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LA DILIGENCIA


Enviado por   •  2 de Noviembre de 2013  •  1.864 Palabras (8 Páginas)  •  195 Visitas

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Qué hago con esa soltera?

¡Huy! ¡No sé cómo tratar a esa soltera! El otro día le dije: ‘A ver si aprovechás el próximo campamento y te enganchás con algún muchacho’ y se enojó. Un día encontré un buen candidato para ella, los presenté… pero ¡no pasó nada! ¿No sé que hacer! Me gustaría presentarle algún otro candidato, pero… no encuentro ninguno. Es una lástima, una buena chica, pero parece muy triste. Sin embargo su amiga es distinta: tienen la misma edad, son solteras las dos, una parece muy satisfecha y la otra no… ¿Por qué será?"

Seguramente, si usted es un poco observadora, habrá notado la gran cantidad de mujeres solteras que hay en las iglesias y aun en toda la comunidad. Es posible que le resulte difícil relacionarse con algunas de ellas. Tal vez en alguna ocasión las ha lastimado sin quererlo. No se sienta mal si le sucedió esto, a todos nos resulta difícil comprender a las personas cuando están en situaciones diferentes de las nuestras. Además, cada persona reacciona de distinto modo frente a situaciones similares y puede ser que usted no comprenda por qué no tiene dificultades para relacionarse con una mujer soltera y sí las tiene en su trato con otra. A veces esto se debe a que una se siente feliz y satisfecha como soltera y la otra no. Otras veces el problema se encuentra en la persona casada, la que sin darse cuenta proyecta sus propias frustraciones o su miedo a la soledad. Es por eso que trataré de darle algunas pautas que la pueden ayudar a relacionarse positivamente con las mujeres solteras.

Hagamos un poco de historia

¡Nació una nena! ¡Qué alegría en el hogar! Es hermosa, tierna, suave. Todos la cuidan y la llenan de cariño. Y la nena empieza a crecer. Juega con las muñecas, se disfraza con la ropa de mamá y juega "a la mamá". Sigue creciendo. Ayuda a la mamá a poner los cubiertos y platos en la mesa, a cocinar, a cuidar a su hermanito. A medida que continúa creciendo aprende muchas otras cosas que tienen que ver con su rol de mujer, de esta forma va internalizando actitudes, habilidades, conductas que hacen a su femineidad. Y la nena sigue creciendo… Ya tiene 20 años, 21, 22,… ¡Y todavía no tiene novio! Todos empiezan a preocuparse: los padres, los tíos, los hermanos mayores, el pastor, la esposa del pastor y, por supuesto, ¡la nena!

Es fácil de comprender esta preocupación. No es bueno que el hombre (o la mujer) estén solos. El matrimonio es el estado natural que Dios mismo instituyó para el hombre y la mujer, es el plan general de Dios para la mayoría de las personas. Pero… ¿qué pasa cuando esto no se realiza en la vida de una persona? ¿Es el único propósito y fin para la vida de una mujer? Es aquí donde surgen los grandes problemas, tensiones y frustraciones para una mujer soltera. Si el matrimonio es la única opción válida para su vida y no se casa, entonces ha fracasado como mujer. Entonces empieza a sentirse culpable, amargada, resentida contra Dios y contra todos los hombres que pasaron al lado suyo y no la eligieron. Tal vez envidia a las mujeres que sí se casaron y no soporta escucharlas hablar de sus hijos. Cae en la autocompasión, en la depresión e interiormente se propone casarse, cueste lo que cueste, lo que muchas veces significa traicionar sus propios valores o principios. ¿Por qué? Porque ha idealizado el matrimonio y cree que en él encontrará la solución mágica a todos sus problemas personales. Supongo que ustedes, como mujeres casadas, sabrán que esto no es así, y que si una mujer no es capaz de sentirse realizada, feliz y satisfecha en Dios como soltera, tampoco sabrá ser feliz como casada, pues estará exigiendo de su esposo cosas que ningún ser humano puede brindar. Pero a ella le resulta muy difícil comprenderlo pues nunca se ha casado.

Ella no es la única responsable de lo que siente o piensa. Ella ha aceptado los valores de la sociedad y sufre por las presiones que esa sociedad le impone. Tanto ésta como la iglesia están formadas por familias, mal o bien constituidas, pero familias al fin. A una persona soltera, muchas veces le resulta difícil hallar un lugar aceptable y digno.

Hablemos de la iglesia. ¿Qué pasa cuando una mujer soltera tiene 30 ó 40 años? ¿Dónde la ubicamos? Con los jóvenes no va, pues son muy chicos para su edad; con las mujeres casadas de su edad tiene muy pocas cosas en común, generalmente sólo hablan de sus niños. ¿Qué opción le queda? ¡Ser maestra de escuela dominical! No es que estoy en contra de esto, pero: ¿Qué pasa si no tiene el don de enseñar? ¿O si le gustan los niños o le resulta difícil tratar con los adolescentes? A algunas mujeres esto les causa bastantes problemas, problemas que seguramente podrían evitarse: la iglesia debe ser una comunidad en la que todos los miembros, solteros o casados, grandes o jóvenes, hombres o mujeres, se sientan aceptados y puedan encontrar su lugar. Debe ser una comunidad en la que cada miembro pueda dar y recibir amor, ejercer sus dones, crecer y ayudar a crecer espiritualmente por la interacción mutua (Ef. 4.11-16).

Otra cosa que también afecta a muchas mujeres solteras son las bromas y comentarios que muchas veces tienen que escuchar: "Pobrecita, ¿no tenés novio?"; "Vos no te casaste porque sos muy pretensiosa"; "Yo no sé que miran los muchachos": "Estoy esperando a quedarme viudo para casarme con vos"; "¿Tenés 25 años y no te casaste? No, vos ya no…" La mayoría de las

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