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TEOLOGIA DE LA SALUD


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2013  •  2.813 Palabras (12 Páginas)  •  551 Visitas

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Para entender la “sanidad interior” es indispensable definir de una manera clara, precisa y concreta qué es lo “interior”, si es la psiquis, o el espíritu; o los dos. Ello nos exige conocer la naturaleza del humano a la luz de la Biblia y especialmente del Nuevo Testamento, en el que tenemos la revelación final.

Unidad físico-psíquico-espiritual

En el relato de la creación encontramos algunos datos que quisiéramos hacer sobresalir: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gén.2:7). Parece haber ahí dos naturalezas: material (el polvo de la tierra) e inmaterial (el soplo de Dios). El hombre tiene dos partes constitutivas por lo tanto es dicótomo.

El hebreo era monista en su pensamiento sobre el ser humano. El cuerpo solo no era el hombre, como tampoco lo era el espíritu solo. Era una unidad indivisible: carne (basar) alma (nefesh) y espíritu (ruaj). La carne es el cuerpo físico, el alma, la vida; el espíritu, el aliento o la respiración.

Muchos psicólogos cristianos definen al ser humano como cuerpo, psiquis y espíritu. La psiquis es para ellos la mente el objeto especial de su estudio.

SANIDAD INTEGRAL

Siendo el ser humano una unidad físico-psíquico-espiritual, la sanidad interior real trae salud a toda la persona. Esto significa que quien está en paz con Dios siente un bienestar general. Haberse reconciliado con Dios por medio de la fe en Jesucristo y saberse perdonado por él, es urja fuente de paz interior inefable que impacta a todo el ser.

La sanidad interior comienza con la conversión. El arrepentimiento sincero de los pecados implica un cambio interior. La palabra “metanoia”, traducida arrepentimiento, significa cambio de manera de pensar y actitud frente a Dios, a si mismo y a la vida. No es un cambio que seda súbitamente en un cien por ciento; no viene por un toque mágico. Es un proceso que va dejando sus frutos a través del tiempo.

SANTIDAD INTEGRAL

Pablo cuando escribe a los Tesalonicenses dice: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo sea guardado sin mancha en la venida de nuestro señor Jesucristo” (1Tes. 5:23). La santificación es también total. No se puede concebir un espíritu santificado y un cuerpo contaminado por el pecado.

El gnosticismo consideraba que la materia era esencialmente mala en consecuencia el cuerpo humano es malo porque es materia. Esto conducía a asumir un desprecio por el cuerpo, derivándose dos posturas o actitudes frente a él. Por un lado, la mortificación de la carne, la disciplina rígida la abstinencia de los placeres y hasta el castigo físico.

En la medida en que se mortificaba a la carne se favorecía al espíritu. Por otro lado, estaban los lujuriosos, que hacían un culto del placer porque, decían, “si el cuerpo es malo no importa lo que hagamos con él”. Pablo refuta la filosofía que el cuerpo es malo, pues dice que el mismo es templo del Espíritu Santo (1 Cor. 6:19) y que vamos a dar cuenta a Dios de cómo lo hemos usado (2 Cor.5:10). La santidad debe ser del cuerpo, del alma y del espíritu.

Nuestro Mayor Problema No Es Satanás

Las áreas no redimidas, no rendidas, no iluminadas, y las áreas oscuras de la vida egocéntrica son los mayores obstáculos que el hombre enfrenta, Tenemos una naturaleza. Aun después que Satanás y todos sus espíritus malignos sean encerrados y removidos, el hombre continuará teniendo una naturaleza egoísta, obstinada y rebelde con la cual batallar. Vemos esto en Zacarías 14: 16-21. Satanás será atado por mil años como lo muestra Apocalipsis 20, aun entonces la naturaleza humana se resistirá y se rebelará contra Dios.

Por esta razón no podemos culpar a Satanás de todo, si hoy Satanás fuera quitado de escena, todos nuestros problemas no desaparecería inmediatamente, porque hay una naturaleza resistente y voluntariosa que reside en lo profundo del hombre. Satanás logra entrar donde encuentra una debilidad, o en donde hay una puerta abierta que le da la bienvenida. Por tanto, el problema no es tanto satanás como nuestro corazón.

LA BATALLA ENTRE LAS DOS NATURALEZAS

¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre nosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? (Stg. 4:11). El mensaje de Santiago no está dirigido a los no redimidos. Él está hablándoles a los cristianos lavados con la sangre de Cristo y llenos del Espíritu de Dios. Verdaderamente existe una batalla dentro de nosotros mismos. Pero es una guerra que podemos ganar por la gloria de Dios.

Tenemos Una Naturaleza Pecaminosa

(1Juan. 1:8) VS (1 Juan. 3:9)

 *1 Juan 1:8. “Si decimos qué no tenemos pecado (naturaleza), nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros”. La palabra de Dios afirma que tenemos una naturaleza pecaminosa, y que debemos confesar que la poseemos (1 Jn. 1:9; Jer: 17:9; Is. 6:5; Ro. 7.24).

 *1 Juan 3:9. “Todo el que es nacido de Dios no practica el pecado porque la simiente de Dios permanece en él y no puede pecar, porque es nacido de Dios”. Cristo en nosotros no puede pecar. Él es esa simiente santa dentro de nosotros, y él no puede pecar (1 P.1:23). Aun así sucede muchas veces que NOSOTROS sí pecamos. ¿De dónde viene pues este pecado? Este pecado viene de la naturaleza con la cual nacimos.

 El apóstol Pablo, el intérprete del nuevo pacto dice (tiempo presente): “Queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está presente en mí” (la vieja naturaleza); y que “ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí” (Ro. 7:17; 20; 23). Pablo aclara que aún existe una naturaleza de pecado que reside dentro de los miembros de nuestro cuerpo, (1 Co. 9:27; 2 Co. 12:7).

 Jesucristo tenía dos naturalezas. Él era el hijo del hombre, su cuerpo fue hecho de la misma sustancia de María, de la raza de Adán. Él era de la simiente de David y de Abraham. Su cuerpo estaba formado exactamente igual al nuestro. Jesús fue hecho en semejanza de carne de pecado (Ro.8:3), y fue tentado en todo como nosotros. (He. 2:14-18; 4:15). Pero Jesús nunca cedió, nunca se rindió al pecado. Jesús fue y es, el Hijo de Dios, su alma y su espíritu son eternos, él descendió del cielo para habitar en un cuerpo de carne pecaminosa. Como hombre que vive en un cuerpo de carne humana pecaminosa, él condenó al pecado en la carne, al Nunca someterse a los

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