La barca de la fe
larmentaReseña10 de Junio de 2014
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La barca de la fe
Un barco varado en el páramo es tan insólito como si viera una ballena en medio del Sahara. El espectáculo de la nave fuera de su elemento marino me lo ofreció Tlaxcala, entidad falta de mar. La barca en tierra me impresionó por su tamaño que imaginé pequeña cuando, hace cuatro años, el historiador Jaime Sánchez me platicó una que un sacerdote construía en la comarca tlaxcalteca. El aviso de Jaime, no me sorprendió porque su tierra tuvo fervor naval, pues en l697, Gemelli Carrieri después de desembarcar en Acapulco y proseguir a la costa veracruzana, se desvió del camino directo a Puebla para conocer la tierra de Xicoténcatl. Ahí, en la parroquia miró “colgado un navío que representa el que condujo a Cortés a la Veracruz.”
La identificación de Gemelli la rebato porque no quedó modelo por imitar después de la llamada quema de las naves en la Villa Rica de la Vera Cruz. A mi parecer el navío en cuestión fue uno de los trece bergantines construidos con la madera transportada desde los pródigos bosques de Tlaxcala del destino de esos bergantines asediadores de la isla tenochca no se tiene noticia y es probable que uno hubiese sido llevado como testimonio y orgullo de los colaboradores del Conquistador. No se sabe hasta cuando permaneció el exvoto en las alturas de la nave eclesiástica Quizás la ofrenda naval quedó surcando la sangre de la tradición oral hasta que un sacerdote sintió el llamado y tuvo los arrestos necesarios para construir una nave que, en vez de tener abrigo, fuese la envoltura de un templo como sucede en Buenavista, comunidad situada al noroeste de Apizaco.
Al llegar al caserío de Buenavista destaca el faro, de inmediato, el casco de la nave surta en el muelle simulado. Nave de más de doce metros, impresionante, por su proa altiva de cuyos ojos bajan las cadenas de las anclas. Caminé por babor, sobre piso estampado de grecas. Recorrí la embarcación hasta la popa, cola con forma de carabela, de ahí el nombre “La Carabela de la fé” impreso en el cartel de venta en el puesto de souvenirs. El interior del barco lo ocupan bancas bien dispuestas frente al altar; en las columnas y paredes destacan símbolos de la cultura nahua, a saber, la vírgula de la palabra, la señal del sacerdote, del quincunce, el signo de Ometéotl in Tloque Nahuaque, símbolos explicados en el tríptico anexo al cartel.
Buenavista, era poblado otomí integrado a una hacienda luego transformada en ejido por el reparto agrario. El ejido adoptó el nombre de José María Morelos Buenavista y conservó la capilla de la hacienda dedicada a San Andrés. En l974 se decidió darle nueva forma a la capilla pensando fuese la Barca de San Andrés, justificando la intención en el mito de que Jesús predicó desde las barcas. A partir de l984 arrancó en firme el proyecto cuya arquitectura y decoración se inspiraron en la tesis del sincretismo religioso.
La tesis del sincretismo religioso la sustentó el párroco al constatar las convergencias de valores entre la cultura occidental y la mexicana nahua. Convergencias en medio de las diversidades que se han dado en la búsqueda del Ser Supremo. Los antiguos mexicanos al ser supremo lo llamaron Dualidad, Señor del cerca y del junto que en idioma nahua equivale a Ometéotl Tloque Nahuaque. El señor de la dualidad tiene sus equivalencias en la trinidad, asunto discutible. Los elementos mexicanos incorporados son secundarios respecto a la obra total que es el edificio en forma de barco, mole representante de la iglesia católica, del credo impuesto a partir de la Conquista.
El párroco quiere resaltar el logro mexicano, al mencionar a Ometéotl, calificado como señor del cerca y del junto. Ese intento de reivindicar el pensamiento religioso mexicano nahua en el mismo nivel que el occidental no llega a tener una verdadera expresión, pues
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