LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN. LAS CARACTERÍSTICAS DE LA ORACIÓN

HECHOS 1:12-14

Introducción

Los discípulos habían pasado por momentos dramáticos y de gran emoción.  Luego de la muerte de Cristo, fueron testigos de Su gloriosa resurrección.  Este fue un evento que literalmente cambió sus vidas para siempre.  Pasaron cuarenta días con el Señor, en Galilea (Mat 28:10; Marcos 16:7; Juan 21:1), recibiendo “pruebas indubitables” de Su resurrección, y escuchando acerca del reino de Dios (Hch 1:3).  Luego de estos cuarenta días, el Señor los ordenó a reunirse con Él en Betania (ver Lucas 24:50).  Desde un monte cercano, llamado “el monte…del Olivar” (Hch 1:12)^[1], el Señor fue llevado al cielo (Hch 1:9).  Pero antes de irse, el Señor encomendó a los discípulos una tremenda tarea – la de predicar el evangelio en todo el mundo, comenzando desde Jerusalén (v.8).  

Ahora que el Señor se había ido, la pregunta era, ¿qué iban a hacer los discípulos?  Había dos alternativas:

1. Olvidarse de todo el asunto, y volver a sus vidas de antes (ver Juan 21:3a).
2. Comenzar enseguida a cumplir el mandato de Cristo, con tremendo fervor^[2].

Pero no hicieron ninguna de estas dos cosas.  Lo que hicieron fue, “volvieron a Jerusalén…subieron al aposento alto, donde…perseveraban unánimes en oración y ruego…” (v.12-14).   ¿Por qué lo hicieron?  ¿Qué podemos aprender de la oración de los discípulos?   A lo menos dos cosas importantes:

1. La Importancia de la Oración.
2. La Manera en que Debemos Orar.

1. LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN

¿Por qué se dedicaron los discípulos a orar?   ¿Por qué no comenzaron inmediatamente a predicar el evangelio, como lo hizo Pablo (Hch 9:20)?  Había varias razones.

a. Porque Cristo lo Había Ordenado 

En Hch 1:4, leemos que Cristo mandó a los discípulos a quedar en Jerusalén (ver Lucas 24:49b).  ¿Por qué?   ¿Qué alternativa había?   Lo más natural hubiera sido volver a Galilea.  Pero volver a Galilea conllevaba un peligro – la tentación de volver a sus antiguos oficios (ver Juan 21:3a).   Cristo quería que se quedasen en Jerusalén, para dedicarse a orar.  Por eso leemos, en el v. 12, que los discípulos “volvieron a Jerusalén”, y se dedicaron a orar (v.14).  Estaban cumpliendo el mandato de Cristo.

Este es el mismo mandato que Cristo nos da hoy.  Constantemente en las Escrituras encontramos exhortaciones a orar (1 Tes 5:17; Col 4:2; Efe 6:18-19).  Era una característica del ministerio de Pablo (1 Tes 1:2; Efe 1:16; 3:14; Col 1:3), como también del ministerio de Pedro (Hch 10:9).  

Pero, ¿por qué este énfasis sobre la oración?   ¿Por qué el Señor mandó a Sus discípulos quedar en Jerusalén orando?  Era:

b. Porque Necesitaban el Poder de lo Alto

La razón por la cual Cristo los mandó quedar en Jerusalén y orar, era porque necesitaban el poder de Dios para cumplir la Gran Comisión (Hch 1:8; Lucas 24:49).  Sin el poder del Espíritu Santo no se iba a poder predicar el evangelio.  ¡Ni Cristo intentó hacerlo sin el poder del Espíritu Santo!  Ver Lucas 3:21-22.

Cristo nos enseña que el poder del Espíritu Santo es dado por Dios, en respuesta a la oración (Lucas 11:13).  Por eso el Señor pasó  mucho tiempo orando (Marcos 1:35).  Fue por medio de la oración que Cristo (en Su humanidad) se mantuvo lleno del poder del Espíritu Santo.  Durante tres años, los discípulos fueron testigos de ello; ahora les tocaba hacer lo mismo.

Felizmente los apóstoles aprendieron bien la lección.  Aquí, antes de comenzar la tarea de predicar el evangelio en todo el mundo, se dedicaron a orar, pidiendo el poder del Espíritu Santo.   Luego, en Hch 4, frente a las amenazas de los líderes judíos, los apóstoles otra vez se dedicaron a la oración, pidiendo una vez más el poder de lo alto para seguir testificando de Cristo y del evangelio (Hch 4:29-31).  

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