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LA GRACIA


Enviado por   •  3 de Marzo de 2014  •  2.345 Palabras (10 Páginas)  •  203 Visitas

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Todo cristiano debe crecer en la gracia de Cristo.

Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo 2 Pedro 3:18.

La concepción de un ser humano es un acontecimiento maravilloso y misterioso. Aunque la raza humana no entiende por completo la maravilla de la concepción, los científicos han descubierto muchos hechos asombrosos respecto a ese don de Dios. El ambiente y la formación influyen en cada persona, pero muchas de las características físicas y algunas de las psicológicas de una persona están determinadas por los códigos genéticos transferidos a un nuevo ser humano en la concepción. El programa genético de los padres se transfiere al niño que no ha nacido aún. Los genes de los padres determinan el color de los ojos, el género y una predisposición de la personalidad, y muchas otras características del nuevo niño.

En el momento de la salvación, Dios convierte a las personas en nuevas criaturas (2 Corintios 5:17). Los cristianos reciben un “programa espiritual” para su vida. Dios conoce la potencialidad en cada cristiano y quiere que cada creyente crezca, siendo más semejante a Cristo cada día.

La naturaleza de la gracia de Dios y cómo podemos recibir esa gracia y crecer en ella. Pida que el Espíritu Santo le ayude a crecer en esa gracia.

1- Comprenda lo que es la gracia (Efesios2:8-10)

A. La gracia definida

La gracia de Dios no es algo sin lo cual podamos vivir. No es un lujo, sino una necesidad ineludible si hemos de tener una relación con Dios. En Efesios 2, Pablo nos enseñó con toda claridad el lugar de la gracia en nuestra vida.

En los versículos 1-3, Pablo describió la condición perversa de los que viven sin Cristo. El versículo 4 es el punto decisivo en la descripción que hace Pablo de los seres humanos antes de Cristo y lo que ocurre en la salvación. Gracias al “gran amor” de Dios y a su riqueza en misericordia, Él nos dio vida en Cristo. Esa acción de Dios que nos dio salvación ha llegado a nosotros por la gracia de Dios (v. 5).

La gracia es un don admirable de Dios; es su misericordia inmerecida. No hay nada que podamos hacer para ganar la gracia de Dios o justificarnos delante de Él. El pecado deformó y debilitó la imagen de Dios en nosotros, y nos volvimos esclavos del pecado (Romanos 6). Como no podíamos llegar hasta Dios, Él, por su gracia, llegó hasta nosotros.

Se acepta la gracia de Dios mediante la fe. Es un factor fundamental en la salvación. Para ser salvos, debemos creer que Jesucristo murió por nuestros pecados. También debemos llevar una vida de fe cada día para agradar a Dios. Toda la vida de un cristiano se basa en la fe en Dios.

No se puede ganar la gracia de Dios. La frase “don de Dios” se refiere a la salvación que se nos da gracias a la bondad de Dios. No de puede ganar un regalo. Si se ganara, no sería un regalo, sino una obligación con quien trabajó. Por eso Pablo pone en claro que la salvación no es de “vosotros” y “no por obras, para que nadie se gloríe”.

La gracia de Dios es evidente en nuestra vida mediante la salvación que ofrece | por medio de Cristo. Cuando quienes nos rodean vean el poder transformador; de Dios en nuestra vida, comprenderán que no hemos hecho esos cambios nosotros mismos. Y mientras seguimos sirviendo a Dios, nuestras obras de bondad para los demás darán una prueba más de la obra transformadora de Dios en nuestra vida.

Las buenas obras deben mostrarse con naturalidad en la vida de su pueblo. Esas obras no nos conceden la misericordia de Dios, pero muestran que hemos aceptado la gracia de Dios mientras nos esforzamos en el nombre de Cristo. ¡Al pueblo de Dios se le llama a una vida de buenas obras! (v. 10)

B. La gracia capacita

El don de salvación de Dios se le presentó a la raza humana por medio de Jesucristo (Tito 2:11). La gracia de Dios está al alcance de todos los que la acepten. Él desea que todos sean salvos. La gracia de Dios por medio de Jesucristo es la única solución al dilema del pecado y de la separación de Dios.

Pero la gracia no es sólo la inmerecida misericordia que da salvación, sino que es lo que permite que llevemos nuestra vida de una forma que sea agradable a Dios.

La gracia nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos. Nos instruye y capacita para decirle que no al pecado.

La impiedad se refiere a la irreverencia por las cosas de Dios, una elección consciente de no hacer caso de las exigencias de Dios. Los deseos mundanos se refiere a los deseos que caracterizan a quienes no conocen a Dios o no viven para Él.

La gracia nos hace percatarnos de lo que Dios quiere y nos aconseja que hagamos. No sólo nos enseña las prohibiciones de la vida cristiana, sino que también nos guía a las acciones del vivir para Dios. El vivir con sobriedad alude al dominio de sí mismo. Ese dominio propio es una disciplina interior del pensamiento y de las emociones de modo que nuestra vida muestre la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Romanos 12:2). El vivir rectamente alude a una conducta que sea justa y recta con los demás. El vivir en santidad se refiere a consagrarse a Dios y a glorificarlo en todo lo que hacemos (Colosenses 3:17).

La gracia también nos capacita para que sirvamos a Dios. Pablo el apóstol fue un gran ejemplo de esa gracia capacitadora (1Corintios 15:9,10). Estaba plenamente consciente de que no era digno de que se le considerara apóstol porque había sido perseguidor de la Iglesia. Pero lo que había procurado destruir ahora la gracia de Dios lo estaba capacitando para edificar.

Es importante permitir que la gracia de Dios obre plenamente en nosotros. Dios nos ha transformado. El ha perdonado y olvidado nuestro pasador Debemos aceptar la obra de gracia en la salvación en la capacitación para que podamos servir No permita que la gracia de Dios que se le concedió sea en vano o sin efecto. Aunque las palabras de Pablo se escribieron para alentar a sus lectores corintios, también él nos aconseja a cada uno de nosotros: “Estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58).

2- Acepte la gracia de Dios (Juan 1:16,17)

A. Gracia revelada

Se nos revela la gracia de Dios mediante las bendiciones que recibimos de Él. Eso es cierto no sólo para quienes han recibido su gracia por fe, sino para todas las personas (Juan 1:16). Jesús enseñó acerca de esa gracia, la compasión de Dios, en el Sermón del monte. Él es el “que hace

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