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Las Herejías


Enviado por   •  16 de Enero de 2014  •  2.512 Palabras (11 Páginas)  •  349 Visitas

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INTRODUCCIÓN HISTÓRICA A LAS HEREJÍAS

La palabra herejía es una palabra que pone los pelos de punta por varios motivos. El mayor de ellos el temor a un castigo terrible, pero ¿Qué es una herejía? Podemos decir que es una una "desviación del dogma". Si un católico se convierte al islamismo no es un hereje, sino un converso. Si un católico dice que Cristo no es el Hijo de Dios sino sólo un hombre, entonces está proclamando un pensamiento herético: una herejía. La herejía nace de dentro, no de fuera. Sólo pueden ser herejes los que creen, aunque lo hagan de esta manera tan particular.

Herejías ha habido y habrá no cientos, sino millares. Y no sólo en la Iglesia o en cualquier institución, sino en política y en muchos más ámbitos. Los herejes son siempre "de los nuestros", gente que sigue una misma fe pero que en un determinado momento se aparta en ciertos aspectos dogmáticos. Ellos creen firmemente que están en lo cierto y que son los demás los que están equivocados, y como siempre son una minoría y la mayoría está contra sus doctrinas acaban formando un grupo cerrado y bastante iluminado que, o se va por su propia voluntad de la comunidad, o es expulsado y a veces incluso perseguido por sus ex-compañeros. Los católicos no creemos en las herejías, sino en el Dogma de Fe, pero ello no quita que consideremos a los herejes como hermanos. Desviados en su fe, por supuesto, pero hermanos, ya que todos, católicos y herejes, somos hijos de Dios y si Cristo perdonó a sus verdugos clavado en la Cruz nosotros también debemos perdonar a todos siempre, y a estos hermanos desviados de la comunidad por sus propios errores también.

Desde el principio de la Santa Iglesia Católicas se han distinguido cuatro características fundamentales de las herejías, aun que cada una tiene sus particularidades según la época en que se suscitó.

1—La base de la doctrina es un texto, la Escritura y no el depósito de la fe recibido por toda la comunidad, como en la Iglesia Católica.

2—El texto de la Escritura es modificado o hasta vuelto a escribir para afirmar las doctrinas del nuevo grupo, creando así una nueva y distinta tradición. Lo opuesto ocurre en la Iglesia Católica que preserva cuidadosamente y exalta el papel de la Escritura dentro del contexto de la Sagrada Tradición.

3—Se modifica el contexto histórico o hasta la historia misma. Esto se hace con el doble propósito de afirmar la propia doctrina y al mismo tiempo impugnar a la Iglesia Católica acusándola de ser ella la que "cuenta la historia a su manera". Curiosamente estas acusaciones tan tempranas imprimieron en la Iglesia la costumbre de documentar el desarrollo de su propia doctrina en la historia.

En la Iglesia Católica la Historia, las Escrituras y la Doctrina de la Iglesia deben estar forzosamente de acuerdo siempre sin dejar lugar a dudas. Es por eso que sabemos a ciencia cierta que hoy creemos en la misma fe que declararon Cristo y los Apóstoles. Consecuentemente, uno de los testimonios más fuertes que pueden ofrecerse a favor del catolicismo es su consistencia y coherencia a través de veinte siglos de historia. Tal no fue el caso con los marcionistas quienes se separaron en varias sectas y de una especie de puritanismo original pasaron pronto al gnosticismo y de ahí al maniqueísmo, movimiento que terminó absorbiendo al marcionismo por completo. De esto podemos deducir una cuarta característica de las herejías; su inestabilidad.

4—La inestabilidad doctrinal y su consecuencia, las divisiones sectarias identifican a todas las herejías. Siguiendo el dictamen de "quien a hierro matare por el hierro morirá" los que crean divisiones en la Iglesia pronto gustan en carne propia su amarga medicina.

Podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que todos los movimientos disidentes del cristianismo que se apartaron de la Iglesia Católica han tenido estas cuatro características en menor o mayor medida. La Iglesia debe operar en unión con Cristo y en unidad interna. Es la única manera de producir "fruto", es decir la salvación de las almas.

Habiendo comparado las cualidades particulares de las herejías y de la Iglesia no nos sorprende que las palabras de Cristo se cumplan en la historia. Solo la Iglesia fundada por Cristo sobrevive dando testimonio a lo largo de los siglos y al mundo entero con la entera doctrina recibida de Cristo. No importa cuán numerosos sean los miembros de una secta, sabemos que pasarán mientras que la Iglesia continuará su labor hasta que Jesús regrese. Los poderes del mal seguirán creando divisiones pues esa es su naturaleza y sin embargo no prevalecerán contra la Iglesia entera. (Mateo 16, 13-20).

Vamos a estudiar brevemente las principales herejías que conmocionaron a la Iglesia primitiva:

LOS GNÓSTICOS

La doctrina propugnada por el grupo de los gnósticos fue la primera herejía que se declaró en la Iglesia. Los gnósticos aparecieron en los primeros tiempos de la Iglesia, en el siglo I y no declinaron hasta el siglo III. Su doctrina mezclaba el cristianismo con la filosofía neoplatónica y creencias judaicas y orientales como las egipcias, persas y babilónicas, muy de moda en el Imperio Romano aquellos años. Probablemente sus teorías ya circularan antes de la difusión del cristianismo, en medio de ese maremagno sincretista que era el Imperio Romano donde convivían centenares de religiones influyéndose unas a otras. Les llamamos "los gnósticos" porque no hubo sólo un grupo ni un sólo sistema unitario de pensamiento sino varios, cada uno de ellos con sus peculiaridades. Ellos profesaban la gnosis, que era un conocimiento esotérico destinado a ser revelado a unos pocos y que contenía elementos muy variados tomados de la filosofía de moda y de varias religiones, además de las Escrituras Sagradas. Los gnósticos pretendían un fin concreto basado en la "doctrina de la emanación" que llevaba a la vuelta al primer principio sólo por el camino de la redención. El gnóstico más célebre fue Cerinto, que vivió en el siglo I.

La Iglesia Católica condenó inmediatamente estas teorías, proclamó el gnosticismo como herejía y expulsó a los gnósticos de su seno porque pretendían romper la unidad de la Antigua Tradición judaica con la Buena Nueva Evangélica que Cristo tanto se empeñó en proteger. El descubrimiento en 1945 de una biblioteca completa de escritos gnósticos en Nag Hammadi, en el Alto Egipto, nos ha permitido ampliar enormemente

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