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Los Falsos Profetas


Enviado por   •  11 de Enero de 2014  •  2.457 Palabras (10 Páginas)  •  314 Visitas

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Falsos profetas

Un ejemplo de los últimos tiempos

Iglesia del último testamento

Sergey Anatolyevitch Torop (en ruso: Сергей Анатольевич Тороп), (nacido el 14 de enero de 1961), conocido por sus seguidores como Vissarion, es un místico ruso. Es conocido por su movimiento La Iglesia del Último Testamento con la iglesia principal situada en la taiga siberiana en la Depresión de Minusinsk, en el distrito de Krasnoyarsk. Tiene alrededor de 10,000 seguidores alrededor del mundo.

Vissarion dice ser la reencarnación de Jesús. Él enseña la reencarnación, el veganismo, y el impedir el fin del mundo, o por lo menos, la civilización como la conocemos. En mayo de 1990, a los 29 años, Vissarion dice haber tenido una revelación mística. La primera vez que habló en público fue en Minusinsk, el 18 de agosto de 1991. Fundó la "Iglesia del Último Testamento" (Церковь Последнего Завета Tserokvy Poslednego Zaveta), también conocida como "La Comunidad de Fe Unificada".

Nació en Krasnodar; después del servicio en el Ejército Rojo, se estableció en Minusinsk. Trabajó como policía de tránsito hasta 1989, cuando perdió su trabajo. En 1991 "renació" como Vissarion, Jesucristo que volvió. En su sistema, esto no lo convierte en Dios, pero sí en la Palabra de Dios. Su religión combina elementos de la Iglesia Ortodoxa Rusa con Budismo, apocalipsismo, colectivismo y valores ecológicos. Sus seguidores están bajo estrictas regulaciones, son vegetarianos y no se les permiten vicios como fumar o beber alcohol. El dinero está prohibido. El objetivo del grupo es unir a todas las religiones de la tierra.

Tiberkul, el asentamiento en la taiga, fue establecida en 1994 en un área de 2.5 kilómetros cuadrados, y ahora cuenta con 5,000 habitantes, viviendo de manera autóctona y con sustentabilidad ecológica. Se encuentra entre las villas de Petropavlovka y Cheremshanka.

Desde 1992, el biógrafo Vadim Redkin ha publicado un volumen anual detallando las actividades de Vissarion, quien ha atraído la atención de muchos seguidores de la subcultura esotérica alemana, siete volúmenes de Vadin han sido traducidos al alemán.

RELIGIÓN | REENCARNACIÓN EN SIBERIA

IAN TRAYNOR. The Guardian

A 1.300 metros de altitud, en una montaña en las profundidades de la taiga siberiana, aparece nuestro hombre, ataviado con una larga vestidura de tercipelo carmesí y con el largo cabello castaño enmarcando una sonrisa beatífica. Toma asiento en una cabaña de troncos. La morada goza de una vista deslumbrante: a lo lejos centellean las nevadas montañas de Sayan. Las tonalidades plateadas y rosáceas de los bosques de abedules titilan bajo un sol intenso que ilumina las aguas azules del lago Tiberkul. Detrás de la cabaña, mucho más lejos de lo que alcanza la vista, se extienden el inhabitado páramo siberiano.

«Para decirlo de manera sencilla, sí, soy Jesucristo. Lo que se prometió tiene que suceder. Y se prometió en Israel hace 2.000 mil años que yo volvería para concluir lo comenzado. Yo soy la palabra viva de Dios Padre. Todo cuanto Él quiere decir, lo dice a través de mí». Estamos ante el mesías de Siberia, Visarión Cristo, el Maestro, como lo llaman sus miles de discípulos, convencidos de que es la reencarnación de Jesús de Nazaret, que ha regresado para salvar al mundo. «Irradia un amor increíble», suspira Hermann, un ingeniero bávaro, de 57 años, que ha puesto en venta su casa de Alemania para unirse al mesías de la taiga. «Conocí a Visarión en agosto. Fue como una descarga eléctrica».

Para encontrar a Visarión hay que volar a 3.700 kilómetros al este de Moscú, hasta la ciudad de la Siberia meridional de Abakán, y luego seis horas en coche por carreteras plagadas de socavones.Luego, la ciénaga, una caminata de tres horas con barro y hielo hasta la rodilla antes de ascender por fin hasta el salvador, una abrupta subida de una hora por un sendero de montaña. «La vida es muy dura aquí», dice Denis, ruso de 21 años que llegó la semana pasada para ver si Visarón era de verdad la respuesta a sus preguntas. «No hay duda, macho. Es con toda seguridad el Hijo de Dios».

Para sus críticos, Visarión es un charlatán que engaña a los devotos de «una secta totalitaria, destructiva». Más prosaicamente, Visarión es Serguiei Torop, ex policía de tráfico y obrero de una fábrica, de 41 años de edad y natural de Krasnodar, en el sur de Rusia; que se trasladó a Siberia en su juventud, vio la luz hace una década y ahora dirige a los visarionitas, que se agrupan en unas 30 colonias rurales en el sur de Siberia y su número llega ya a unos 4.000. Están entregados a su gurú. Pronuncian su nombre en murmullos. Decoran con su imagen sus casas, sus templos y sus lugares de trabajo. Intercambian con veneración relatos sobre todo lo que el Maestro hace o dice. Se enfrascan en sus cuatro gruesos volúmenes de reflexiones. Sus aforismos se aprenden de memoria y se repiten mecánicamente cada día. A Visarión -como todos los seguidores de su Iglesia del Último Testamento se hacen llamar por su nombre adoptado- no le inquieta este culto a la personalidad. «Depende de cómo use mi imagen una persona», explica, «El hombre tiene que inclinarse ante el Padre. Pero es un misterio y la imagen permite a una persona relacionarse conmigo».

La comuna de Visarión está regida por rituales, leyes, símbolos, oraciones e himnos crípticos y por un nuevo calendario. Se impone un estricto código de conducta: no se permite ningún vicio. La dieta vegetariana es obligatoria, no existe la cría de animales. El uso de dinero está prohibido dentro de la comuna y sólo a regañadientes tolerado en el mundo exterior. «No se nos permite fumar, decir palabrotas ni beber», dice riendo la entusiasmada Larissa, de 28 años y con tres hijos, que llegó de Moscú con su madre cuando tenía 18 años. «No se nos permite hacer nada, excepto enamorarnos».

ACTRICES Y MILITARES

Entre los devotos hay músicos, actrices, profesores, médicos, granjeros rusos, ex coroneles de Ejército Rojo, un ex viceministro de ferrocarriles de Bielorrusia, así como un contingente en aumento de Europa occidental. Beben la savia de los abedules que talan para hacer sus viviendas, sus herramientas y sus muebles. Se mantienen a base de bayas, nueces y setas que recogen en el bosque. Arrancan a la dura tierra patatas, coles y alcachofas. Cambian artesanía y verduras por trigo y cebada en los pueblos vecinos. “En la dureza está la salvación», declara un sonriente Visarión.

En un

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