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No Serás Destruido


Enviado por   •  18 de Agosto de 2013  •  1.670 Palabras (7 Páginas)  •  197 Visitas

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Confía en que Dios te ayudará a vencer los retos y dificultades.

Sabemos que Jesús ya nos ha dado la victoria en la batalla, por lo que debemos darnos por vencedores, no por vencidos. Pensemos que cuesta lo mismo, toma el mismo tiempo decir que somos vencedores, pero en nuestra actitud, esta afirmación positiva hace una gran diferencia. Cuando sentimos que ya no tenemos fuerzas, debemos recordar que en nuestra debilidad se perfecciona Su poder, así que podemos decir que somos fuertes, aunque nos sintamos débiles.

En el momento de la dificultad, lo mismo toma hacer las cosas con o sin miedo. Hay quienes por miedo no se suben a un avión y otros que con miedo, lo hacen. No podemos dejar que el temor nos paralice. No es posible dejar de hacer algo por lo que sentimos, porque nuestra convicción debe ser más fuerte que el temor. ¿Cuál es tu convicción y cuál es tu temor? Decídete a avanzar en lo que sabes que debes hacer, tu fe en tu posición como vencedor debe hacer a un lado la ansiedad y el miedo.

Otra cuestión que debemos superar es el trauma por fracasos anteriores. Cuando enseñamos a nuestros hijos a manejar bicicleta y se caen, siempre les decimos que se suban de nuevo y lo intenten, porque de esa forma superan el miedo y el sentimiento de fracaso. Tu Padre Celestial te dice que vuelvas a intentarlo, que no te desanimes porque el fracaso no debe dominarte. Lo peor es quedarte paralizado y no intentarlo de nuevo. Seguramente has motivado a otras personas a no darse por vencidas, así que si necesitas motivación, mírate al espejo y háblate con palabras de ánimo. Tú puedes hacerte porras, ya que el Señor está contigo.

La victoria requiere valor y decisión ante los retos más difíciles. Jesús sudó gotas de sangre, pero sabía que por más angustiado que estuviera, tenía que llegar a la cruz. Al final de cada batalla ganada, podremos ver atrás y decir que todas las lágrimas valieron la pena, porque en el Señor somos más que vencedores.

Cómo estamos y cómo nos sentimos

2 Corintios 4:7-9 asegura: Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos.

La Palabra dice que somos como vasos de barro que contienen un tesoro, porque lo importante es Su fuerza que se encuentra en nuestro interior. Por eso, Jesús, cuando le preguntaron sobre un ciego, explicó que estaba así para que en él se manifestara la gloria de Dios. Lo mismo sucede ahora cuando los milagros del Señor serán evidentes al resolverse las dificultades más grandes por obra y gracia de Su amor y misericordia. Todo depende de tu fe y de tu esfuerzo para ponerla en acción. Cuando conocemos a Jesús, desarrollamos confianza porque así se mueve todo en Su Reino. Prepárate porque vendrá algo que te devolverá a los caminos de Dios. Tu Padre quiere que reconozcas que todo es obra de Sus manos y que sin Él nada puedes hacer. Dios espera que te abandones a Su poder. Cuando dices: “Todo lo puedo con mis fuerzas”, viene alguna prueba que derriba tu autosuficiencia y te devuelve a Su senda para que tu confianza sea absoluta en Él y en nadie más. Por eso dice la Palabra que el que crea estar firme, mire que no caiga. Personalmente, le pido desafíos al Señor porque me ubico en una posición que me prepara para ver Su gloria obrar en mi vida. Hay una gloria humana, la vanagloria que te hace confiar en tus fuerzas, pero en la vida siempre habrá alguien más fuerte que tú. Sin embargo, al caminar en la gloria de Jehová, nadie podrá superarte, porque nada hay más grande que Él. Debemos aprender a caminar en Su gloria, no en la nuestra.

Además, esta Palabra nos dice que hay dos grupos de personas: quienes están atribulados, en apuros, perseguidos y derribados, por lo que se sienten angustiados, desesperados, desamparados y destruidos. El segundo grupo es el de quienes están igualmente en grandes dificultades, pero no se dejan vencer por los mismos sentimientos negativos. Debemos comprender la diferencia entre lo que vivimos y lo que debemos sentir para actuar.

Los hombres de fe podemos estar atribulados en todo, bajo presión por la vida. Jesús dijo que cada día tendría su propio afán. Ser hijo de Dios no te libera de las dificultades y la tribulación en la familia o en el trabajo, pero nuestra fe evita que nos sintamos angustiados, sin paz. La presión no debe quitarnos la confianza en Dios, porque mayor es el que vive en nosotros que en el mundo, y la paz del Señor guarda nuestro corazón y pensamiento. En medio de cualquier dificultad, vuelve tu corazón a Dios, quien te dará Su paz que sobrepasa todo entendimiento.

Podrías estar en apuros, es decir, sin recursos o endeudado, pero no desesperado sin

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