estudio nos ayude a comprender mejor, no sólo la realidad del hombre ante Dios, sino la respuesta de Dios al hombre; la única respuesta ante la siguiente gran pregunta:

“Si a pesar de todos mis esfuerzos, estoy condenado a pasar toda la eternidad en el infierno, ¿Cómo poder escapar de esa realidad, si es que hay manera?”

Esta pregunta, todo ser humano se la tendría que hacer, así como buscar la respuesta.

“La Biblia nos enseña cual es la voluntad de Dios”

1. Preludio:

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender…” (1 Corintios 2: 14)

El hombre natural, es decir, el hombre sin Dios, no puede por él mismo entender y percatarse de las cosas de Dios. Vive conforme a la faceta natural, pero está muerto en cuanto a la percepción espiritual de Dios, y todo ello a causa de esa separación producida por el pecado.

El pecado causó separación del hombre respecto a Dios. El aceptar que lo que al hombre le separa de Dios es el pecado, es clave para proseguir en el entendimiento de toda esta cuestión.

¿Por qué el hombre natural está condenado, y desde cuando esto es así? Remontémonos al principio.

Cuando al sexto día Dios terminó Su creación (Génesis 2: 1), vio y consideró que todo lo que había hecho era bueno en gran manera (Génesis 1: 31). No había pecado, sino inocencia.

La muerte no existía. De hecho, no había enfermedades, ni catástrofes naturales, ni ningún tipo de deficiencia. El clima era ideal, y todo rebosaba vida y bien sobre la tierra.

“En el principio todo fue creado perfecto”

El hombre, fue creado por Dios a Su imagen y conforme a Su semejanza (Gn. 1: 26), para mantener una relación de amistad y amor con su Creador, y regir sobre lo que El había creado (Gen. 1: 28-30).

La responsabilidad de todo lo creado sobre la tierra estaba en las manos del hombre recién creado. Y así fue por pocos años (Gen. 1 y 2). Hasta que usando de su libre albedrío, tanto Eva como Adán prefirieron romper su relación con Dios al decidir creer las promesas mentirosas del diablo:

“Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que el Señor había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3: 1-4).

La decisión del hombre de creer al diablo antes que a Dios fue tomada en perfecto uso de su libertad, de su voluntad y conocimiento, por lo tanto había responsabilidad y consecuencias.

Esa decisión motivó la ruptura eterna de relación entre la criatura y su Creador. Por todo ello, la desobediencia de la mujer y luego la del hombre (Génesis 3: 6), desencadenó maldición. Esa maldición vino sobre toda la tierra hasta hoy…

“...maldita será la tierra por tu causa (la de Adán), con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos

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