Migraciones digitales: comunicación, educación y tecnologías digitales interactivas

Comunicación y Nuevas Tecnologías

Primer parcial

No te quiero lejos, pero tampoco cerca.

Las TICs (tecnologías de la información y la comunicación) y el uso continuo de estas, han ido modificando poco a poco la percepción de nuestra realidad, pues ocupan un lugar cada vez más relevante en la construcción de la sociedad actual. En esta época posindustrial, todo a nuestro alrededor tiene que ver con la tecnología; el uso que le damos a esta no siempre es el adecuado, sin embargo, sectores como la televisión, las plataformas audiovisuales, las publicaciones digitales, las redes sociales, la publicidad y el internet, han evolucionado de manera drástica, convirtiéndose en las principales actividades de ocio de nuestro día a día.

Aun con esta ventaja de poder acceder a contenido de cualquier índole, o con la practicidad que nos ofrecen todos los dispositivos inteligentes de estos tiempos, nunca estamos totalmente satisfechos con su uso. Esto es algo que me hizo reflexionar, respecto a si en realidad nos está llevando a aspectos más positivos que negativos. Considero que hoy en día, hemos prácticamente establecido por ley, que todo aquello que encontramos en internet o todo lo que se pueda realizar con ayuda de el, debe de ser un patrimonio público y más que nada global. Esta claro, que no nos detenemos a pensar en cómo este tipo de “pasión” por la tecnología y la web, han sido variables indispensables en la modificación de nuestra conducta.

Uno de los temas con el que más me he identificado, es con la “soledad electrónica” descrita por Gubern; pues como lo establece él, en su libro El eros electrónico; pienso que la era de la comunicación, se ha convertido en la era de la soledad y me he dado cuenta que la manera más usual que tenemos de aislarnos de nuestro entorno, es mediante nuestro celular; este lo ocupamos en la escuela, el baño, en la mesa, en el trabajo, las conferencias, etc. En definitiva, para mí se ha convertido en el aliado predilecto para escapar de la realidad; he perdido la cuenta de cuantas veces he ocupado este dispositivo en funerales y situaciones aburridas, o de cuantas veces lo he comenzado a ocupar, solo para evitar saludar, o tener una conversación con alguien que veo venir en los pasillos de mi universidad o en la calle.  Lo he hecho para apartarme de los demás y para reprimir mis sentimientos, y no soy la única; la mayoría lo hacemos, casi ya sin darnos cuenta; nos estamos acostumbrando a estar juntos en solitario, porque si… queremos estar juntos, pero a la vez también estar en otros lugares o con otras personas al mismo tiempo. Hemos llegado al punto, en el que solo nos soportamos los unos a los otros si estamos a distancia, pero en “contacto” mediante estas tecnologías.  

Las aplicaciones de entretenimiento y las redes sociales, tampoco han sido de mucha ayuda. Al ser caracterizados como una sociedad de consumo, nos adentramos mucho más en ellos y nos aprovechamos de la distracción que estos nos ofrecen. Facebook o WhatsApp, por ejemplo, en la mayoría de jóvenes como yo, son herramientas indispensables para nuestra comunicación. Preferimos socializar dentro de ellas, porque de esta manera tenemos el control en casi todos los aspectos que se llegan a conocer de nuestra persona. Aquí somos capaces editar y recrear la personalidad que nos gustaría tener tanto en fotos, publicaciones, estados, pensamientos, pero sobretodo en el chat; pues aquí es donde tenemos el control de lo que vamos a decir, ya que la ventaja de no ser observados físicamente, nos desinhibe, permitiéndonos decir lo que verdaderamente sentimos.

Por otra parte, la autora Patricia Uribe, en su obra Los hogares unipersonales, analiza diversos casos en América Latina, donde el núcleo familiar que se ha dado en las últimas décadas, ha cambiado debido a “los procesos de individualización, propios de la Modernidad” (2010, p 58), generando factores sociales como la soltería elegida, los divorcios, o jóvenes que prefieren viajar y cumplir metas profesionales; esta idea de libertad y plenitud, hace que la nuevas generaciones sean más propensas a caer en esta condición de soledad, que debido al panorama, y a la forma de pensar de nosotros los jóvenes, ya es cada día más probable.  Actualmente, El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) establece que, en México, 16 por ciento de los adultos mayores sufre rasgos de abandono o soledad, lo que han denominado como “huérfanos de la tercera edad”. En un futuro, se espera que ese porcentaje incremente, ya que, como se mencionó antes, el aislamiento que vivimos hoy guiará a una sociedad inmersa en una creciente competitividad y caracterizada por procesos de deshumanización.

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