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La ética en el contexto del magisterio de San Juan Pablo II


Enviado por   •  19 de Febrero de 2016  •  Ensayos  •  1.543 Palabras (7 Páginas)  •  227 Visitas

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Tema: La ética en el contexto del magisterio de San Juan Pablo II

Descubrir en La Verdad una invitación a vivir el Amor y la Libertad.

El Papa Juan Pablo II trata en esta encíclica el tema de la moral cristiana, y su relación con la libertad y con la verdad. Esta carta encíclica tiene por objeto la reflexión sobre el conjunto de la enseñanza moral de la Iglesia, con el fin de recordar algunas verdades fundamentales, ya que corren el riesgo de ser deformadas o negadas ya que en el ámbito moral existe gran deferencia de opiniones y comportamientos, dejados al juicio de la conciencia subjetiva individual o a la diversidad de condiciones sociales y culturales. 

Comienza haciendo asentado la base evangélica, durante el encuentro de Jesús con el joven rico. Y sobre todo con su pregunta ¿Qué debo de hacer de bueno para ganar la vida eterna?, con este dialogo que se da entre ambos personajes, el Papa demuestra que la moralidad del hombre va mas allá de meros actos o reacciones humanas, si no que la moral es el llamado que hace Dios al hombre para poder ganar la vida eterna. La moral, bondad, etc., está inscrita en la mera esencia del hombre como ser trascendental, por lo que su mismo naturaleza lo obliga a buscar “lo bueno” y si Dios es la bondad en si mismo, el hombre busca a Dios.

Para Cristo uno solo es bueno, pero solo si guardamos los mandamientos y para el, el ser perfecto, se debe uno deshacer de sus pertenencias materiales con un objetivo beneficioso, como dándoselo al necesitado y así tendrá su recompensa en los cielos, a veces uno inconscientemente se acerca a Cristo siguiendo una vida moral. La pregunta de ¿Que he de hacer de bueno?, es en última instancia un llamamiento al bien absoluto que nos atrae y nos llama hacia sí. Es eco de la llamada de Dios, debemos poner en práctica y perfeccionarnos cada día más en una vida moral, ya que es la única respuesta que satisface plenamente el anhelo del corazón humano. Para todo esto Dios ha querido su Iglesia.

Como primer instancia Jesús le propone al Joven Rico seguir los mandamientos dados a Moisés, sin embargo no, el solo cumplir la ley por la ley no basta, si no que hay que vivirlos, y hacerlos parte de nuestra vida, no hay que ver a los mandamientos como  un límite mínimo que hay que cumplir, si no hay que verlos como una forma de perfeccionamiento humano, es por lo que Dios al hacerse hombre nos enseña a ser hombres y nos enseña cómo vivir estos mandamientos (“Ven y sígueme”).

Si no amamos al prójimo, no amamos a Dios, un corazón que ama está dispuesto a vivir las mayores exigencias, Jesús dice que los mandamientos no deben ser entendidos como un límite mínimo, que no hay que sobrepasar, sino como una senda abierta para un camino moral y espiritual de perfección, cuyo impulso interior es el amor. 

También el Papa da a conocer la importancia trascendental de la enseñanza de la moral en el mundo de hoy, por eso busca clarificar y discernir sobre las tendencias morales de nuestra época iniciando con la presentación del problema moral más debatido en la actualidad, la libertad del hombre, luego presenta y desarrolla el debate fundamental entre la libertad y la ley, comenzando a partir de la Revelación en donde se nos enseña como el hombre no posee el poder de decidir sobre el bien y el mal, sino que el único propietario de esta facultad de decisión es solo Dios. El hombre es libre, pero no en sentido absoluto; ya que la libertad del hombre encuentra su plena realización en la aceptación y puesta en práctica de la ley de Dios, ya que solo Dios es bueno y conoce perfectamente aquello que es bueno para el hombre, y se lo propone a través de los Mandamientos como muestra de su gran amor y predilección por los hombres. Considera precisamente nuestro problema. Trata esencialmente de la ley natural. “Del árbol de la ciencia del bien y del mal no comeréis”. El libro del Génesis enseña que el poder de decidir sobre el bien y el mal no pertenecen al hombre, sino sólo a Dios. La libertad no es ilimitada, por estar llamado el hombre a aceptar la ley moral que Dios le da. En realidad, la libertad del hombre encuentra su verdadera y plena realización en esta aceptación. Estas afirmaciones constituyen el principio de una justa concepción de la libertad. “Dios, el único que es Bueno, conoce perfectamente lo que es bueno para el hombre, y en virtud de su mismo amor se lo propone en los mandamientos”. La ley de Dios, pues, no atenúa ni elimina la libertad; al contrario, la promueve. Esta concepción se opone a las corrientes centradas en “un presunto conflicto entre la libertad y la ley”. Si se atribuyese a cada individuo o a los grupos sociales la facultad de decidir sobre el bien y el mal, la libertad humana podría crear los valores y gozaría de una primacía sobre la verdad, hasta el punto que la verdad misma sería considerada una creación de la libertad. Semejante autonomía moral prácticamente significaría su soberanía absoluta

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