La Llegada Del Reino Y Sus Consecuencias EL PROYECTO MESIÁNICO DE JESÚS DE NAZARET
mariluzml22 de Julio de 2013
3.707 Palabras (15 Páginas)940 Visitas
El anuncio de Jesús:
La llegada del Reino y sus consecuencias
El testimonio más antiguo de lo que Jesús predica cuando comienza su ministerio mesiánico, viene reseñado por el evangelista Marcos, en el comienzo de su evangelio:
“Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en la Buena Nueva” (Mc 1, 14-15).
Párrafo 1 Esto significa que el Reino de Dios está cerca, y que el tiempo (o sea, la historia de la Alianza y de la promesa) está “maduro” para esta irrupción definitiva de Dios tan esperada. El evangelista Lucas, en el capítulo 4 de su evangelio, da comienzo al ministerio de Jesús citando a Isaías, y subraya de forma más amplia lo que Marcos expresa en una fórmula sintética, explicitando el significado de su kerigma originario en relación a la conocida profecía mesiánica.
Jesús inicia su ministerio anunciando que ha llegado el momento escatológico de la instauración del Reino de Dios en medio de Israel. La dimensión escatológica, urgente y decisiva, es una constante esencial del mensaje y de la acción de Jesús.
1. El significado del anuncio del reino: Dios, en Jesús, se hace presente en medio de los hombres
Para comprender mejor en qué consiste el anuncio del Reino, podemos hacer tres puntualizaciones.
a) En primer lugar se trata de un acontecimiento que coincide con la misma predicación y con el mismo ministerio del Nazareno. Lucas nos refiere un significativo lóghion de Jesús: “Habiéndole preguntado los fariseos cuándo llegaría el Reino de Dios, les respondió: "El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Y no dirán: 'Véanlo aquí o allá', porque el Reino de Dios ya está entre vosotros"” (Lc 17,20-21).
Por tanto, ya desde el inicio, no es posible avisar el anuncio y la obra de Jesús de su propia persona.
b) La llegada del Reino será reconocida a través de los signos concretos que, sin embargo, deben ser correctamente interpretados, en sintonía con la presencia de Yahvé en la historia del hombre. “Se acercaron los fariseos y saduceos y, para ponerle a prueba, le pidieron que les mostrase una señal del cielo. Mas él les respondió: "Al atardecer decís: 'Va a hacer buen tiempo, porque el cielo tiene un rojo de fuego', y a la mañana: 'Hoy habrá tormenta, porque el cielo tiene un rojo sombrío'. ¡Conque sabéis discernir el aspecto del cielo y no podéis discernir las señales de los tiempos!"” (Mt 16,1-3).
¿Cuáles son estos “signos” que, interpretados, muestran el acontecimiento del Reino?
Párrafo 2 El Reino es un acontecimiento que acontece en el corazón del hombre, porque alcanza a su relación con Dios, pero se manifiesta también en las relaciones entre los hombres. Podríamos decir que la llegada del Reino es un acontecimiento que tiene una estructura dialógica, interpersonal. Por un lado, invita al hombre a “convertirse”, a redescubrir y a abrirse a una relación nueva con Dios; por otro lado, y en consecuencia, modifica también la relación entre hombre y hombre.
2. El contenido del anuncio del Reino: Dios es Padre que perdona a los pecadores y libera a los pobres Si examinamos el kerigma y la praxis de Jesús, podemos concluir que el contenido de este acontecimiento viene definido por dos polos inseparables.
- El primero es la revelación, o mejor, la auto comunicación de un Dios que es Padre que perdona y libera a los hombres.
Este evento se constata sobre todo en el hecho de que en Jesús (a través de sus palabras y de su praxis de vida) podemos percibir una relación de intimidad profunda, muy particular con Dios. En el evangelio de Mateo se narra una exclamación de Jesús, que es reveladora de lo que era la experiencia más profunda de su relación con Dios: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” (Mt 11, 25-27).
Párrafo 3 Esta expresión muestra que en el núcleo de la experiencia de Jesús se da una relación íntima con Yahvé, experimentado como Padre. Esta experiencia nos es también transmitida por un término que Jesús privilegia, Abbá (cfr. Mc 14,36), un término usado en el lenguaje familiar, por parte de los pequeños, para designar a su papá.
No por casualidad, cuando Jesús enseñe “su” oración a los discípulos, les enseñará el “Padre nuestro”.
