Cantos Divina Comedia

Divina Comedia. Canto V

Análisis

El canto V supone un recomenzar, ya que aunque se había ingresado en el Infierno en le canto III, el limbo, sin castigos físicos, había cortado brevemente con la sensación de mundo infernal. Se retoma ahora el contacto con los castigos eternos.

La estructura del canto tiene tres momentos:

Primero: la ubicación dentro del infierno, la figura de Minos y las almas a las que él juzga.

Segundo: actúa como nexo y se centra en la visión general de los pecadores y su enumeración.

Tercero: diálogo con Francesca y Paolo.

La arquitectura del reino se resume en el primer terceto:

“Descendí así del círculo primero

al segundo, que ciñe menor sitio,

aunque mayor dolor punza hasta el grito”

Se resume aquí la estructura del Infierno, ya que a medida que el personaje penetre más y más en lo profundo, conocerá los pecados más graves y por lo tanto los castigos más duros. Al igual que en el canto III la primera sensación que da la magnitud del dolor será la auditiva, ya que en las tinieblas, la vista tiene que delegar su papel al oído.

También Minos, el brutal juez, se describe más por el sonido que emite que por sus formas, el rechinar de sus dientes muestra la brutalidad de este demonio guardián.

El mundo antiguo está vivo en Dante y por eso logra una inserción tan viva de lo pagano en lo cristiano. Dante está ubicado en el momento en que el mundo antiguo se comunica con el moderno. Minos, legislador de Creta y juez del inframundo según Virgilio, se integra además en el universo dantesco. El demonio no juzga, las almas que han llegado frente a él ya han sido juzgadas por Dios; su tarea no es juzgar, es adjudicarle a las almas un lugar en el Infierno.

Su velocidad de acción y de emitir su fallo aumenta la sensación de animalidad que nos provoca este demonio que actúa automáticamente, sin voluntad propia. Es un condenado más que ayuda a cumplir el plan divino.

Minos tiene un aspecto híbrido, es demonio igual que Carón; es confundido con el Minotauro, monstruo engendrado por Persifae, la esposa de Minos. Este aspecto tiene una ventaja poética, le permite realizar su tarea con su cuerpo permaneciendo en un silencio aterrador, interrumpido sólo por el rechinar de los dientes.

“Oh tú que al doloroso hospicio llegas –

a mí me dijo el Minos al mirarme

dejando el acto de su gran oficio –

mira cómo entras

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