Arte De La Simplificación. Una Posible Relación Entre El Principio De Parsimonia Y Un Principio Generalmente Aceptado De La Experiencia De Usuario.

Introducción, ¿lo más simple es probablemente lo más correcto?

El principio de Parsimonia, también llamado “Navaja de Ockham”, sería enunciado alrededor del siglo XVI por Guillermo de Ockham. El autor sostenía que cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja. En pocas palabras, hacía una invitación a preferir siempre una versión que involucraba menos variables o entidades por encima de otra que prescindía de mayor cantidad de factores externos.

Un planteamiento tan osado por supuesto siempre conlleva a juicios tanto a favor como en contra. Quizá la mayor debilidad de la teoría radica en que no justifica las ocasiones en las cuales las situaciones complejas suelen ser la respuesta correcta. El Universo sin duda está plagado de experiencias en las cuales el hombre ha logrado explicar ciertos fenómenos a partir de complejos constructos de la Ciencia y la Filosofía. En todo caso ¿acaso en muchas ocasiones los expertos en un tema particular no logran abstraer el conocimiento a tal punto de presentarlo extremadamente simple?

Siempre existe una atracción natural hacia las soluciones sencillas. Quizá no sea porque la experiencia haya demostrado que siempre son las correctas, probablemente, es porque involucrar menos entidades no solo reduce las posibilidades de error sino que facilita la comprensión.

La simplicidad y su poder en la interacción entre un usuario y una interfaz de información.

La forma particular en la cual aprende el ser humano y desarrolla todos su procesos de interacción presenta limitaciones físicas al enfrentarse a situaciones con demasiadas variables o elementos (Norman; 1988). La memoria a corto plazo del ser humano es extremadamente limitada y de allí se deriva el éxito que tienen muchos métodos de aprendizaje basados en la segmentación del conocimiento por etapas, dónde se propone asimilar el conocimiento en pequeñas porciones antes de poder asumirlo como un todo.

Pero la simplicidad no solo es clave para el aprendizaje. En el desarrollo de productos interactivos digitales, como software y portales web, la simplicidad comienza a aparecer como un atributo de calidad (Hassan-Montero; 2008). La razón es simple, presentar soluciones simplificadas y suficientemente comprensibles hace más fácil al usuario su interacción con cualquier tipo de producto.

Tómese por ejemplo una persona que se encuentra frente a un cerrojo para el cual se le da una única llave de entrada. El manejo de las limitaciones y la facilidad que tiene el cerebro para comprender la situación, causarán en la persona la reacción natural de introducir la llave en el cerrojo y accionarla.

Probablemente un ingeniero preocupado por la seguridad podría haber ideado un sistema aún más sofisticado y seguro, añadiendo elementos adicionales como un tablero para una identificación secreta y un detector de huella o cualquier otro parámetro bio-métrico. En todo caso, la inclusión de nuevos elementos han hecho de este nuevo sistema un sistema menos intuitivo y natural para el usuario que el de la única llave y el cerrojo.

Aunque de fondo puedan existir muchas variables implicadas en un proceso es importante en la interacción con los usuarios reducir la posibilidad de que sean visibles, así como para facilitar los procesos de compresión resulta mejor presentar solo los extractos más importantes del conocimiento. La

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