Párrafo 4 En las Bienaventuranzas, está sintetizada de forma insuperable - como en una magna carta-, la predicación y la acción de Jesús: puesto que posee la experiencia de que Dios es paternidad cercana y liberadora, por eso se dirige a los pobres, a los afligidos, a los que tienen hambre y sed de justicia... diciéndoles: “Dios está cerca de ti, te salva y te libera El Reino, este acontecimiento que Jesús predica y realiza, tiene, por tanto, dos extremos: parte de Dios y va derecho en búsqueda del último de los hombres. Como sucede con una madre, que ciertamente ama por igual a cada uno de sus hijos, pero, por este motivo, ama más al hijo que es menos afortunado que los otros o necesita mayor comprensión y perdón; de este modo, lo que caracteriza la acción de Jesús es que comienza por los últimos, entendidos en el sentido ético-religioso y también en el sentido social.
3. Las consecuencias: la relación con Dios y la relación con el “prójimo” Las consecuencias de esta experiencia de Jesús, de este modo de situarse y de esta transmisión de su experiencia, son sustancialmente dos.
Párrafo 5 Una primera consecuencia la encontramos en la actitud religiosa del hombre, es decir, en su relación con Dios. En positivo, se puede ver toda la carga de confidencia y confianza que Jesús infunde en su relación con Dios y que enseña a los hombres a tener: una actitud religiosa hecha de confianza, de simplicidad, de abandono total; mientras en negativo se puede observar su crítica a una actitud religiosa fundada en el formalismo, en la repetición de palabras, de ritos, en la exterioridad.
La segunda consecuencia se refiere a la actitud social del hombre. En el mismo momento en el que Jesús hace descubrir al hombre la paternidad de Dios, hace descubrir al otro hombre como hermano.
Jesús expresa la reciprocidad entre la consecuencia religiosa y la social de su mensaje, cuando, respondiendo a un escriba, quizás fariseo, pone juntos los dos mandamientos que en realidad en el Antiguo Testamento ya estaban presentes: el mandamiento del amar a Dios con todo su ser (Dt 6, 4) Y el del amar al prójimo como a sí mismos (Lv 19, 18). “Acercándose uno de los escribas (...) le preguntó: "¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?". Jesús le contestó: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Y el segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que estos"” (Mc 12,28-34).
Al dar esta respuesta, Jesús aporta tres formidables novedades:
- presenta estos dos mandamientos como la síntesis de la Ley y del mensaje de los profetas. Mientras que en el Antiguo Testamento estaban dispersos en medio de una miríada de mandamientos (tanto que se le pregunta cuál es el mandamiento más importante), él ahora los pone en el corazón de la nueva Ley, como la síntesis y el soporte de todo;
- los acerca, más aún, los pone en el mismo plano (si bien la raíz se encuentra siempre en la relación con Dios): por lo que la verdad de la relación con Dios se mide desde la verdad de la relación con el hermano;
- explica que el prójimo es cada hombre, no sólo el compatriota o el “extranjero” que vive en Israel (como sucedía en el Antiguo Testamento), sino cada hombre que me encuentro.
En la primera, Dios se nos muestra como el Padre lleno de ternura y de misericordia, que no limita la libertad del hijo de modo paternalista, sino que sabe esperarlo, acogerlo y reintegrarlo en su posición de hijo, cuando él comprende, se arrepiente de su pecado y vuelve. En la segunda, es el mismo hombre quien ante la necesidad de otro - quienquiera que sea - se siente llamado a “hacerse prójimo”, a “hacerse cercano”, teniendo la misma compasión que Dios tiene por sus hijos. Como testimonia la praxis de Jesús, si cada hombre que está cerca de mí es mi prójimo, prójimo muy especial es el último, el pequeño, el pobre en el amplio sentido de la palabra. En la praxis y la enseñanza de Jesús también el enemigo debe ser objeto de amor. Tanto que Jesús supera definitivamente la “ley del talión”, y formula positivamente el mandamiento del amor a los enemigos:
Han oído ustedes que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo les digo: Amen a sus enemigos y rueguen por los que les persigan...” (Mt 5, 43-44).
Párrafo 6 El impulso que anima a ir hacia los últimos y a perdonar también a los enemigos nace de experimentar la extraordinaria fuerza del amor del Padre: “Sean compasivos, como vuestro Padre es compasivo” (Lc 6, 36). Por otra parte, el amor a los últimos y a los enemigos es para Jesús el criterio cierto de la verdad de nuestro amor a Dios. En el mensaje de Jesús se da una radical condena y una superación
...